Gracias

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Fue una oportunidad entre cientos de miles en la comunión de dos seres: por ello disfruté la presencia de unos abuelos, del gesto amable de unas tías y los rasgos serios de aquel tío cuyo gesto mentía el fragor que en su interior pulsaba. La nutrida carne de tu carne y el bullir de esta sangre originada en tu sangre me permiten disfrutar de los mejores hermanos, de las bellas hermanas puestas en la vida para mi contentamiento frente a las adversidades, para aprender y aprehender de ellos, para buscar su contento y donde hay constante apoyo incuestionado y una frase de aliento cuando el ánimo va en picada. Junto con la oportunidad me diste la consciencia para testimoniar con mi vida la existencia de primos con quienes compartir los juegos, a quienes demostrar las propias habilidades y a quienes respetar cuando alcanzaron los triunfos anhelados y reconocer sus capacidades aún más cuando cayeron derrotados esforzadamente; de aquella prima que encadenó su pasado a mis recuerdos para estar continuamente en mi realidad; por aquel momento impar de gozo hoy doto a la vida con trascendencia en armonía con otra fuente de vida que a su vez ensanchara el torrente con nuevos efluvios y realidades en tercera generación; porque bulle en mí tu herencia me exalta la risa de los sobrinos, la sonrisa cómplice del cuñado y la armonía en el rostro de las cuñadas, porque con aquel milagro a veces empañado elegí amigos y disfruté la compañía de admirables mujeres.

Con la oportunidad de vivir me diste el momento  para constatar el ciclo con el reverdear en los campos, en los prados, de aprender el canto en el bullir del río eternamente bautismal o el de ese pájaro en la rama del árbol, para disfrutar las ondas destempladas o el paso sutil del viento, para encoger la cabeza entre los hombros con el estallido del trueno y agitarla airosa bajo la lluvia compañera. Veo el gris/violáceo de los montes lejanos y es porque me diste la máxima razón posible: la vida para engarzarla a La Vida.

Cada amanecer es regocijo, cada anochecer un gracias por dejarme zambullir entre el pasado y el presente, para anhelar un futuro que siempre es recóndito e inasible, para hacer uno al compartir lo que tuyo y mío y para no gloriarme con triunfos efímeros ni avergonzarme con derrotas triviales.

Porque me diste la oportunidad de estar, porque lo que hago con mi vida es pecado individual y si algo aporto en el conjunto de mis días será por y para el encadenamiento de las vidas. Todo por la oportunidad de estar, de saber de otros razonamientos en el pasado y disfrutar de las artes y las ciencias con un entendimiento siempre parvulario. Porque me diste la posibilidad de establecer un juicio rudimentario acerca de las cosas en esta vida que no es impecable, para discernir entre los desastrado y lo ordenado, para mudar la razón y regresar al pasado: para reconocer que no hay nada perfecto y que es una gloria estar aquí; para saber que ésto y aquello ya lo dijo e hizo alguien antes y que en la corriente hay idas y regresos, que hay quien lo dijo de mejor manera y otros que guardaron silencio; para oponerme a tus consejos y recuperar el buen ánimo al retomarlos. Perdona las faltas porque hace muchos años fui una esperanza radiante y hoy sólo una irrisoria presencia y porque ser hijo también es reproche, enojo y reconciliación, por todo ello

y por lo que la incapacidad calla:

¡Gracias Madre!

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