Georgina Raygada* | BID

Washington, D. C., 21 de junio de 2020.- “La muerte de un titán deja a una heroína viuda: un adiós a Jorge Raygada”. Así leía el titular de un diario venezolano al día siguiente que falleció mi padre. Para mí estaba muy claro por qué lo decían: despedían a un humanista, periodista, político, que dedicó su vida a promover el bienestar social y los valores democráticos en América Latina. Y también, al mejor papá del mundo. Un titán de padre, que perdió la batalla con una enfermedad despiadada. Desde su partida, hace 29 años, no he celebrado más el Día del Padre. Hoy es diferente.

Como a todos, la crisis del Covid-19 me ha hecho pensar mucho en qué y quién importa y cómo podemos apoyarnos unos a otros. La pandemia ha creado nuevas dinámicas en los hogares, que evidencian, entre otros problemas, el desbalance que persiste entre hombres y mujeres en la distribución de las tareas domésticas y la crianza de los hijos.

Pero también ha dado pie a una nueva ola de conversación sobre la necesidad de desafiar estereotipos y creencias sobre los roles de género tradicionales y comenzar a hacer las cosas de una forma diferente. Así que decidí celebrar este Día del Padre, honrando al mío y a todos los hombres que, como individuos, empleadores, hacedores de política, padres, esposos, hermanos, hijos o amigos, impulsan un mundo más igualitario.

Conversando con el Grupo BID
“Ser un padre activo es un privilegio”, comenta Ian-Ho-A-Shue, especialista senior del BID, quien confiesa que creciendo en el Caribe veía el trabajo de la crianza de los hijos como una responsabilidad de la madre, hoy dice: “he aprendido muchas cosas importantes como mantenerse involucrado, apoyar a mi hija en todo lo que hace, creer en ella”. Morgan Doyle, representante del BID en Brasil, comparte esta visión y comenta que trabaja junto a su esposa con el propósito de inculcar, demostrar y crear para sus hijos la sensación de amor incondicional que él obtuvo de su padre. Y aunque no siempre tiene las respuestas (“y, a veces, tampoco las preguntas”) sobre los retos de la paternidad, actúa “para que no duden, nunca, que los amo y los amaré siempre hasta el final de mis días”.

Julian Collaer, consultor de BID LAB, relacionaba la paternidad con la autoridad. Veía a su papá como “el jefe y el hombre más fuerte del mundo”. Hoy, como padre, tiene otra visión: “es el desafío más grande de mi vida, una gran responsabilidad, que se traduce en la ambición de trabajar para nuestros hijos y crear un planeta sostenible para dejarles a ellos”. Como Morgan y Julian, tuve el privilegio de tener un padre protector, dedicado y cariñoso. Y al igual que Carlos Roja, consultor del BID, nunca pensé que eso requería de un gran esfuerzo.

Al igual que mi padre, el de Carlos hacía que todo pareciera “tan fácil y divertido”. Él comenta “no me daba cuenta de que mi padre me estaba preparando para los retos de la vida. Hoy que tengo el privilegio de ser padre, me doy cuenta de que no es tan fácil, que toma más que ser solamente un amigo”. Como padre de una hija con discapacidad, Carlos también reflexiona sobre cómo esto redireccionó sus sueños y del valor de su hija en su vida: “cuando Carla nació no sabía qué hacer con ella, ahora no sabría qué hacer sin ella”.

De ahí, la importancia de asumir un compromiso conjunto, desde todos nuestros espacios de acción, para construir sociedades inclusivas, donde predomine el valor y el potencial de la diversidad de todas las personas. Y eso también empieza en casa. Andres Consuegra, abogado principal y jefe del Grupo Legal para Asuntos Institucionales de BID Invest, inculca estos valores en su hija de 6 años junto a su esposa. ¿Su recomendación a los padres del futuro? “Tener pocas expectativas sobre lo que los hijos deben ser o lo que uno quiere que sean y aceptarlos como son, porque finalmente vamos a ser más felices de esa manera, y ellos van a ser más felices”.

La diversidad también predomina en la familia de Paul Constance, jefe de la Unidad de Comunicaciones Estratégicas del BID, quien junto a su esposa cría a una tropa de cinco hijos, con el claro propósito de celebrar su origen e individualidad. Y aunque el deseo de ser padre y el concepto de paternidad cambió radicalmente en su adultez hoy confirma con una sonrisa que “es la cosa más significativa que he hecho en mi vida”.

Las historias de estos padres no solo arrojan luz sobre las realidades, dificultades y recompensas de la paternidad, sino que muestran cómo es posible activar un cambio, un padre a la vez, para garantizar que la atención y crianza de los hijos sea una responsabilidad colectiva: compartida por igual.

Queda mucho por hacer y la responsabilidad no es solo de los padres. El esfuerzo debe estar respaldado por las instituciones y gobiernos a través de la creación de leyes y políticas que apoyan a todos los padres, cuidadores y familias, en toda su diversidad, a prosperar.

Hoy –como cada día—pienso en mi padre y me inunda la gratitud y el honor de haber sido parte de su vida, la admiración por su compromiso con los más altos valores humanos y una profunda humildad ante su ejemplo. Al pensar en los retos que nos quedan por delante debido a la crisis del coronavirus, me viene a la mente uno de los últimos discursos de mi padre, cuando citó la réplica de Bolívar en San Pedro Alejandrino: “Sigamos arando en el mar y también en el cielo y en las estrellas”.

* Georgina Raygada, venezolana y peruana, es consultora de comunicación de la División de Género y Diversidad del Banco Interamericano de Desarrollo. Previamente trabajó en la Corporación Financiera Internacional (IFC) en el área de sostenibilidad ambiental y social. Su trayectoria incluye asesoramiento en el campo de comunicaciones corporativas, diseño e implementación de estrategias de comunicación multimedia y campañas de marketing para el sector público y privado en América Latina, España y Estados Unidos. Licenciada en Periodismo Impreso, con especialización en Gerencia Empresarial y de Negocios. Georgina inició su carrera como periodista corresponsal en Venezuela en la fuente política.

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