Signos de los tiempos

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Durante la época cuando el PRI era el partido político hegemónico, las dos semanas anteriores al 1 de septiembre cuando el presidente en turno rendía su informe de gobierno, todos los funcionarios de los gabinetes legal y ampliado (compuestos por las Secretarías de Estado y organismos paraestatales) guardaban silencio para dejar que el mandatario se luciera.

Ese día (1 de septiembre) se consideraba el “Día del Presidente”. Él lo era todo y, por consecuencia, las noticias más importantes del día siguiente tenían que ver con el informe rendido a la ciudadanía.

Hoy, ya no es así; por el contrario, el presidencialismo cayó en desuso y el informe de labores del 1 de septiembre es un día común y corriente. Por lo mismo, nadie o casi nadie, a excepción de los políticos, están al pendiente de lo que dice y ha dicho el presidente.

Son simples estilo de gobierno. El pueblo estaba y está ajeno a ese ritual, porque tiene otras preocupaciones y quehaceres que hacer ese día.

Lo es más ahora cuando el presidente López Obrador habla todos los días y de todos los temas y en los que muchas veces los integrantes de su gabinete son simples figuras decorativas o piezas de la escenografía presidencial.

Así será mañana cuando López Obrador rinda su primer informe de gobierno sobre lo hecho y dejado de hacer durante estos 9 meses de su administración pública federal.

Puede, como ya es costumbre, entregar el informe por escrito al Congreso de la Unión, conformado por las Cámaras de Diputados y de Senadores, y únicamente lanzar el mensaje político que es, más que nada, una pieza oratoria que, anteriormente, delineaba las acciones a realizar para el siguiente año de gobierno, pero que también actualmente está en desuso.

Más ahora que con la irrupción de las redes sociales en el quehacer informativo se sabe y conoce todo, al momento mismo en que suceden las cosas.

No habrá, pues, gran cosa que informar; tampoco habrá anuncio alguno nuevo sobre lo que hará la administración pública federal.

Mañana es domingo. La vida no se detendrá y seguirá su curso normal.

Son los signos de los tiempos que divide la vida nacional entre lo que fue y lo que es, únicamente.

Lo que podría romper esa monotonía, en cierto grado, es sólo la anunciada manifestación político social de quienes son adversos al actual gobierno federal, denominado eufemísticamente “4T”, lo que, en buen romance, significa Cuarta Transformación.

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