Remember: Nao de China

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Entre 1564 y 1821, México -entonces la Nueva España- y Filipinas estuvieron estrechamente unidos por el vaivén del Galeón de Manila, también llamado Nao de China, nombre con el que se conocían a las naves españolas que cruzaban el Océano Pacífico hasta dos veces por año entre Manila (Filipinas) y los puertos mexicanos, para realizar el sueño colombino de conectar el mundo asiático con América para efectuar un comercio lucrativo.

Tras la Independencia de México, el vínculo terminó por romperse. Siguió entonces un largo periodo de indiferencia, hasta que en la década de 1960, las relaciones se volvieron a reanudar, con el fin de revivir el lejano pasado de los tiempos virreinales.

“Justamente Filipinas podría ser el interlocutor de México en Asia; asimismo, como México podría serlo para Filipinas en América Latina. Hoy día, de manera muy específica, cobra mucha importancia esta propuesta, volvamos a ver hacia el Pacífico, volvamos a ver a Asia, acerquémonos mucho más a Filipinas que puede ser nuestro puente de entrada hacia esos grandes mercados asiáticos que necesitamos tanto en este momento en nuestro país”, afirmó Cristina Barrón Soto, investigadora de la Universidad Iberoamericana durante la presentación del libro México y Filipinas. Culturas y memorias sobre el Pacífico, que se llevó a cabo ayer en la Embajada de Filipinas en México.

“Existe más relación entre mexicanos y filipinos de lo que muchas personas pueden recordar, los mexicanos ya no podrían concebir su identidad sin los dulces de tamarindo con chile, del mango de Manila, arroz con leche y canela o del tradicional mole sin las especies, o las técnicas de destilación del aguardiente de coco que acabaron siendo usadas y aplicadas para la destilación del mezcal”, relató.

Durante su intervención, el presidente de El Colegio de Michoacán, José Antonio Serrano Ortega, expuso que fue una visita a Filipinas del expresidente de México, Adolfo López Mateos, la que permitió que se retomaran las relaciones entre ambas naciones.

“Este libro fue fruto de un encuentro académico realizado en noviembre de 2014, en el que investigadores de Filipinas y México celebraron los 450 años del lazo tendido entre nuestros países a través del Galeón de Manila. Ante las circunstancias complejas del contexto político internacional que se viven en la actualidad, es la ocasión idónea de proponer otro tipo de alternativas, conocernos mejor, valorar más lo que nos unió para entenderlo mejor y el día de mañana tener una relación muy provechosa”, dijo el presidente de El Colegio de Michoacán.

Asimismo, el embajador de Filipinas en México, Eduardo José Atienza de Vega, expuso ante los asistentes a la presentación del libro editado por el Colegio de Michoacán y la Ateneo de Manila University, que un filipino en México se siente como en casa debido a la historia que nos une.

“Disfruto ser embajador de Filipinas en México porque la nación mexicana tuvo un gran papel en el establecimiento y la creación de la nación filipina. En Filipinas sólo se nos enseña en la escuela que éramos una colonia de España, y por otra parte, de lo único que hablaban de México, además de su historia en el siglo XX, es del Galeón de Manila y lo mucho que influyó en la cultura de Filipinas”, comentó.

De la misma forma, Mariano Bonialian, profesor e investigador de El Colegio de México, comentó que la publicación puede ser consultada por el público en general: “El atributo del libro es que tiene dos facetas: Es un libro para el conocimiento general de la relación transpacífica entre Filipinas y México para cualquier curioso de esta problemática, y es un libro con una rigurosidad científica envidiable, eso da cuenta de la seriedad con la que los colegas han realizado los ensayos que compilaron Thomas Calvo y Paulina Machuca”.

México y Filipinas tuvieron experiencias similares y complementarias a través de la lengua, la religión y una diversidad de prácticas culturales.

¿Qué significaron estos intercambios en la vida de cada país? Las respuestas a esa interrogante, reflexionadas desde la historia, la antropología y la geopolítica, y emanadas de ese coloquio, es lo que este libro ofrece al lector.

A cuatro siglos y medio de aquel primer encuentro, es preciso volver a recobrar los lazos que una vez unieron a nuestras culturas y con ello, empezar a escribir la segunda parte de esta historia.

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