El día que el periodismo mexicano se cubrió de luto

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Jorge Herrera Valenzuela
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Ciudad de México, 7 de febrero de 2024.- En las primeras horas de la mañana del domingo 25 de enero de 1970 despegó del aeropuerto capitalino el avión con 10 reporteros redactores y 5 fotógrafos de prensa. Viajaban con ellos un funcionario del PRI y 4 miembros de la tripulación, con rumbo a Poza Rica, Veracruz.

La misión de los enviados especiales de diarios y agencias informativas era cubrir una etapa de la gira de Luis Echeverría Álvarez, candidato presidencial del PRI. La aeronave debió aterrizar en el aeropuerto de Tajín. Todo terminó antes de las ocho de la mañana, cuando el avión se estrelló en el Cerro del Mesón, en las inmediaciones de Poza Rica.

La nave de la Comisión Federal de Electricidad quedó totalmente destruida y solo un pasajero sobrevivió, el reportero del diario El Heraldo de México, Jesús Kramsky Steinpreis. Sufrió múltiples fracturas en el cuerpo y lo intervinieron quirúrgicamente muchas veces. Su nombre fue impuesto al camino de entrada al Cerro del Mesón. Jesús murió el 1 de agosto de 2019, en la Ciudad de México.

La noticia del más trágico accidente, en que murieron quince fraternales colegas, se conoció minutos después de ocurrida. Con varios de ellos había compartido tareas reporteriles, además de convivir familiarmente. Fue un golpe muy duro.

Entre los fallecidos estaba Chucho Figueroa Ballesteros, el más joven del grupo. Era su primera comisión en La Prensa, después de años como auxiliar de Redacción y aspirante a reportero. Estaba recién casado.

El destino de Pancho Picco, jefe del Departamento de Fotografía de mi querido diario La Prensa, le salvó la vida. Iba a cubrir la gira, pero accedió a ceder su lugar a otro entrañable compañero Rodolfo Martínez Martínez, “El Greñas” o “Mardolfo Rotinez”, como él mismo se hacía llamar. Rodolfo, uno de los más audaces fotógrafos del diarismo impreso, derribaba barreras, nada le impedía para obtener las más oportunas gráficas con el sello de exclusivas.

Un domingo cruento
La mañana del mencionado domingo, terminábamos los hijos, mi esposa y yo de alistarnos para salir a Nativitas, Xochimilco, cuando telefónicamente mi compañero Carlos Avecilla Arista me dice que el avión donde viajaba un grupo de reporteros y fotógrafos se había estrellado en un cerro y “todos, están muertos”.

Cambiamos el plan familiar. Llegué a la Redacción de La Prensa. En la televisión, aún de blanco y negro, estaba el gran Jacobo Zabludowski informando sobre el desastre aéreo. Nos daba los primeros reportes registrado en Poza Rica, que el destino final del viaje y se convirtió en la muerte de veinte personas; todos hombres, solo una mujer, la sobrecargo Rosa María Pedroza viuda de Valdez. En el ambiente periodístico todo era incertidumbre. Conforme fueron confirmando los detalles, aumentaba el dolor y cundía la tristeza.
Las escenas en la terminal aérea del D.F. fueron impresionantes, la tarde del cruento domingo 25 de enero de 1970. El coordinador de prensa en la campaña, Fausto Zapata Loredo, atendió a los familiares de mis fraternales colegas. Fausto fue reportero redactor en La Prensa. La más grande tragedia del Siglo XX, enlutó al periodismo mexicano.

Septién García y Paco Mayo
Hubo dos accidentes aéreos años antes: uno, el 26 de septiembre de 1949 en el Pico del Fraile, del volcán Popocatépetl. Tiempo brumoso, cielo cerrado y ventarrones provocaron el desplome de un avión de la Compañía Mexicana de Aviación que se dirigía al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Perdió la vida un gallego mexicano de nombre Francisco Souza Mendoza, fundador en Madrid del conocido grupo de fotógrafos Hermanos Mayo. Era el mayor de edad del grupo y fue conocido como Paco Mayo, quien fotografió al líder ruso León Trosky, asesinado en 1942 en su casa de Coyoacán. También retrató a Marilyn Monroe, Diego Rivera, Frida Khalo y a Sarita Montiel. Con sus hermanos Julio, Faustino, Cándido y Pablo heredaron un archivo histórico de fotografías, adquirido por el gobierno y llevado al Archivo General de la Nación.

En octubre de 1953 al viajar en misión periodística, como reportero de El Universal, falleció el queretano Carlos Septién García. Era uno de los pasajeros de un avión que salió de Monterrey rumbo a la Presa Falcón, en Ciudad Acuña, Coahuila. La aeronave se estrelló en la serranía conocida como Mamulique.

Su nombre fue impuesto a la primera escuela de periodismo, formadora de reporteros redactores y fotógrafos de prensa. Más adelante, reconocida por la SEP, impartió la carrera de Licenciado en Periodismo y se extendieron acuerdos para que periodistas en activo, ejercieran como profesores.

En la Redacción de La Prensa
Desde la media mañana del citado domingo, empezamos a reunirnos reporteros y fotógrafos en el quinto piso de Basilio Badillo 40, la Redacción de La Prensa. El turno de auxiliar de redacción le tocó al hoy licenciado Roberto Femat Ramírez, destacado diarista y funcionario en oficinas de prensa.

Lo primero que nos congeló la sangre fue el encuentro de dos damas. Temprano había llegado Chela, la esposa de “Mardolfo Rotinez”; después se presentó Tere, la esposa de Pancho Picco. Chela se levantó del sillón y corrió hacia Tere y se trenzaron en fuerte abrazo. Estallaron en llanto

“Lo siento mucho, Tere, mi más sentido pésame”, expresó Chela, quien estaba enterada de que Pancho saldría de gira, porque Rodolfo se lo platicó, además, le comentó que él deseaba cubrir la gira del candidato. Tere le respondió, con asombró, que Pancho no había ido y el lugar se lo cedió a Rodolfo. No recuerdo bien, pero creo que Chela cayó semidesmayada en el sofá.

Femat, un jovencito ayudante en la Redacción, quiso auxiliar a las señoras. Momentos dramáticos aumentaron al oír a Jacobo leer la lista de los pasajeros y mencionaba a Rodolfo Martínez Martínez y al reportero Jesús Figueroa Ballesteros, ambos enviados de La Prensa.

Carlitos enfurecido
La noche anterior, el sábado 24, el reportero Carlos Catalán Fuentes se enteró que no estaba considerado para acompañar a Moisés Martínez y Alfonso, responsable prioritario de la cobertura informativa. Muy molesto se dirigió a mí, jefe de Información, hablando con voz fuerte, que él deseaba ser el reportero que supliría a Jorge Ramos Ramos.

Le hice saber que el director designó a Moisés y el jefe de Información nombraba al segundo.
–Claro, ya te decidiste por tu consentido. Mandas a Figueroa.

El diálogo subió de tono, Carlitos, siempre sereno, respetuoso y amigable, estaba furioso y hasta de mi progenitora se acordó.

La tarde de la tragedia al llegar a la Redacción, mi estimado compañero simplemente caminaba sin ver a nadie. Se dirigió a su escritorio y más tarde platicamos amistosamente. El destino es cruel en muchos casos. No le tocaba morir a Carlos.

Otro recuerdo. Mi estimado amigo y compañero de muchas aventuras periodísticas, Miguel Ángel Rivera Paz, se iniciaba en La Prensa. Pidió que se le comisionará para cubrir la información e inclusive tenía intenciones de ir al lugar del accidente.

Nombres de nuestros hermanos
Al escribir los nombres de mis fraternales compañeros del diarismo, reporteros y fotógrafos, se me hace un nudo en la garganta y me emociona la nostalgia. Conviví con muchos de ellos en plan familiar.

Mario Rojas Cedeño, extraordinario reportero redactor, veterano en la Cadena García Valseca después conocida como Organización Editorial Mexicana. Pepe Falconi Castellanos compartió agradables noches bohemias, como excelente poeta de origen chiapaneco y mi compañero en el diario Zócalo.

El maestro Adolfo Olmedo Luna, hermano de Jorge que era “el cablista” en La Prensa. Estaba en Ovaciones, siempre dispuesto a compartir lo reporteado por él. Adolfo era serio, pero amigable.

También viajaban Miguel de los Santos, Rafael Moya (jefe de Redacción de El Heraldo de México) Hernán Porragas Ruiz, de El Sol de México. Rubén Porras Ochoa, de La Afición.

Con los fotógrafos Lalo Quiroz González, Jaime Gutiérrez Hermosillo, José Ley Zárate, me tocó ser su compañero en diferentes eventos. A Ismael Casasola Tezcucano, de El Heraldo de México, también lo conocí, sin coincidir en tareas reporteriles.

Desde estas líneas mi recuerdo para ese grupo de tundemáquinas y ases de la cámara. Hermanos en la gran Familia del Diarismo.

Para los familiares de cada uno de ellos, un abrazo con todo mi aprecio. Para las dos hijas e hijo de Chela y Rodolfo, un abrazo cariñoso.

En el avión subió a última hora, el doctor Camilo Ordaz Hernández, del Instituto de Estudios Políticos Económicos y Sociales, del PRI.

La tripulación: capitán piloto aviador Leopoldo Ramírez D´Estefano (primo hermano de Ricardo, Leonardo, Roberto y Pepe Femat Ramírez, quienes laboraron en La Prensa), el copiloto Javier E. Ríos Rivera y la sobrecargo ya mencionada.

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