Covid-19 No es el “gran igualador”

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María José Flor Ágreda* | Anne-Marie Urban** /BID

Washington, D. C., 6 de mayo de 2020.- A medida que el Covid-19 se expandía hasta convertirse en una pandemia mundial, salieron a flote términos que calificaban al coronavirus como “el gran igualador” o “el gran nivelador”. Sin embargo, estos fueron rápida y ampliamente desacreditados. Si bien el virus puede afectar a cualquiera, sabemos que las personas con condiciones de salud preexistentes son extremadamente vulnerables. Y las desigualdades sociales y económicas preexistentes pueden ser igualmente devastadoras. Este es el caso de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero/sexuales, y queer (Lgbtq+), quienes con frecuencia enfrentan una discriminación debilitante.

¿Cuáles son los riesgos?

Salud
Las personas Lgbtq+ son más propensas a padecer varios tipos de cáncer y contraer VIH, lo que las coloca en alto riesgo de contagio del Covid-19. Este riesgo se agrava aún más debido a la falta de conocimiento por parte de personal médico de sus necesidades específicas de salud y las barreras que impiden su acceso a la atención médica. En México, por ejemplo, casi el 50% de los pacientes Lgbtq+ indicaron que el personal médico no estaba capacitado adecuadamente para atender sus necesidades específicas. En Colombia, el 26% de las personas Lgbtq+ reportaron haber sido discriminados abiertamente por parte de un médico, y el 44% de las personas transgénero reportaron haber sido negados atención médica. En algunos casos, ha sido necesario realizar esfuerzos para sancionar la negación de atención médica a pacientes Lgbtq+ bajo el precepto de “objeción consciente”.

Pérdida de ingresos
Un reporte reciente indicó que en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) las personas Lgbtq+ tenían 7% menos probabilidades de obtener empleo. Esta situación, que se refleja en cierta medida en el resto del mundo, ha empeorado en América Latina y el Caribe durante la pandemia, principalmente debido a que las personas Lgbtq+ tienden a trabajar en los sectores más afectados por la pérdida empleos –estimada en 14 millones de trabajos—como bares, discotecas, restaurantes y salones de belleza. Por otra parte, un abrumador número de mujeres trans trabajan de manera informal, con un 95% ejerciendo como trabajadoras sexuales.

Violencia
Durante el período de cuarentena obligatorio, muchas de las personas Lgbtq+ confinadas en sus hogares enfrentan mayores niveles violencia por parte de familiares. En Chile, el 40% de las personas Lgbtq+ han reportado agresión verbal, 38% agresión psicológica y 2.2% agresión física. Cerca de la mitad de estas víctimas (45%) reportaron que las restricciones de movilidad y de aislamiento social les han impedido buscar ayuda.

¿Qué se está haciendo?
Varios países latinoamericanos han implementado esfuerzos notables para mitigar la exclusión Lgbtq+ durante la pandemia. El Ministerio de Salud de Argentina emitió una nota de orientación sobre el tratamiento de personas transgénero, y el Ministerio de Salud de Perú ofreció recomendaciones para garantizar el tratamiento y la provisión de medicamentos antirretrovirales a las personas que viven con el VIH. Asimismo, en Argentina y El Salvador, se han establecido líneas de asistencia telefónica específicas para casos de violencia contra personas Lgbtq +.

También en Argentina, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), en coordinación con otros Ministerios, ha asegurado la entrega de alimentos y otras necesidades básicas a las personas transgénero vulnerables. Iniciativas similares han sido llevadas a cabo por los gobiernos, la sociedad civil y las cámaras de comercio Lgbtq+ en El Salvador, Paraguay y Ecuador.

¿Qué podemos hacer?

• Brindar orientación clara a los proveedores de atención médica sobre la inclusión y el tratamiento de las personas Lgbtq+, incluidas las que viven con el VIH.
• Asegurar que el alivio económico temporal llegue a las personas Lgbtq+ y a los hogares necesitados durante y después de la pandemia.
• Enfocar esfuerzos explícitamente hacia las personas Lgbtq+ en todas las iniciativas que aborden el aumento de las tasas de violencia doméstica.
• Trabajar junto con organizaciones de la sociedad civil que tengan vínculos estrechos con miembros de la comunidad Lgbtq+ para ayudarlos a acceder a recursos y apoyo, y para reportar abusos.

El Covid-19 nos ha obligado a detenernos y pensar muy seriamente sobre la capacidad de respuesta del sistema de salud y otros sectores críticos, y sobre quiénes tienen la protección, el apoyo y los recursos que necesitan para sobrevivir y prosperar. En esta situación de vida o muerte, los efectos profundos de las desigualdades persistentes no podrían estar más claros. Quizás el gran ecualizador, en cambio, será una oferta de respuestas a la pandemia verdaderamente inclusivas que se extiendan más allá de esta crisis y den paso a una nueva mentalidad donde la igualdad forme parte de nuestro ADN.

*María José Flor Ágreda trabaja como consultora de integración de la perspectiva de género y gestión del conocimiento en la división de Género y Diversidad del BID. Antes de integrarse al Banco trabajó en investigación interseccional y diseño de políticas públicas relacionadas a regímenes de licencias familiares, migración, trabajo informal e inclusión de mujeres y personas Lgbti en los Estados Unidos, Ecuador y Trinidad y Tobago. También ha trabajado en iniciativas de alcance comunitario y comunicación con instituciones gubernamentales. María José tiene una maestría en género, políticas públicas y desigualdades sociales de London School of Economics (LSE), una maestría en estadísticas de desarrollo de University of the West Indies en Trinidad y Tobago, una especialización en migración y desarrollo de Flacso-Ecuador, y una licenciatura en ciencias políticas y periodismo de la Universidad de Nevada, Las Vegas.
**Anne-Marie Urban es especialista líder en Desarrollo Social en la División de Género y Diversidad del BID. Ha trabajado en varios sectores, apoyando proyectos relacionados con desarrollo rural, inversión social, prevención de la violencia, infraestructura, salud reproductiva y desarrollo municipal. Además, ha liderado la preparación y ejecución de los Planes de Acción de Género del BID. Cuenta con una Maestría en Desarrollo Internacional, Planificación Local y Medio Ambiente de la Universidad de Clark y una licenciatura en Ciencias Políticas y Alemán en la Universidad de Vanderbilt. Antes de incorporarse al BID, trabajó en la Oficina de la Mujer en el Desarrollo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y en un proyecto de investigación financiado por Usaid.

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