De pronto, las jacarandas que cubren a la gran Ciudad de México comienzan a florecer y, al caer, sus pétalos convierten en un tapiz color lila a las plomizas y ennegrecidas banquetas urbanas. No hay duda: ya llegó la Primavera, la estación del año más esperada por todos los seres vivos.

La jacaranda no es un árbol endémico de la Ciudad de México, como usualmente se cree. Es importado, aunque sus antecedentes históricos no estén muy claros, por lo que ciertos pasajes rayan en la leyenda.

Algunos textos sobre su origen afirman que es Japón, desde donde un viajero, de nombre Tatsugoro Matsumoto y de oficio jardinero, fue contratado por el hacendado peruano Oscar Heeren para que le creara un jardín japonés en uno de los lugares más hermosos de la ciudad de Lima, denominada Quinta Heeren. Antes de llegar al país andino, Matsumoto pasó por México y, poco tiempo después regresó, contratado por el minero mexicano José Landero y Coss, quien lo llevó a su hacienda de San Juan Hueyapan, cerca de Pachuca, Hidalgo, para que le construyera un jardín similar al peruano y le incluyera un lago.

Posteriormente, fue contratado por Porfirio Díaz (1880/1910) para que también creara un jardín en su residencia del Castillo de Chapultepec. Luego hizo lo mismo en la aristocrática incipiente Colonia Roma, suburbio residencial de las familias más pudientes de la Ciudad de México, en las postrimerías del porfiriato.

Ese la leyenda de la llegada de la jacaranda a la Ciudad de México, aunque no todos los autores están de acuerdo con esta leyenda.

De acuerdo con el libro Árboles de la Ciudad de México, editado por la Universidad Autónoma de México (UAM), en 2011, la jacaranda llegó a México procedente de Manaus, Brasil, a través del puerto de Veracruz –primer lugar del país donde pintaron el paisaje.

A partir de entonces poco tardarían en replicarse en decenas de ciudades que, “atraídas por su lirismo y coquetería, se apresuraron a plantarlas en calles, jardines, plazas y avenidas”. En el caso de la Ciudad de México entre los primeros lugares arropados por jacarandas fue un largo tramo de la avenida Insurgentes y los Parques España y México, en la colonia Condesa.

Pero Robert Bye, coautor del libro Origen y geografía de la biodiversidad biológica en México, la jacaranda es originaria de los bosques secos del noroeste de Argentina. Fue introducida a México entre 1900 y 1910, antes de viajar de Argentina a Europa, tierras desde donde llegó. En 1920 el árbol fue llevado a Inglaterra y producido en invernadero y floreció por primera vez cerca de Londres.

Fue Teodoro Dehesa, ex gobernador de Veracruz, quien la introdujo a México, según explica Bye. De ahí la jacaranda recorrió algunos estados, hasta llegar a la capital, en dónde se adaptó y cada año embellece las calles de la Ciudad de México.

En fin, sea cual sea su origen, lo cierto es que la jacaranda es muestra clara y real de que en la Ciudad de México ya llegó la Primavera, festival tradicional que se celebra el 20 de marzo cuando miles de estudiantes de los niveles de educación básica acostumbran conmemorar esta fecha con festivales propio de la estación.

El Equinoccio de Primavera, que es su nombre oficial, desde el punto de vista de la tradición anual, inicia el 20 de marzo en el hemisferio norte y termina con el Solsticio de Verano, el 21 de junio. Astronómicamente, comienza el 4 de febrero en el hemisferio norte y el 7 de agosto en el hemisferio sur.

El inicio de la Primavera lo marcan los respectivos Observatorios Astronómicos Nacionales que se basan en lo que ocurre entre la Tierra y el Sol, es decir, depende de la posición de la Tierra con respecto a su órbita alrededor del Sol.

La Primavera empieza cuando la Tierra se encuentra en el centro de la órbita del Sol y éste cruza el ecuador celeste hacia el norte. Así se produce el Equinoccio de Primavera y, prácticamente, coinciden la duración del día y la noche.

Según especialistas, cada año, el Equinoccio de Primavera iría cambiando de fecha, debido a fallas de calendario cuando hay años bisiestos, por lo que modifica la duración de la órbita de la Tierra alrededor del Sol.

5 señales de que llegó la Primavera

  • Los días se vuelven más largos
    La principal señal por la que notamos que se acerca la primavera es que podemos disfrutar de más horas de sol. Amanece más temprano y se hace noche más tarde. En invierno, se puede ver que a las 18.00 tenemos la sensación de que es de noche por la falta de luz; en Primavera, ocurre lo contrario.
  • La vegetación empieza a florecer
    Cuando las plantas comienzan a florecer y los campos se visten de colores claros, la Primavera ha llegado.
  • Las lluvias son abundantes
    En algunos lugares, esta estación meteorológica se manifiesta por ser muy cambiante. Los días soleados son abundantes y meses de marzo y abril son copiosos en lluvias.
  • Los arcoiris son cada vez más frecuentes
    Como consecuencia de las lluvias, los arcoiris son más frecuentes debido a la inestabilidad propia de la estación.
  • Los animales tienen crías y se dejan ver
    Con la llegada de la Primavera no sólo los animales que han optado por la hibernación, despiertan; muchas especies cambian de plumaje o pelaje. Además, es el momento de la interacción social de muchas especies, no sólo entre ellas, sino con los seres humanos. Los animales empiezan a dejar verse con sus crías, como es el caso de los patos en algunos parques.

Fuentes: Blogs de Maldonado y Picazo, España.

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