Ráfaga: Premio México Ricardo Flores Magón

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Jorge Herrera Valenzuela
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Ciudad de México, 1 de diciembre de 2022.- Cuando ingresé a las filas del diarismo impreso, como reportero-redactor, oí mencionar nombres de hombres a los que ubicaban como miembros de La Vieja Guardia y despertaba en mí la inquietud de saber más de ellos, de su trayectoria en los diarios de la época. Estaba en la segunda mitad del Siglo XX. Mirar hacia atrás conllevaba a recordar el ganar o perder la noticia.

No me invade la nostalgia, sino la emoción de saberme parte de la “nueva” Vieja Guardia del Periodismo Mexicano. Motivado a seguir en el ejercicio de la profesión u oficio más apasionante de mi vida: el de reportero y redactor, el ser testigo de los sucesos y sin ser historiador, redacto, como mis compañeras y compañeros, la Historia de México. Desde hace 12 años inmerso en el periodismo digital.

La modernidad también llegó a las redacciones del diarismo. En el año 1975 “perdimos” la mitad de nuestro espacio, en el quinto piso, del diario La Prensa. Instalaron los primeros cubículos para cambiar las máquinas mecánicas y las eléctricas por modernos aparatos llamados computadoras. Entonces requerían clima especial. No fumar. Hoy, el periodismo digital es la inmediatez en tiempo y espacio. Es la comunicación universal.

Pues bien, las reminiscencias me remiten a entrar en el tema del comentario. Mañana, viernes 2 de diciembre, la dirigencia de la Federación Latinoamericana de Periodistas, celebrará su Congreso para renovar el cuadro directivo, donde actualmente figura mi amigo, compañero del reporteo policíaco, Teodoro Rentería Arroyave. Los congresistas atestiguarán la entrega de placas conmemorativas por más de medio siglo en el tecleo, así como premios por género periodístico.

La Felap fue organizada el 7 de junio 1976 y tiene como sede la Ciudad de México. Agrupa, me informaron, a 80,000 reporteros, redactores, columnistas, jefes de Información y de Redacción que laboran en Latinoamérica y el Caribe. Además de ser un organismo defensor de la libertad de expresión, vigilante del derecho de opinar, difundir y comunicar las noticias, la Felap premia a quienes se entregan apasionadamente, en su vida, a la noble tarea periodística.

Del telegrama a la computadora
Al comentar sobre la Vieja Guardia del Periodismo, mi mente se retrotrae a los días en que como “enviados especiales”, fuera del Distrito Federal, el telégrafo era el auxiliar número uno. Redactábamos, telegráficamente, la noticia; acudíamos a la oficina respectiva y de ahí el texto a la Redacción. Un redactor desarrollaba la nota para su publicación.

Nos modernizamos para hacer llegar la información. Utilizamos el teléfono, marcando el 02, símbolo de “larga distancia”. Llegaron los días del télex. Luego sería el fax. Ahora, desde donde nos encontremos, el reportero con su voz o mediante mensaje escrito nos da la noticia, con la imagen correspondiente. Antes mediamos nuestra nota por cuartilla (hoja de papel tamaño carta). Ahora es por número de palabras.

Hago mención a todo lo anterior, porque estoy seguro de que así lo vivimos quienes rebasamos los cincuenta años como informadores o comentaristas, recordamos los años sesenta cuando surgió un avance el diarismo impreso, tuvo competencia con la inmediatez del periodismo radiofónico y la transmisión con imágenes, el periodismo televisado. En lejanas épocas hubo noticieros cinematográficos. Uno se titulaba España México Argentina y su productor era don Manuel Barbachano Ponce y la voz era de don Fernando Marcos. Televicentro (hoy Televisa) hizo el suyo y lo veíamos en las pantallas de los cines.

Nombres, nombres, nombres
El prestigiado Premio México “Ricardo Flores Magón” lo recibiremos, para orgullosamente presumirlo, más de treinta colegas y comienzo por citar al grupo de quienes somos veteranos, contándome entre ellos:

Gloria Díaz González, columnista toluqueña y Decana del Periodismo Mexiquense, 71 años de teclear. De Oaxaca y con 67 calendarios en el periodismo, Carlos Cervantes. Dos con 66 diciembres en su haber, el incansable Teodoro Rentería Arróyave y el morelense Pablo Rubén Villalobos Hernández.

Su servidor recibirá el premio porque el próximo 16 de este diciembre, cumple 68 años de haber recibido su primer diploma por un artículo publicado en la Revista Dinamismo, editada por el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana. La ceremonia fue en la Sala Manuel M. Ponce, en Bellas Artes. Me lo entregó el representante personal del presidente Adolfo Ruiz Cortines, don Fernando Román Lugo, subsecretario de Gobernación. Anticipo mi agradecimiento a los integrantes del jurado que me incluyó.

Por estar entre quienes rebasaron los 50 años de periodistas: Miguel Reyes Razo, Salvador del Río, José Antonio Aspiros Villagómez, así como mi gran amiga Sara Lovera López. En este grupo también figura mi compañero en la “fuente” policíaca y querido compadre Félix Fuentes Medina y el entrañable caricaturista, cartonista, monero y dibujante Juan Pedro Sol Lande Tardán, para los cuates, Pedro Sol.

Para no herir susceptibilidades, más premiados: Sergio Jesús Martínez Vázquez, Gonzalo Martré, José Heliodoro Zamora del Castillo, Erwin Macario Rodríguez, Macrina Paredes Arciniaga, Jorge Albarrán Jaramillo, Gloria Elvira Biebrich López, Carmen Aída Ochoa Rivera, Jorge Luis Telles Salazar, Carlos Alfredo Arévalos, José Arenas Gálvez, José Manuel Aparicio Méndez, Jorge Ibarrarán Aranda, Arturo Galván Álvarez y Ruperto Portela Alvarado.

Lafragua y Flores Magón
Por coincidencia encontré que en diciembre de 1855 entró en vigor el Reglamento de la Libertad de Imprenta que elaboró el diplomático, político y escritor poblano José María Lafragua Ibarra para abolir la dictatorial Ley de Imprenta de Teodosio Lares. Lafragua figuró en los gabinetes de los presidentes Juan N. Álvarez y Benito Juárez.

La Ley Lafragua señaló que nadie podía ser molestado por sus opiniones, prohibiéndose la censura de todo tipo que imponía la reglamentación del potosino para impedir cualquier comentario contra el presidente Antonio López de Santa Anna.

En 1857, la Ley Lafragua fue elevada a rango constitucional y, por ello, se le incluyó en el capítulo de las Leyes de Reforma.

Este ilustre revolucionario y liberal fue inhumado en el Panteón de San Fernando, en la misma tumba donde sepultaron a su prometida, la que falleció antes de que contrajeran matrimonio.

El nombre del Premio México Ricardo Flores Magón es un no solo merecido, sino glorioso, porque se trata de un oaxaqueño que, junto con su hermano Jesús, luchó apasionadamente contra la dictadura de su paisano Porfirio Díaz, a través de manifiestos, conferencias y, principalmente, con su semanario Regeneración, periódico combativo, que circuló clandestinamente desde el 7 de agosto de 1900, en la Ciudad de México.

Los hermanos Flores Magón, incluido el menor de nombre Enrique, fueron perseguidos por el gobierno porfirista. Tuvieron que huir hacia la frontera norte e internarse en territorio norteamericano. Regeneración llegó a circular hasta 20,000 ejemplares y tuvo cuatro etapas en su historial que terminó en 1918.

Por sus actividades anarquistas, Ricardo (Cipriano Ricardo Jerónimo, hijo de Teodoro Flores y Margarita Magón) fue enjuiciado y sentenciado a 40 años de prisión, porque el gobierno yanqui lo consideró un saboteador en los días de la Primera Guerra Mundial. El revolucionario, escritor, político y activista murió el 22 de noviembre de 1922 en un calabozo de la prisión de Leavenworth, Kansas.

Con motivo del centenario de su fallecimiento, el gobierno federal decretó el Año Conmemorativo de Ricardo Flores Magón, cuyo nombre fue inscrito en letras de oro en el muro de honor de la Cámara de Diputados, en 1939. Sus restos desde 1945 están, por acuerdo presidencial, en la entonces Rotonda de los Hombres Ilustres, hoy de las Personas Ilustres.

Adiós a dos colegas
Desde estas líneas envío un abrazo solidario y mi sentido pésame a los familiares de dos muy queridos colegas, amigos desde nuestros días en la Escuela Nacional Preparatoria No. 1: Francisco Algorri Espinoza y Mario Hernández Malda.

Paco Algorri, inquieto desde estudiante en la Facultad de Ingeniería, participo en la integración de las sociedades de alumnos, fue integrante de la Federación Estudiantil Universitaria. Nos encontramos en el Congreso Nacional de Redactores Estudiantiles, en 1956, en Guadalajara.

En el ámbito federal conquistó simpatías, reconocimientos y felicitaciones por su desempeño en el manejo de las oficinas de prensa que le fueron encomendadas. Siempre brindó amistad. Hombre sonriente y lo recuerdo al lado de Javier García Paniagua, en Reforma Agraria. Trabajó en el PRI nacional. En Ciudad Sahagún, pero estuvo en más dependencias.

Mario Hernández Malda, abogado de la Generación 1956, periodista, escritor destacado y reconocido perito en criminalística. También compartimos como preparatorianos en el Barrio de San Ildefonso y después en la recién inaugurada Ciudad Universitaria. Publicó un periódico estudiantil titulado Nueva Generación y estuvo en el referido congreso celebrado en el paraninfo Díaz de León de la Universidad de Guadalajara.

Su pasión: ser criminólogo. Su desempeño en las Procuradurías de Justicia, del D.F. y de la República, así como en el Servicio Secreto, éste dependiente de la Jefatura de Policía Preventiva del D.F., le mereció reconocimientos por su trabajo que trascendió nuestras fronteras. La Dirección Federal de Seguridad lo llamaba constantemente. En el Ejército sirvió con sus peritajes y alcanzó el grado de coronel.

Sirvieron con mucha vocación y honestidad. Paco y Mario siempre estarán presentes entre nosotros.

En el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas, Inehrem, durante cinco años asistimos a los cursos-conferencias sobre la Historia de México y sus personajes. El grupo lo integramos Mario, Susana Avilés Aguirre, Isabel Orvañanos Buch, Oscar González Azuela y este comentarista.

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