“D. Vicente Guerrero nació en la ciudad de Tixtla por los años de 1782 a 1783… Tenía su cuerpo lleno de heridas, que son hoy visibles en sus huesos que conserva su familia; pero no esperaba más que un ligero alivio para volver después a la guerra; y lo mismo peleaba sólo, que con pocos o muchos soldados… El año de 1820, Iturbide se puso del lado de la patria, y esto y la abnegación de Guerrero, ocasionaron el desenlace de una guerra que había durado diez años y que había inundado de sangre el suelo de Anáhuac.” [1]

“A Bustamante le confió: ‘Mi existencia es prodigiosa; mi cuerpo está lleno de cicatrices de profundas y mortales heridas; no sé ciertamente cómo vivo’.” [2]

“¿Qué pues le retarda para declararse por la más pura de todas las causas? Sepa Vd. distinguir, ya no se confunda; defienda Vs. sus verdaderos derechos, y esto le labrará la corona más grande: entienda Vd. que yo no soy de aquellos hombres que aspiran a dictar leyes, ni pretendo erigirme en tirano de mis semejantes; decídase Vd. por los verdaderos intereses de la nación, y entonces tendrá la satisfacción de verme militar a sus órdenes, y conocerá un hombre desprendido de la ambición y que sólo aspira a sustraerse de la opresión, y no elevarse sobre las ruinas de sus compatriotas.” [3]

Por maquinaciones desde la Presidente de la República y con el apoyo de su gabinete, Anastasio Bustamante compró con 50,000 pesos al marinero genovés Picaluga, «amigo» de don Vicente Guerrero. “Guerrero fue pasado por las armas la mañana del 14 de febrero de 1831 y enterrado en la iglesia de Cuilapan, Oaxaca, tras oficiarse la misa por el descanso de su alma… Con la llegada de los liberales al poder, vino la reparación política de Guerrero, ordenándose el traslado de sus restos a la Ciudad de México. Sin dilaciones, la exhumación se efectuó el 30 de abril de 1833, ‘del sepulcro situado en la nave intermedia de la iglesia mayor’ de Cuilapan, Oaxaca…”, después de algunas disposiciones en contra y a favor, finalmente los restos “… llegaron a principios de diciembre de ese año (1842), siendo depositados en la Iglesia de San Pedro y San Pablo del Colegio de San Gregorio ‘hasta que el Supremo Gobierno resuelva lo conveniente.” “… en 1843, cuando murió Guadalupe Victoria, Antonio López de Santa Anna mandó colocar los restos de éste y de Guerrero en sendos monumentos que debían levantarse en el Panteón de Santa Paula a cuenta de la hacienda pública.”… “los huesos de Guerrero permanecieron en el templo de San Pedro y San Pablo hasta el 28 de julio de 1862, cuando don Mariano Riva Palacio los llevó a la iglesia próxima de Loreto.”, donde permanecieron “…hasta diciembre de 1869, cuando se puso de moda enterrarse en el Panteón de San Fernando y los Riva Palacio Guerrero mandaron levantar su propio monumento funerario.”… “En esa ocasión, Mariano Riva Palacio, yerno de don Vicente, colocó dentro de la urna un documento donde hacía constar que depositaba 102 huesos. La mañana del 9 de septiembre de 1925, Miguel Medina Hermosilla y Alfredo Álvarez, de la Junta Patriótica, llevaron a cabo la exhumación de los restos de Guerrero, los que debían llevar a la Catedral de México para ser reunidos con los demás héroes, para que todos juntos partieran el 16 de septiembre hacia el Monumento a la Independencia.”  [4] / [5]

Del paso en la vida de don Vicente Ramón Guerrero Saldaña (nacido en Tixtla el 10 de agosto de 1782) quedan en el arte múltiples  muestras, de entre ellas:

1º.- Escultura en bronce en honor a don Vicente Guerrero, colocada sobre un pedestal de cantera en el Jardín/Plaza de San Fernando, Ciudad de México, obra de Miguel Noreña (1843-1894). Muestra a un Vicente Guerrero cubierto a medias con el manto de la heroicidad sostenido a la altura del pecho con su puño izquierdo y con su mano derecha empuña una espada.

2º.- Vicente Guerreo. Óleo sobre tela 201 x 285 centímetros, siglo XIX, obra de Ramón Sagredo. [6] En esta pintura, el brazo derecho aparece retraído en ángulo de 90°, con apoyo del dedo pulgar metido en la fajilla. Reproducida en página 145 de “Los restos de los héroes en el Monumento a la Independencia”, Tomo I, Estudio histórico de Carmen Saucedo Zarco (Instituto Nacional de Antropología e Historia, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas, 2012) que, en la página 222, adjudica su posesión a la Presidencia de la República, en tanto, en “Héroes de Carne y Hueso, en el capítulo dedicado a (Vicente) Guerrero, Sueño Republicano, de Enrique Krauze (Banamex, Historia para todos, S. A. de C. V., 2010), la imagen aparece invertida (“al espejo”) y adjudica la propiedad del óleo a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en el mismo Palacio Nacional.

3º.-En la página 172 de “Héroes de carne…”, está la reproducción de una litografía con firma de L. Garcés cuya identificación de imagen (en la página 189) dice: “p. 172. ‘Don Vicente Guerrero, lit.  Murguía. AGN”, a partir de la fotografía de AB = Amando Betancourt, que es la imagen tomada de la pintura original de Ramón Sagredo (al parecer calca invertida) y que quizá sea la que propició el equívoco para el sentido en la reproducción del óleo antes mencionado en la edición de Krauze.

4º.- Con adjudicación de propiedad del Museo Regional de Guadalajara, Conaculta-INAH, “El abrazo de Acatempan” (óleo sobre tela [1865] de Ramón Sagredo) reproducida en la portada y en las páginas 100 y 113 de “Héroes de carne…”, ofrece una imagen imposible sino es que permitimos una relajada libertad artística sobre un hecho histórico. En esta pintura un tanto extraña para el estilo y oficio de Sagredo, Guerrero en traje chinaco, tiene sus brazos en cruz para recibir el abrazo de Iturbide sin mirar frontalmente al futuro primer emperador de México.

5º.- Un óleo sobre tela de autor anónimo del siglo XIX, propiedad del Museo Nacional de Historia, Conaculta-INAH, reproducida en la página 182 de “Héroes de carne…”, muestra a un Vicente Guerrero cuyo brazo derecho descansa en un cabestrillo oscuro.

6º.- En página 174 de la citada obra, queda la imagen de don Vicente Guerreo a partir de un óleo sobre tela de autor anónimo del siglo XIX resguardado en el Museo Nacional de Historia, Conaculta-INAH, en él, quien fuera el segundo presidente de México por un lapso de ocho/nueve meses, porta un uniforme de gala (negro o azul oscuro), grandes charreteras doradas, cuello y puños de la casaca con bordados y empuñadura adornada con grandes borlas doradas. Las manos aparecen enguantadas y sobre su brazo derecho doblado en ángulo, apoya el izquierdo.

7º.- En las variadas versiones de “El abrazo de Acatempan” (10 de febrero de 1821): grabados, apuntes, caricaturas, en la escena correspondiente a la telenovela histórica “La antorcha encendida” e inclusive en el proyecto/maqueta para la monumental escultura en Teloloapan, Estado de Guerrero, unas con más, otras con menos efusividad, los personajes se funden en un abrazo normal y natural, casi fraternal, contario a las disposiciones físicas de don Vicente Guerrero, ya que en el apartado de “Análisis de antropología física con la coordinación de José Antonio Pompa y Padilla en el tomo II de “Los restos de los héroes en el Monumento a la Independencia”,  página de la 196 a la 206 el análisis determina: “… En las costillas izquierdas se aprecia un fuerte traumatismo producido por un instrumento punzocortante que ocasionó la fractura de la tercera, cuarta, quinta y sexta costillas en su tercio distal, que ocasionó a su vez el desprendimiento y desplazamiento de éstas hacia la parte baja de la caja torácica, lo que causó una mala consolidación, que muy probablemente originó en vida problemas de movilidad, así como dificultades respiratorias.

“Este traumatismo muy probablemente fue producido con un instrumento como machete, espada o sable, de arriba abajo y de derecha a izquierda, desde una posición en alto, posiblemente desde arriba de un caballo, recibiéndolo este personaje estando de pie y de espaldas.

“Producto de esta lesión, la articulación de la cintura escapular izquierda presenta excrecencias óseas, por lo que es probable que tuviera problemas en cuanto al movimiento de esta parte del cuerpo” (Queda ilustrado con las fotografías 23 y 24 de esta edición).

En seguida, y éste es el motivo que establece la dificultad para aceptar las diversas versiones artísticas respecto al histórico “Abrazo de Acatempan”: “… también, presenta un fuerte traumatismo en la parte posterior del codo del lado derecho, principalmente en la parte dorsal del cúbito, en donde recibió el impacto, fracturando en dos esta región anatómica, que afectó también la epífisis distal y la fosa olecraneana del húmero. (Ilustran y remiten a las fotografías 25 y 26.)

“Esta lesión se produjo en una acción de defensa al subir el brazo para protegerse, ocasionando una fractura mal consolidada en la parte distal del húmero y en la proximal del cúbito, afectando la articulación del codo, en donde se ve perturbada también la cabeza del radio. Los tres huesos ‘soldaron’ de tal manera que el brazo quedó en ángulo de 90°, sin tener movimientos de flexión-extensión. (Ilustran con fotografía 27.)

“El traumatismo muy probablemente fue ocasionado por un instrumento punzocortante (machete, espada o sable) y fue de arriba hacia abajo, y en sentido diagonal al eje del cuerpo.” [7]

Cierra el estudio de los restos de Vicente Guerrero [8] con la “Cédula osteométrica poscraneal” al pie de página en lo correspondiente a Observaciones: “La extremidad superior derecha está anquilosada a causa de una fractura mal consolidada, por tal motivo no fue posible sacar todas las medidas correspondientes.

“Se aprecia que la extremidad inferior izquierda es más larga que la derecha.” [9]

«Cuando por las desgracias de la guerra se indultaron jefes de mucha reputación y energía Guerrero rehusó todas las ofertas y halagos con que se le trató de seducir, y se retiró a las montañas del Sur, donde batió constantemente a sus enemigos…» [10] Y alguien más, también relegado en la historia, don Manuel Mier y Terán, escribirá a su amigo don José María Luis Mora con fecha del 24 de marzo de 1831: «Siento como el que más la suerte de Guerrero; sus servicios a la independencia y su constancia en sostenerla, lo mismo que el haber sido declarado benemérito de la patria, pedían que se le hubiese tratado con otra consideración.» [11]

De los héroes esperamos lo imposible, hechos más allá de la naturaleza humana que aproximan al personaje al nivel de la perfección. En muchos, la adulación —más en beneficio del hablante que al mencionado— les añade virtudes y mengua defectos para  elevarles inconmensurablemente, en otros, y es el caso de don Vicente Ramón Guerrero Saldaña, por alguna razón que escapa a la razón misma —sino es que sea ese vergonzante y soterrado racismo negado—, se les demeritan sus hechos para abandonarles por comparsas cuya vida aureola otros nombres y cuya significación acomoda más al discurso sin valorar el esfuerzo y sacrificio en contra de las limitaciones humanas. Y, aunque este párrafo sea de los multicitados alrededor de la figura y hechos de don Vicente, no neguemos la necesidad de rescatarlo de “Vicente Guerrero, Ensayo biográfico” de José María Lafragua (Imprenta Ignacio Cumplido, México 1875) página 92:  “Soldado valiente hasta 1817, General distinguido hasta 1821, héroe al hacerse la Independencia; mal político; débil para resistir al embate de las facciones; clemente y generoso; ignorante de los usos del mundo; dotado de una inteligencia clara aunque sin ningún cultivo; buen padre de familia y patriota realmente acrisolado, tal fue el Benemérito General Don Vicente Guerrero. Su nombre oscuro al principio, enaltecido después con entusiasmo y vilipendiado con frenesí, será pronunciado por la posteridad con la gratitud que se debe a sus eminentes servicios, con el respeto que infunde su heroica constancia, con la compasión que inspira su inmenso infortunio”. [12]

En contra de la propalada incapacidad de don Vicente para la escritura y lectura queda: “La noche del 20 de septiembre de 1829, se representaba una comedia [en el Nuevo Coliseo, Teatro Principal], cuando entro al palco de D. Vicente Guerrero, Presidente entonces de la Republica, un ayudante que llevaba unos pliegos. Guerrero los leyó sereno, impasible, sin revelar en su rostro la menor emoción… Los pliegos anunciaban el triunfo obtenido por el general [Antonio López de] Santa-Anna sobre la expedición de [Isidro] Barradas en Tampico…”[13], el último intento por España para recuperar el espacio del México liberado: 11 de septiembre de 1829.


Notas importantes:

[1] Manuel Payno. Compendio de Historia de México (1882). Tomado de Enrique Krauze, Héroes de carne y hueso. Vicente Guerrero, Sueño republicano, página 153. Historia para todos, INAH, Conaculta, Banamex.2010.
[2] Página 143. “Los restos de los héroes en el Monumento a la Independencia”, Tomo I, Estudio histórico de Carmen Saucedo Zarco (Instituto Nacional de Antropología e Historia, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas, 2012).
[3] Carta de Guerrero a Iturbide. Rincón de Sto. Domingo, 20 de enero de 1821. Tomado de Enrique Krauze, Héroes de carne y hueso. Vicente Guerrero, Sueño republicano, página 117. Historia para todos, INAH, Conaculta, Banamex.2010.
[4] Página 143 a 148 en “Los restos de los héroes en el Monumento a la Independencia”, Tomo I, Estudio histórico de Carmen Saucedo Zarco (Instituto Nacional de Antropología e Historia, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas, 2012).
[5] Nicho 1 norte en el Monumento a la Independencia: Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, Leona Vicario, Andrés Quintana Roo, Víctor Rosales, Pedro Moreno, Xavier Mina y urna osario acojinada (antes atribuida a Xavier Mina). Página 194, “Los restos de los héroes en el Monumento a la Independencia”, Tomo I, Estudio histórico de Carmen Saucedo Zarco (Instituto Nacional de Antropología e Historia, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas, 2012).
[6] “Actualmente Sagredo no forma parte de las celebridades artísticas en nuestro país. Su virtual anonimato se debe a su reducida producción y a que la escuela plástica a la que perteneció fue ásperamente criticada por su marcada temática religiosa. Creemos que quizá la única manera de revalorar la producción plástica de mediados del siglo XIX sea reconocer a los artistas olvidados, desempolvar sus obras e intentar comprender su significado sin prejuicios…” Sergio Estrada Reynoso. Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Revista BiCentenario #1.
[7] Página 197 en “Los restos de los héroes en el Monumento a la Independencia”, Tomo II, Análisis de antropología física coordinada por José Antonio Pompa y Padilla. (Instituto Nacional de Antropología e Historia, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas, 2012).
[8] Ídem. “La estatura que se registra en este individuo es de 1.66 m(etros)”.
[9] De tres a cuatro centímetros.
[10] Manuel Payno. Compendio de Historia de México (1882). Tomado de Enrique Krauze, Héroes de carne y hueso. Vicente Guerrero, Sueño republicano, página 153. Historia para todos, INAH, Conaculta, Banamex.2010.
[11] Enrique Krauze, Héroes de carne y hueso. Vicente Guerrero, Sueño republicano, página 179. Historia para todos, INAH, Conaculta, Banamex.2010. El autor, al final de la página señalada asienta: «El tiempo y los azares de la política consagrarían a este honrado caudillo mestizo que no se contentó con fincar un cacicazgo, que no pudo ni quiso ejercer con plenitud la presidencia, un lugar en el alatar de los insurgentes sólo inferior al de Hidalgo y Morelos. Su mejor epitafio histórico la daría Justo Sierra: <<Los partidos trataban de hacer de él un político, cuando no era más que un gran mexicano>>.»
[12] lacasadelmason.blogspot.mx
[13] Luis González Obregón. México Viejo (Selección), El nuevo Coliseo. Página 194. Editorial Offset, S. A. de C. V. 1982.

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