Jorge Herrera Valenzuela

Ciudad de México, 6 de mayo de 2020.- Comenzó el quinto mes de este histórico 2020 con la noticia del fallecimiento de uno de los grandes reporteros del siglo pasado que se distinguió por su profesionalismo, por su impecable presentación y su carismática personalidad. Siempre atraía la atención porque se colocaba un clavel rojo en la solapa izquierda de su saco.

Aurelio Silva Laurencio, originario de Amecameca, Estado de México, murió el viernes 1 de este mes, en su cama y rodeado por sus tres hijas y dos hijos. En el medio periodístico también fue conocido como “El Charro” Silva por su afición a la charrería que practicó por años, al igual que sus hijos Pablo y Aurelio. Además, gozaba de muchas amistades en los tribunales, pues ejerció, como litigante, su profesión de abogado, egresado de la Unam.

En los años cincuenta, el joven veinteañero Aurelio Silva empezó su vertiginosa carrera de reportero diarista en la Segunda Edición de Excélsior, la imprescindible “Extra”, portadora de las noticias locales, nacionales e internacionales ocurridas en el día, a partir de las 10 de la mañana. “La Extra” “salía” a las seis de la tarde y nosotros le llamábamos “el boletín de las seis”. El Hombre del Clavel, entre otras “fuentes”, cubría el Senado de la República.

Mi primer encuentro con Aurelio fue cuando de Bellas Artes a la Rotonda de los Hombres Ilustres (aun no le cambiaban a Personas Ilustres) partió el cortejo con los restos del muralista guanajuatense Diego Rivera. Eran los últimos días de noviembre de 1957. Por cierto, en el Registro Civil el polémico pintor se llamó Diego María Rivera y en el acta de bautizo: Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez. Murió a la edad de 70 años.

Bueno, pues, esa mañana “El Charro” Silva manejaba su lujoso Mercury del año, convertible. Ingenuamente me acerqué y le pregunté si me daba “un aventón” y su respuesta fue un no. Pocos días después nos encontramos en el salón de sesiones del Senado, en su sede antigua. Yo era reportero suplente en el diario Zócalo. Después del saludo, iniciamos lo que sería una larga y familiar amistad. Inclusive, fuimos padrinos de la pequeña Pilar. Jorge Herrera y Lilia Navas compadres de Aurelio Silva y Martha Mercado.

Reporteamos importantes eventos
En el diario reporteo coincidí con Aurelio en algunos eventos de trascendencia. Dos de ellos fueron el Congreso Nacional Agrario, en octubre de 1959, y el derrocamiento del gobernador del Estado de Guerrero, en 1960. El primero fue organizado por el profesor Roberto Barrios, jefe del Departamento Agrario, avalado por el gobernador Gustavo Baz Prada, del Estado de México. Lo inauguró el presidente Adolfo López Mateos y asistió el expresidente general Lázaro Cárdenas.

Por primera vez en muchos años ese congreso reunió a dirigentes de las diferentes corrientes agraristas, pequeños propietarios, ganaderos, académicos universitarios. Por ahí anduvo el sonorense Jacinto López, el líder campesino más honesto que existió en el siglo pasado. Hacían sus pininos en la CNC Augusto Gómez Villanueva y Alfredo Bonfil Pinto. Fue de resonancia nacional y López Mateos impulso el reparto de tierras a ejidatarios.

En ese congreso, celebrado en el Aula Principal de la Universidad Autónoma del Estado de México, la oficina de prensa estuvo a cargo del ingeniero Héctor Medina Neri y su principal colaboradora, la guapa señorita Lilia Navas Ruiz. Cubrí las reuniones de trabajo del 26 al 29 de octubre. Trece meses después Lilia me aceptó como su esposo, hace ya casi 60 años.

Precisamente la boda interrumpió mi estancia en el Puerto de Acapulco. Enviado por La Prensa desde finales de octubre de 1960 reporteaba el movimiento estudiantil que encabezaban Genaro Vázquez Rojas, Blas Aguilar Vergara y Jesús Araujo, de la Asociación Cívica Guerrerense, que demandaba la destitución del gobernador, el general Raúl Caballero Aburto. Su lucha culminó el 4 de enero de 1961 al caer el militar y asumir el poder el abogado Arturo Martínez Adame, quien entregó el mando al doctor Raymundo Abarca Alarcón. Guerrero tuvo 5 gobernadores entre 1951 y 1963.

Termino con una simpática anécdota. El entonces procurador de justicia, Xavier Olea Muñoz, ordenó que a los reporteros y fotógrafos nacionales nos detuvieran. Fuimos huéspedes de la prisión unas horas. La noticia trascendió y en la página editorial de Excélsior apareció un cartón, creo que de Marino Sagástegui, en que Aurelio aparecía todo vendado. Eso alarmó a su esposa y sin más se dirigió a Acapulco. El encuentro de Marthita con su marido no fue muy tranquilo, pues el galán estaba en una mesa de la Flor de Acapulco, tomando café, en gran plática con una bella joven californiana. Mi añorado compadre siempre fue amiguero. No pasó a mayores, pero el susto fue mayúsculo.

Hombre de historias y de noticias de primera plana reporteadas por Aurelio Silva muchos años para La Extra y para en Excélsior, hasta la salida de Julio Scherer García por el golpe asestado a la cooperativa de El Periódico de la Vida Nacional, por el presidente Luis Echeverría. Quince años en la Organización Editorial Mexicana, encabezando a una treintena de diarios, El Sol de México, también Aurelio como reportero estrella.

Mis saludos para Martha, Lucero, Pilar, Pablo y Aurelio. Mi compadre cumplió con ellos y se refleja en el texto de la esquela: “Un gran personaje. Primero de mayo del 2020…. Hoy emprende el viaje un hombre de muchas historias y quien siempre vivió la vida a su propio ritmo…. Periodista, abogado y amigo Aurelio Silva Laurencio fue muchas cosas para muchos, pero, sobre todo, fue un gran abuelo para sus nietos, quienes con cariño van a recordar sus historias y su forma tan única de ser… Siempre estarás con nosotros en tus enseñanzas… “Te quiero siempre bigotes, mi gran papá. Pilar”.

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