Sabine von Mering* y Monika Hübschera** / IJNet

Washington, D. C., 10 de agosto de 2022.- Los incidentes antisemitas han mostrado un fuerte aumento en Estados Unidos. La Liga Antidifamación de Nueva York, que rastrea casos desde 1979, reveló que hubo 2,717 incidentes en 2021. Esto representa un aumento del 34% con respecto a 2020. Por su parte, la Comisión Europea detectó que, durante la pandemia, las publicaciones antisemitas habían aumentado siete veces en las redes sociales en Francia, y más de trece veces en Alemania.

Junto con otros académicos, decidimos analizar cómo la tecnología y el modelo de negocio de las plataformas sociales estaban impulsando el antisemitismo. El libro de 2022 que coeditamos, «Antisemitism on Social Media», ofrece perspectivas de Estados Unidos, Alemania, Dinamarca, Israel, India, Reino Unido y Suecia sobre cómo los algoritmos de Facebook, Twitter, TikTok y YouTube contribuyen a la difusión del antisemitismo.

¿Cómo se manifiesta el antisemitismo en las redes sociales?
El odio contra los judíos en las redes se suele expresar en representaciones estereotipadas de los judíos que provienen de la propaganda nazi o de la negación del Holocausto.

Las publicaciones antisemitas también expresan un odio que se basa en la noción de que todos los judíos son sionistas –es decir, que forman parte del movimiento nacional que apoya a Israel como Estado judío– y que el sionismo es algo innatamente malo.

Sin embargo, el antisemitismo actual no solo se dirige a los israelíes y no siempre adopta la forma de eslóganes tradicionales o discursos de odio. El antisemitismo contemporáneo se manifiesta en diversas formas como GIFs, memes, vlogs, comentarios y reacciones como «me gusta» en las plataformas.

La investigadora Sophie Schmalenberger descubrió que el antisemitismo se expresa no solo con un lenguaje e imágenes contundentes e hirientes, sino también de formas codificadas que pueden pasar fácilmente desapercibidas. Por ejemplo, en Facebook, el partido de derecha radical alemán Alternative für Deutschland, o AfD, omite el Holocausto en los mensajes sobre la Segunda Guerra Mundial. También utiliza un lenguaje antisemita y una retórica que presenta el antisemitismo como algo aceptable.

El antisemitismo puede adoptar formas sutiles, como emojis. La combinación de una estrella de David y una rata se asemeja a la propaganda que comparaba a los judíos con alimañas. En la Alemania nazi, la repetición constante y la normalización de estas representaciones condujeron a la deshumanización de los judíos y, finalmente, a la aceptación del genocidio.

Otras formas de antisemitismo en las redes son los ataques de trolls antisemitas; usuarios que se organizan para interrumpir eventos en línea inundándolos con mensajes que niegan el Holocausto o difunden mitos conspirativos, como hace QAnon.

Las académicas Gabi Weimann y Natalie Masri estudiaron TikTok. Descubrieron que los niños y los jóvenes corren el riesgo de estar expuestos, a menudo sin saberlo, al antisemitismo en esta plataforma tan popular y de rápido crecimiento, que ya cuenta con más de mil millones de usuarios en todo el mundo. Algunos de los contenidos que se publican combinan clips de imágenes de la Alemania nazi con nuevos textos que menosprecian o se burlan de las víctimas del Holocausto.

La exposición continua a contenidos antisemitas a una edad temprana, dicen los estudiosos, puede conducir tanto a la normalización del contenido como a la radicalización del espectador de Tik-Tok.

Antisemitismo algorítmico
El antisemitismo está alimentado por algoritmos, a los que se programa para registrar el engagement. Esto asegura que cuanto más engagement reciba una publicación, más usuarios la verán. El engagement incluye todas las reacciones, como los «me gusta» y los «no me gusta», las acciones y los comentarios, incluidos los contra-comentarios. El problema es que las reacciones a las publicaciones también desencadenan gratificantes golpes de dopamina en los usuarios. Como los contenidos escandalosos son los que más engagement generan, los usuarios se sienten más animados a publicar contenidos de odio.

Sin embargo, incluso los usuarios de redes que publican comentarios críticos sobre contenidos de odio no se dan cuenta de que, debido al funcionamiento de los algoritmos, acaban contribuyendo a su difusión.

La investigación sobre las recomendaciones de videos en YouTube también muestra cómo los algoritmos conducen gradualmente a los usuarios a contenidos más radicales. El antisemitismo algorítmico es, por tanto, una forma de lo que el criminólogo Matthew Williams llama «odio algorítmico» en su libro » The Science of Hate».

¿Qué se puede hacer?
Para combatir el antisemitismo en las redes sociales, las estrategias deben estar basadas en la evidencia. Pero ni las empresas ni los investigadores han dedicado hasta ahora suficiente tiempo y recursos a esta cuestión.

El estudio del antisemitismo en las redes plantea desafíos únicos a los investigadores. Necesitan tener acceso a datos y a financiamiento para poder desarrollar contraestrategias eficaces. Hasta ahora, los investigadores dependen de la cooperación de las empresas de redes sociales para acceder a los datos, que en su mayoría no están regulados.

Estas empresas han puesto en marcha directrices para denunciar el antisemitismo en sus plataformas y organizaciones de la sociedad civil han exigido que se actúe contra el antisemitismo algorítmico. Sin embargo, las medidas adoptadas hasta ahora son lamentablemente inadecuadas, cuando no peligrosas. Por ejemplo, el contra-discurso, que a menudo se promueve como una posible estrategia, tiende a amplificar el contenido de odio.

Para abordar el discurso de odio antisemita, las empresas de redes sociales tendrían que cambiar los algoritmos que recogen y curan los datos de los usuarios para las empresas publicitarias, que constituyen una gran parte de sus ingresos.

La difusión de mensajes antisemitas en las redes es global no tiene fronteras y se produce a una escala sin precedentes. Creemos que será necesario el esfuerzo colectivo de empresas, investigadores y la sociedad civil para combatir este problema.

* Sabine von Mering es directora del Centro de Estudios Alemanes y Europeos de la Universidad de Brandeis
** Monika Hübscher, investigadora asociada y candidata a doctora de la Universidad de Duisburgo-Essen.

Este artículo fue publicado en The Conversation bajo una licencia Creative Commons.

Anuncio

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí