Inflación podría causar estragos en los pobres del mundo

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Indermit Gill*, Peter Nagle**

Washington, D. C., 2 de abril de 2022.- La inflación ha regresado y está provocando estragos. El aumento de la actividad económica, las interrupciones en las cadenas de suministro y el alza de los precios de los productos básicos convergieron en 2021 para llevar la inflación mundial al nivel más alto desde 2008. En los mercados emergentes y las economías en desarrollo, la inflación fue la más alta desde 2011. En la actualidad, en más de la mitad de estas economías, que cuentan con un marco de metas inflacionarias, la inflación supera los objetivos establecidos.

La guerra en Ucrania está empeorando rápidamente la situación. Los precios de los alimentos y los combustibles se han disparado, ya que Rusia y Ucrania son grandes exportadores de muchos productos básicos, como el gas, el petróleo, el carbón, los fertilizantes, el trigo, el maíz y el aceite de semillas. Numerosas economías de Europa y Asia central, Oriente Medio y África dependen casi por completo de las importaciones de trigo procedentes de Rusia y Ucrania. En el caso de los países de ingreso bajo, las interrupciones en los suministros, así como el alza de los precios podrían provocar un aumento del hambre y la inseguridad alimentaria. Además, las alteraciones en las cadenas de suministro podrían intensificar las presiones inflacionarias.

Para muchos hogares en todo el mundo, el aumento de la inflación supone un desafío importante. El incremento de los precios puede mermar el valor de los salarios y los ahorros reales, aumentando la pobreza de los hogares. Pero los impactos no afectarán a todos del mismo modo: los hogares de bajos y medianos ingresos tienden a ser más vulnerables a una inflación elevada que los hogares más ricos. Eso refleja la composición de sus ingresos, activos y canastas de consumo. Sin embargo, la inflación puede afectar menos a los hogares más pobres que viven por debajo de la línea de pobreza mundial. Ello se debe a que los hogares más pobres tienen ingresos salariales o activos mínimos y suelen depender de ingresos no monetarios, como la agricultura de subsistencia o el trueque, que pueden ser menos vulnerables a la inflación.

Composición del ingreso
En las economías avanzadas, los hogares de bajos y medianos ingresos tienden a depender en mayor medida de los ingresos salariales y los pagos de transferencias que los hogares más ricos. La inflación de los precios a menudo supera el crecimiento de los salarios y las transferencias, mientras que es más probable que los ingresos del trabajo por cuenta propia y los ingresos por inversión sigan el ritmo de la inflación. Por lo tanto, la inflación puede reducir los ingresos de los hogares más pobres en relación con los de los más ricos. Entre los mercados emergentes y las economías en desarrollo, el panorama es similar. En Brasil, por ejemplo, el trabajo independiente y los ingresos por inversión representan una mayor proporción de los ingresos en los hogares de altos ingresos que en los de bajos y medianos ingresos. Sin embargo, los hogares más pobres también dependen de los ingresos no monetarios.

Notas: «Bajo» se refiere al percentil 25 inferior de los hogares, «mediano» a los percentiles 25 al 75 y «alto» al percentil 25 superior. Los datos correspondientes a Estados Unidos no se pueden comparar directamente con los de Brasil debido a las diferencias entre las encuestas. Los percentiles de Estados Unidos se basan en la riqueza, mientras que los de Brasil se estiman en función de los ingresos. Los salarios y las transferencias incluyen sueldos, transferencias de asistencia social y pagos de pensiones. El trabajo independiente y las inversiones incluyen los ingresos del trabajo por cuenta propia, los ingresos por intereses, los dividendos y las ganancias de capital. Los ingresos no monetarios incluyen los ingresos obtenidos a través del autoconsumo, el autoabastecimiento o el autoarriendo.

Composición de los activos financieros
Los hogares más pobres a menudo carecen de acceso a productos financieros que les puedan proteger contra la inflación, porque estos pueden tener costos iniciales o continuos y, por lo tanto, no ser asequibles. En Estados Unidos, por ejemplo, casi todos los hogares tienen una cuenta corriente o de transacciones en una institución financiera. No obstante, muchos menos hogares tienen productos de ahorro o de inversión. Además, la distribución está muy sesgada: el cuartil más rico de los hogares estadounidenses tiene cinco veces más probabilidades que los más pobres de poseer certificados de depósito, seis veces más probabilidades de poseer bonos de ahorro y 12 veces más probabilidades de poseer fondos de inversión.

La elevada inflación, en síntesis, tiende a empeorar la desigualdad o la pobreza porque afecta más a los ingresos y los ahorros de los hogares más pobres o de medianos ingresos que a los de los hogares ricos. Los hogares que recientemente han escapado de la pobreza podrían caer de nuevo en esta situación debido al aumento de la inflación.

Composición de las canastas de consumo
Los hogares más pobres pueden experimentar tasas de inflación más altas que los hogares ricos. La inflación de los precios al consumidor se calcula utilizando una canasta de bienes representativos del consumidor promedio. Sin embargo, la composición real del gasto varía considerablemente según el grupo de ingreso. Por ejemplo, los hogares de más bajos ingresos en las economías emergentes y en desarrollo gastan aproximadamente el 50% de sus ingresos en alimentos. En el caso de los hogares de más altos ingresos, la cantidad es solo el 20%. El reciente aumento de los precios de los alimentos y la energía podría afectar de manera desproporcionada a los hogares más pobres. Los hogares de altos ingresos pueden reemplazar fácilmente los bienes de mayor calidad por bienes de menor calidad en tiempos de crisis económicas. También pueden aprovechar mejor los descuentos en compras y ventas al por mayor. Normalmente, los hogares pobres no tienen esas opciones.

En algunas economías emergentes y en desarrollo, el alza de los precios de los alimentos tiene el potencial de beneficiar a un segmento considerable de los pobres. En una economía en desarrollo promedio, más de la quinta parte de los hogares que se encuentran alrededor o por debajo de la línea de pobreza son vendedores netos de alimentos, por lo que el alza de los precios de los alimentos podría ser positiva para ellos. No obstante, la gran mayoría de los pobres de las economías en desarrollo siguen siendo compradores netos de alimentos, por lo que las escaladas de los precios de los alimentos tienden a aumentar la pobreza en general.

Qué pueden hacer los responsables de formular políticas
Los gobiernos han recurrido a los subsidios para atenuar el impacto en los hogares. En algunos casos, los subsidios pueden ser un instrumento de transición eficaz para aliviar los efectos de las crisis. Sin embargo, tienden a dejarse durante demasiado tiempo, lo que conduce siempre a consecuencias adversas. Los subsidios pueden menoscabar rápidamente el gasto en infraestructura, salud y educación. Por ejemplo, las subvenciones energéticas tienden a focalizarse en los hogares más ricos que en los más pobres y fomentan el exceso de consumo.

Es preocupante que muchos gobiernos consideren la aplicación de restricciones comerciales y prohibiciones a las exportaciones para proteger el suministro de alimentos interno. Deberían desistir. Políticas como estas que parecen apropiadas a nivel nacional suelen provocar terribles consecuencias mundiales. Durante la escalada de los precios de los alimentos en 2010-11, las restricciones comerciales amplificaron el alza de los precios mundiales y empujaron a millones de personas a la pobreza, aunque redujeron los aumentos de los precios internos.

Los responsables de formular políticas deberían, en cambio, utilizar políticas de bienestar social para proteger a los más pobres del alza de los precios. Estas políticas podrían incluir redes de protección social específicas, como transferencias monetarias, alimentos y transferencias en especie (PDF); programas de alimentación escolar y programas de obras públicas. El cálculo de los índices de inflación para los diferentes grupos de ingreso proporciona información más adecuada sobre la inflación que experimentan realmente los pobres y debería orientar el diseño de las redes de protección social. Será necesaria la cooperación internacional y esfuerzos de comunicación para evitar la aplicación de medidas de toma y daca.

Los bancos centrales de los mercados emergentes y las economías en desarrollo también han actuado con rapidez para frenar la inflación. A la hora de decidir las próximas medidas, deberían tener en cuenta los posibles efectos en la pobreza y la desigualdad. Los gobiernos también pueden mejorar el acceso a productos financieros que podrían proteger el valor real de los activos de las familias pobres frente a la inflación, ya que al estimularse una mayor competencia en el sector financiero se ayudará a lograr ese resultado.
Este blog fue publicado por primera vez por el Instituto Brookings el 18 de marzo de 2022.

* Indermit Gill, Vicepresidente, Grupo de Prácticas Globales de Desarrollo Equitativo, Finanzas e Instituciones (EFI), Banco Mundial
** Peter Nagle, Economista del Grupo de Análisis de las Perspectivas de Desarrollo del Banco Mundial

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