Alfa Omega: Historia de la muerte anunciada del PRI

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Jorge Herrera Valenzuela
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Ciudad de México, 17 de agosto de 2024.- Al finalizar la lucha fratricida entre grupos surgidos, tras la caída de Porfirio Díaz, el asesinato de Francisco I. Madero, la llegada del usurpador Victoriano Huerta y la aparición del constitucionalista Venustiano Carranza, se desataron las batallas a campo abierto, muriendo, dicen, un millón de mexicanos.

Carrancistas, zapatistas, villistas y obregonistas escenificaron encuentros con carabinas, fusiles, cañones y ametralladoras. Las “levas” proliferaron, era obligar a los hombres de todas las edades, a “entrar a la bola”. Destruyeron hogares, desintegraron familias, murieron inocentes. El Grupo Sonora impuso a dos presidentes interinos y a dos por elección: Adolfo de la Huerta y Abelardo L. Rodríguez, los primeros. Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, asesinado después de haberse reelegido presidente. Estos dos sonorenses fueron electos.

El Plan de Guadalupe, de Carranza, y el Plan de Ayala, de Zapata, serían las banderas de esos dos grupos. Francisco Villa organizó la poderosa División del Norte y Álvaro Obregón quedó al frente del Ejército Constitucionalista, después de la Convención Revolucionaria de Aguascalientes, se declaró leal a Carranza. Después se enemistaron y el de Huatabampo mandó matar al coahuilense.

Inicialmente Emiliano Zapata, jefe del Ejército del Sur, estuvo con Madero, a quien después declaró traidor de los campesinos. Se unió con Villa y peleó contra Carranza. De hecho, la pugna entre todos ellos terminó con el doble asesinato de los generales Francisco R. Serrano y Arnulfo R. Gómez, al imponer Obregón a Plutarco Elías Calles como presidente en 1924.

Tras el asesinato, en 1928, del caudillo reelecto como presidente, Calles se empoderó y convocó a los combatientes en la llamada Revolución Mexicana. Unificó a la gente y organizó, en 1929, el Partido Nacional Revolucionario. Diez años después, el presidente Cárdenas, lo cambió a Partido de la Revolución Mexicana. El Revolucionario Institucional, PRI, aparece en 1946, terminaba su mandato Ávila Camacho.

71 años en el poder
A casi un siglo todavía no terminan los estudios, análisis, recopilación de documentos, detalles de la lucha que comenzó en 1914. Hubo una etapa de relativa pacificación. Se produjo “La Guerra Cristera”, la violencia poselectoral en 1940 y en 1958 por “almazanistas” y “henriquistas”, protestando contra los triunfos de Ávila Camacho y de Ruiz Cortines, respectivamente.
Setenta y un años, el poder lo detentaron gobiernos emanados de la llamada Revolución Mexicana. En 1929 comenzaron los períodos sexenales de los partidos PNR, PRM y PRI. El general Pascual Ortiz Rubio iba a ser el primero, pero renunció a los 2 años. Los divisionarios Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho cerraron el ciclo de diez presidentes militares en el Siglo XX.

Ortiz Rubio fue candidato presidencial del PNR y tanto el michoacano como el poblano recibieron el apoyo del PRM. El veracruzano Miguel Alemán Valdés fue postulado por el PRM, pero en enero de 1946 cambió a Revolucionario Institucional, del cual salieron 9 presidentes más. En 2012 la televisión hizo ganar al candidato priista, de infausta memoria.

Final del invencible
Cierto es que el PRI empezó a “desmoronarse” en 1991, al desconocerse el triunfo del candidato a gobernador de Guanajuato, Ramón Aguirre Velázquez. Declarado gobernador electo, el presidente Carlos Salinas de Gortari lo obligó a que no asumiera el poder y la gubernatura le fue entregada a un panista.

Dos años antes, el mismo presidente abrió el camino a los del blanquiazul, al no apoyar a la candidata del PRI para el gobierno de Baja California, Margarita Ortega Villa. El joven Ernesto Ruffo Appel, de 37 años de edad y expresidente de Ensenada, ganó en las urnas el 2 de julio de 1989. Primer gobernador de un partido opositor.

Quiérase o no, los dos primeros pasos estaban dados. En ese sexenio, un golpe frustrado: el presidente quiso borrar al PRI y crear el Partido de la Solidaridad. Otra más: precisamente en tierras bajacalifornianas en 1994 fue asesinado el candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta.

Se acabó el invencible, se decoloró el tricolor, al ser arrasado por el Partido de la Revolución Democrática en 1997. Perdió todo en la Capital Mexicana, el Distrito Federal, “la corona real del poder político”, desde entonces no ha vuelto el PRI. Difícil que regrese.

El ciclo iniciado en 1929, llegó a su final en julio de 2000. Ernesto Zedillo, abierto antipriista desde su juventud, no dudó en levantar el brazo de triunfador al candidato de Acción Nacional, antes de que fuera conocido el resultado oficial del Instituto Federal Electoral.

El PRI entró en agonía. Roberto Madrazo Pintado y Elba Esther Gordillo Morales, presidente y secretaria general, le dieron fuerte estocada. Dividieron a la membresía. Roberto fracasó en su aspiración presidencial. Elba Esther organizó el Partido Nueva Alianza, el Panal, siguió de dueña del sindicato magisterial hasta su encarcelamiento de cinco años.

Es en 2012 el regreso del PRI a Palacio Nacional y a la residencia de Los Pinos. Un joven mexiquense que únicamente hizo política en Toluca y de ahí la televisión lo lanzó al estrellato, inclusive se casó con la actriz Angélica Rivera. Su gobierno se caracterizó por la corrupción e impunidad. Los electores se cansaron de los partidos políticos actuantes, principalmente PRI y PAN, tampoco respaldaban al PRD. Tomaron la decisión que resultó, como decían las abuelitas, peor el remedio que la enfermedad.

De la cima a profundo barranco
El Siglo XXI significa, políticamente, el final del PRI.

Solo la aparición de un líder capaz de inyectarle la medicina adecuada, porque ni San Judas Tadeo o Santa Rita de Casia, a quienes se atribuyen milagros de lo imposible, sacarán del ataúd en que se encuentra el hacedor de muchas generaciones de políticos.

Mal empezó la nueva centuria para el tricolor. Raquítico apoyo recibió el candidato presidencial, un político de prestigio, Francisco Labastida Ochoa. ¿Recuerdan los “convenios” entre el panismo y Salinas de Gortari en 1989 y 1991? Al que llamaron “el innombrable”, sigue metido en la política y “pesa”. Ahora vio consumado su plan de liquidar al partido que lo postuló el 4 de octubre de 1987.

Siguieron los tropiezos. Entre 2005 y 2024 las y los dirigentes del otrora “mandón en la política” no hicieron algo para recuperar el terreno perdido. Después de Dulce María Sauri Riancho, última del siglo pasado y primera en el nuevo, cronológicamente, desfilaron por la presidencia nacional: Roberto Madrazo Pintado, de negrísimo historial. Mariano Palacios Alcocer, Beatriz Elena Paredes Rangel, Pedro Joaquín Coldwell, María Cristina Salazar Díaz (dos breves interinatos), César Camacho Quiroz, Manlio Fabio Beltrones, Enrique Ochoa Reza, Claudia Ruiz Massieu Salinas y el actual.

De ese grupo únicamente han salido al frente, oponiéndose, sin éxito, a las medidas reeleccionistas de “Alito”, Dulce María, Pedro Joaquín, Enrique Ochoa Reza y Francisco Labastida Ochoa, así como los senadores encabezados por Miguel Ángel Osorio Chong abandonaron las filas priistas.

Dulce María anunció la formación del frente Amplio de Renovación, que, por lo visto, no encontró eco en ninguno de los expresidentes nacionales del partido, dejando que los 71 años de gloria se fueran al vacío. Dejaron los supervivientes dirigentes, y algunos connotados políticos en el activo, que hoy el PRI esté en un profundo barranco. Labastida Ochoa se declaró expriista. Él y otros políticos han sido difamados por el campechano.

Las elecciones e “Alito”
Me decía mi estimado amigo y respetable colega Roberto Vizcaíno Aguilar que el campechano tiene cierta razón al afirmar que a él no lo nombró el presidente de la República, como era la costumbre. En aquel entonces se cubrían formas y protocolos, siendo “un dedito” el principal elector. Hoy, se aplicó la “costumbre”, desde Palacio Nacional.

Los seguidores del campechano manifiestan que “Alito” fue electo en asamblea del Consejo Nacional de Procesos Internos, presidida por José Rubén Escajeda Jiménez. El 14 de agosto de 2019. El Notario Público 241 certificó que la dupla de “Alito” y Carolina Viggiano obtuvieron 1 millón 603,725 votos, participando delegados de los 31 Estados y la Ciudad de México. Los disidentes declararon que “ese presidente (el del PRI) tiene cercanía con el de Palacio Nacional”.

La siguiente elección fue en este agosto de 2024 y Dulce María, Pedro Joaquín y Ernesto Ochoa, la calificaron como “una farsa”. Se habla de que hay violación a los estatutos, por cierto, con la reforma del 7 de julio pasado, porque en el PRI mantenía la bandera de la no reelección estaba vigente.

En sesión extraordinaria del Consejo Político Nacional del partido, se aprobó que “Alito” y Carolina permanezcan en los mandos directivos hasta 2028 y pueden seguir hasta 2032. Obtuvieron 440 votos, el 97 por ciento del padrón electoral partidista.

“Alito”, copia del tabasqueño
Era gobernador en Campeche y pidió licencia, el 13 de junio 2019, para emprender el camino a la presidencia nacional del partido. Quedó en su lugar Carlos Miguel Aysa González.

A partir del 18 de agosto de ese año es el presidente del Comité Ejecutivo Nacional, teniendo como secretaria general a Carolina Viggiano Austria, esposa del exgobernador y diputado Rubén Moreira Valdés.

Aysa González terminó el interinato y “Alito” lo apadrinó como embajador en República Dominicana, desde el 26 de abril de 2022. Carlos Miguel Aysa Damas es diputado federal. Padre e hijo fueron del PRI, ahora son del partido en el poder.

“Me difaman, me calumnian”
La gobernadora de Campeche, Layda Elena Sansores San Román, desde el primer día de su mandato, 21 de septiembre de 2021, formuló denuncias ante las autoridades correspondientes por diversos delitos cometidos por “Alito”.

En principio, en Palacio Nacional dieron visto bueno a las denuncias, presentadas en la Fiscalía General de la República. Después marcha atrás. “Archivadas las carpetas”. “Me difaman, me calumnian”, dice el campechano en su defensa. Emprendió la guerra interna, seguro de tener “el apoyo” de YSQ. Copió al inquilino de Palacio Nacional, se declaró víctima y maniobró para modificar a su antojo los estatutos, negándose a dejar el cargo, que no liderazgo.

Consiguió su propósito en asamblea a puerta cerrada. Ahora será mínimo cuatro años más presidente de un agónico partido, pero si quiere puede reelegirse para terminar en 2032. Hoy, el PRI solo tiene las gubernaturas de Coahuila y de Durango. Pírrico el número de diputados federales y de senadores para la legislatura que comienza el 1 de septiembre. Nula representación en las Legislaturas Estatales y sin presencia en las presidencias municipales de ciudades capitales más importantes del País.

Informaciones periodísticas lo señalan como propietario de residencias, playa, colección de automóviles. Campante como Johnny Walker. Los militantes no olvidan que su presidente estuvo ausente en la campaña de su candidata presidencial, ni impugnó, por mero trámite, el resultado final de la votación.

¿Por qué copia del tabasqueño?
Porque todos los que están contra “Alito”, al paredón. Lanza amenazas de expulsión contra de quienes disienten por su ambición de poder. El senador electo, expresidente nacional del PRI, exgobernador de su Estado, legislador, Manlio Fabio Beltrones Rivera, “expulsado de la bancada senatorial”.

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