Ciudad de México, 11 de septiembre de 2024.- Las megaciudades como Londres o Nueva York cuentan con una infraestructura consolidada, lo que les permite manejar mejor su crecimiento; mientras que en Nairobi o Dacca, el aumento de la población no siempre viene acompañado de un desarrollo planificado.

La urbanización descontrolada conlleva un aumento en la huella de carbono, la degradación de los ecosistemas y una mayor demanda de recursos, consecuencias que, de no atenderse, ponen en riesgo la calidad de vida de los habitantes y el equilibrio ambiental.

Se prevé que para 2050, la mayoría de las megaciudades estarán ubicadas en países emergentes, donde la infraestructura es limitada lo que puede dificultar la implementación de políticas urbanas sostenibles.

Ahora el reto es gestionar su crecimiento de manera sostenible, pues no sólo enfrentamos la necesidad de infraestructuras más robustas, sino también de modelos urbanos que puedan adaptarse a las exigencias de los diversos entornos.

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