México, entre el eterno retorno y la aldea global

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Ciudad de México, 30 diciembre de 2018.- Dos notas trascendentes sacuden a México, hoy, fecha que indica el penúltimo día del presente año y que se encuentra dentro de la vorágine social de las fiestas decembrinas que concluyen en el país hasta el próximo 6 de enero, Día de los Santos Reyes, que cierra el popular festejo anual, llamado Maratón Guadalupe-Reyes, fecha que abarca del 12 de diciembre al citado 6 de enero.

Las dos notas trascendentes para México son: arranque del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (Cptpp), conocido como TPP-11, en honor a la integración de 11 países que bordean al Océano Pacífico que actuarán como un bloque común en el actual mundo de tintes comerciales, pero aderezado ya con visos sociales.

La segunda nota es el cumplimiento, mañana, de un mes de la nueva administración pública federal, al mando del controvertido político del sureste nacional, Andrés Manuel López Obrador, quien en estos 30 días de gobierno ha enfrentado más puntos oscuros que claros, por tratarse de un cambio radical en la forma de gobierno. No es la persona en sí, sino la creación de nuevas estructuras que buscan derrumbar a las anteriores para colocar unas nuevas. Tarea, por lo demás, sumamente difícil y cuya práctica se refleja en una división de la sociedad entre buenos y malos.

En cuanto al TPP 11, se trata del involucramiento de unos 500 millones de habitantes, vinculados a lo que antes se conoció como simple TPP, que busca liberalizar el comercio entre esos 11 países que son Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Malasia, México, Japón, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Esta iniciativa queda abierta al resto de los países del área, incluido Estados Unidos, si decide, de nueva cuenta, integrarse, y, por supuesto a China, que sólo mostró interés al inicio, pero que prefiere seguir su ruta propia; al igual que Rusia, otro gigante de la comarca.

El TPP-11 entró en vigor hoy después de haberse ratificado el pasado 31 de octubre por la última de las seis naciones firmantes dentro del requerimiento mínimo para ello. Se trata de la versión actualizada del TPP, firmada en 4 de febrero de 2016, que entró en crisis a raíz de la decisión del presidente de E.U., Donald Trump, de retirar a su país de esa iniciativa, en 2017.

Las 11 naciones integrantes, entre ellas Japón, conforman la tercera economía mundial y surge en medio de la aún latente guerra comercial entre E.U. y China, que crea tensiones con efectos colaterales, derivadas en un aumento del proteccionismo.

Las metas están claras desde el preámbulo de este acuerdo: «Mejorar las oportunidades para la aceleración de la liberación regional del comercio y la inversión» y «promover mayor integración económica regional».

Este hecho es trascendente para México, que tiene un nuevo tratado comercial con Estados Unidos y Canadá y el que mantiene con la Unión Europea, ambos modernizados, recientemente, porque la política económica que deja ver López Obrador muestra una tendencia más hacia la promoción del desarrollo doméstico por encima del global.

Lo anterior hará que sus negociadores políticos y económicos se esfuercen lo más posible para conjugar la visión del mercado interno con el externo en pleno equilibrio, a fin de no distorsionar el desarrollo de la economía mexicana y, en consecuencia, a la sociedad misma.

México ya vivió esa etapa durante le era del Desarrollo Estabilizador (1950-1884). No fue lo mejor, aunque, en verdad, eran tiempos distintos a los actuales.

En ese entonces floreció el comercio ilegal que, en términos populares, se denominó fayuca (mercancías de moda que entraban al país en forma ilegal y que se comercializaban, igualmente, a ciencia y paciencia del gobierno en turno).

Floreció ese mercado en forma legal en la franja norte de México donde, curiosamente, ahora se están dando beneficios similares a los que tuvo en esos tiempos esta región, distintos a los imperantes en el resto de la República Mexicana y creó nichos de mercados populares en Chetumal, capital del Estado peninsular de Quintana Roo; Mérida ( el conocido mercado El Chetumalito), capital del vecino Yucatán; Tapachula, frontera con Guatemala, en el suriano Estado de Chiapas, y en el mismo corazón de la Ciudad de México, en el popular Barrio de Tepito, uno de los rincones más bravos y tradicionales de la capital nacional, entre otros.

Ahora las fronteras ya cayeron; el comercio es mundial y en cada rincón del mundo se pueden obtener productos de casi todo el planeta, sea en forma directa o a través de los foros, ferias y expos internacionales.

La presencia de la internet en los hogares, la revolucionaria moda de comunicación moderna, es otro factor que debe tomarse en cuenta.

El mundo es otro, totalmente. Es una aldea, tal como lo previó hace décadas Marshall McLuhan, en su tesis futurista llamada, precisamente, La Aldea Global.

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