Los difíciles equilibrios mundiales

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Tras las sorpresivas victorias del Brexit, en Gran Bretaña, y el triunfo de Donald Trump, en Estados Unidos, hechos a los que se sumó la derrota del colombiano Juan Manuel Santos en su intento por poner fin a la guerra contra las Farc, el mundo occidental entró en una etapa de estupefacción que hoy amenazaba con desbordarse con el referéndum italiano y las elecciones presidenciales en Austria.

No sucedió del todo así. Austria lanzó una leve luz sobre el futuro del mundo, al menos de Europa que parecía entrar en un desquebrajamiento a su unión que costó varias décadas de formación.

El candidato progresista, de corte ambientalista, Alexander Van der Bellen, se alzó con el triunfo sobre su oponente, Norbert Hofer, calificado de ultraderechista y sobre quien los ojos del mundo seguían de cerca después del triunfo de Trump, al considerar casi un hecho su victoria en el país centroeuropeo.

En las urnas, Van der Bellen afianzó su triunfo por unos 5 puntos de ventaja sobre Hofer.

Algo distinto sucedió en Italia donde Matteo Renzi sufrió su derrota en el referéndum para modificar la Constitución italiana que propugnaba por disminuir el número de senadores y dar más poder al gobierno central para alcanzar mayor gobernabilidad en la península.

Los números, a salir de casillas, expuestas por los votantes no le favorecían y, de concretar su promesa, Renzi tendría que renunciar a su cargo, algo similar a lo que hizo el inglés David Cameron cuando perdió el referéndum del Brexit.

Los problemas se avizoran fuertes y graves para la economía y finanzas italianas, lo que, de nueva cuenta, pondría en la picota a la Unión Europea.

El detonante del encumbramiento de la derecha, con ciertos rasgos de populismo y nacionalismo, tiene como base el problema de los refugiados que durante este año y el anterior cimbraron con fuerza a los gobiernos de la Unión Europa, allá, y al norteamericana, aquí, en nuestro Continente.

Sin embargo, lo que subyace en el fondo de todo el mundo es la supremacía que han logrado las empresas para colocarse, incluso, por encima de muchos gobiernos. Aquí sí, del occidente y del oriente. No hay distingo alguno.

El hecho de que los organismos internacionales, encabezados por Naciones Unidas (ONU) vengan insistiendo en poner barreras a ese poder omnímodo de las transnacionales (globales, se les llama ahora) habla de ese deseo universal de buscar otro orden mundial que tenga un rostro más humano.

Para nadie es un secreto que el mundo se mueve, actualmente, por la economía, a cuyo encanto han cedido los partidos políticos, convertidos ahora, en la mayoría de los casos, en una especie de franquicias, por lo que sus protagonistas caen con facilidad en actos de corrupción.

En el caso de México, los políticos ocupan lo más bajo de la escala de credibilidad ante la sociedad por los actos de corrupción en que están envueltos casi todos, lo que, a su vez, lleve a la creencia social generalizada de que ninguno de ellos, ni los partidos políticos los representan, según investigaciones de los últimos años.

El próximo año podría seguir la incertidumbre europea. Francia y Alemania estarán en los ojos del mundo. Ambos enfrentarán elecciones en 2017, lo harán en un escenario de auge del ultraderechista Frente Nacional y la xenófoba Alternativa de Alemania, respectivamente.

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