Grupo Banco Mundial

Washington, D.C., 6 de junio de 2020.- La pandemia de Covid-19 (enfermedad por coronavirus) y los confinamientos económicos están asestando un duro golpe a la economía mundial y, en particular, a los países más pobres. Los países en desarrollo y la comunidad internacional pueden adoptar medidas ahora para acelerar la recuperación una vez que haya pasado la peor parte de la crisis sanitaria y para mitigar los efectos negativos a largo plazo, de acuerdo con los datos incluidos en los capítulos analíticos del informe Perspectivas económicas mundiales, del Grupo Banco Mundial, que se publicaron el pasado martes.

Las medidas de respuesta a corto plazo para abordar la emergencia sanitaria y garantizar los servicios públicos básicos deberán ir acompañadas de políticas integrales para promover el crecimiento a largo plazo, que incluyan el mejoramiento de la gobernanza y los entornos empresariales, así como la ampliación y la mejora de los resultados de las inversiones en educación y salud pública. Para lograr que las economías sean más resilientes en el futuro, muchos países deberán establecer sistemas que puedan generar y retener más capital humano y físico durante la recuperación, aplicando políticas que reflejen la necesidad de nuevos tipos de empleos, empresas y sistemas de gobernanza, y los promuevan, en el período pospandémico.

El análisis se ha dado a conocer antes de la publicación del informe completo, el 8 de junio, que incluirá las previsiones más recientes del Grupo del Banco para la economía mundial.

“El alcance y la velocidad de los efectos devastadores de la pandemia de Covid-19 y los confinamientos económicos en los habitantes pobres de todo el mundo no tienen precedentes en los tiempos modernos. Las estimaciones actuales indican que 60 millones de personas podrían caer en la pobreza extrema en 2020. Es probable que estas estimaciones aumenten aún más, lo que dependerá, primordialmente, de la reapertura de las economías avanzadas”, señaló el presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass.

“Las políticas que se elijan hoy —incluido el aumento de la transparencia de la deuda para propiciar nuevas inversiones, los avances más veloces en materia de conectividad digital y una enorme expansión de las redes de protección social en efectivo para las personas pobres— contribuirán a limitar los daños y a lograr una recuperación más sólida. El financiamiento y la construcción de infraestructura productiva serán, entre otros, los desafíos de desarrollo más difíciles de resolver en el período de recuperación posterior a la pandemia. Es necesario establecer medidas para acelerar los procesos judiciales y la resolución de las quiebras, y reformar los costosos subsidios, monopolios y empresas estatales protegidas que han lentificado el desarrollo”.

Las profundas recesiones asociadas con la pandemia probablemente exacerbarán la desaceleración que se registra desde hace décadas en el crecimiento económico y la productividad, los principales factores que impulsan el aumento de los niveles de vida y la disminución de la pobreza. Además del problema de desigualdad derivado del crecimiento lento, las personas pobres y vulnerables se encuentran entre las más afectadas por la pandemia y el confinamiento económico, a través, por ejemplo, del contagio, el cierre de las escuelas y la disminución de los flujos de remesas.

Las medidas necesarias para proteger la salud pública han debilitado la economía mundial, ya frágil, causando recesiones profundas tanto en las economías avanzadas como en las economías de mercados emergentes y en desarrollo (Meed). En el análisis se señala que las Meed que tienen sistemas de salud deficientes; las que dependen marcadamente del comercio internacional, el turismo o las remesas del extranjero, y las que dependen de las exportaciones de productos básicos se verán especialmente afectadas.

En el largo plazo, la pandemia dejará daños perdurables a través de múltiples vías, incluida la disminución de las inversiones; la erosión del capital físico y humano a raíz del cierre de empresas y la pérdida de escolaridad y empleos, y el repliegue del comercio internacional y las relaciones de suministro. Estos efectos reducirán el producto potencial —la producción que una economía puede mantener con pleno empleo y a plena capacidad— y la productividad laboral durante muchos años por venir. Las vulnerabilidades preexistentes, los dividendos demográficos que se desvanecen, y los cuellos de botella estructurales acrecentarán los daños a largo plazo causados por las recesiones profundas asociadas con la pandemia.

“Cuando comenzó la pandemia, muchas economías emergentes y en desarrollo ya se encontraban en una situación vulnerable debido a los niveles récord de deuda y al crecimiento mucho más débil. En combinación con los cuellos de botella estructurales, esto acrecentará los daños a largo plazo causados por las recesiones profundas asociadas con la pandemia”, señaló Ceyla Pazarbasioglu, vicepresidenta de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Grupo Banco Mundial. “Se necesitan medidas urgentes para limitar los daños, reconstruir la economía y lograr que el crecimiento sea más sólido, resiliente y sostenible”.

Las políticas de reconstrucción tanto en el corto como en el largo plazo suponen el fortalecimiento de los servicios de salud y la aplicación de medidas de estímulo muy focalizadas para ayudar a reavivar el crecimiento. Esto incluye adoptar medidas para sostener al sector privado y para entregar dinero directamente a las personas a fin de promover un retorno más rápido a la creación de empresas después de que haya pasado esta pandemia. Durante el período de mitigación, los países deberán abocarse a mantener la actividad económica a través de apoyo destinado específicamente a proporcionar liquidez a los hogares, las empresas y los servicios públicos esenciales. Al mismo tiempo, los responsables de formular políticas deberán estar atentos para contrarrestar cualquier perturbación financiera que pudiera producirse.

Durante el período de recuperación, los países deberán calibrar la disminución del apoyo público y dedicar especial atención a los desafíos de desarrollo más amplios. El análisis abarca la importancia de propiciar una asignación ordenada del capital nuevo a sectores que sean productivos en las nuevas estructuras que surjan en el período pospandémico. Con ese fin, los países deberán incorporar reformas que permitan que el capital y la mano de obra se adapten con relativa rapidez, mediante la aceleración de la resolución de controversias, la disminución de los obstáculos regulatorios y la reforma de los costosos subsidios, monopolios y empresas estatales protegidas que han lentificado el desarrollo.

En el caso de muchos países, la resiliencia económica en el futuro dependerá de su capacidad para generar y retener más capital humano y físico durante la recuperación. En un mundo pospandémico, serán fundamentales las políticas que reflejen y promuevan nuevos tipos de empleos, empresas y sistemas de gobernanza. El aumento de la transparencia en los compromisos financieros y la inversión también contribuiría a restaurar la confianza y a facilitar el crecimiento de las inversiones.

A raíz de las restricciones a la movilidad y la recesión mundial, en marzo se produjo la mayor caída de los precios del petróleo que se haya registrado en el curso de un mes. El desplome de los precios del petróleo, impulsado predominantemente por la demanda, que se produjo después de que los productores de petróleo no llegaran a un acuerdo respecto de las metas de producción, dio lugar a un marcado aumento en las existencias mundiales de petróleo. En el análisis también se describen en detalle las consecuencias de la caída del precio del petróleo para la economía mundial y, en particular, para los Meed que exportan energía.

En el corto plazo, mientras se sigan aplicando las restricciones al transporte y los viajes, es probable que los precios bajos del petróleo no sean de gran ayuda para el crecimiento y, por el contrario, podrían agravar el daño causado por la pandemia al debilitar aún más las finanzas de los productores. También es probable que, en el mejor de los casos, proporcionen un apoyo pequeño a la actividad mundial en la primera etapa de la recuperación.

“Al comenzar la actual crisis, las economías emergentes y en desarrollo exportadoras de petróleo tenían una posición fiscal débil a raíz de las medidas adoptadas para enfrentar la caída del precio del petróleo en el período 2014-16. Además de la crisis de salud pública sin precedente, estas economías sufren actualmente graves dificultades económicas a medida que sus ingresos de exportación se desploman”, sostuvo Ayhan Kose, el director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial. “Incluso, si los precios del petróleo aumentaran a medida que se recupera la demanda mundial de petróleo, la caída reciente de los precios representa para los países exportadores de petróleo otro recordatorio de la urgencia de proseguir las reformas para diversificar sus economías”.

Los actuales precios bajos del petróleo también brindan la oportunidad de revisar las políticas de fijación de precios de la energía en vista de que los Meed que importan energía deben abandonar los planes de subsidios costosos y asignar sus limitados recursos fiscales a gastos de mayor prioridad que entrañen mejoras en los programas de salud pública y educación.

Respuesta del Grupo Banco Mundial frente a la Covid-19
El Grupo Banco Mundial, una de las principales fuentes de financiamiento y conocimientos para los países en desarrollo, está adoptando medidas rápidas y de amplio alcance a fin de ayudar a dichos países a fortalecer su respuesta frente a la pandemia. Con tal objetivo, respalda intervenciones de salud pública, trabaja para garantizar el suministro de insumos y equipos esenciales, y ayuda al sector privado a continuar sus operaciones y mantener el empleo.

Destinará hasta USD 160,000 millones en un plazo de 15 meses como apoyo financiero para ayudar a más de 100 países a proteger a los sectores pobres y vulnerables, sostener al sector privado e impulsar la recuperación económica. Dicho monto incluye USD 50,000 millones correspondientes a nuevos recursos de la AIF que se ofrecerán mediante donaciones y préstamos en condiciones sumamente concesionarias.

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