Santo rigor

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Al oriente de la Plaza de Santo Domingo, en la Ciudad de México, “La Casa Chata”, edificio otorgado inicialmente a la orden de los dominicos y cedida por el virrey don Martín Enríquez de Almanza para beneficiar las actividades del primer inquisidor general, [Pedro] Moya de Contreras[1], Para enfatizar la nueva función del edificio se le colocó una lápida: “Siendo Sumo Pontífice Clemente XII, Rey de España y de las Indias Felipe V, inquisidores generales sucesivamente los Exmos. Señores Don Andrés de Orbe y Larrátequi, Arzobispo de Valencia; inquisidores actuales de esta Nueva España los señores Lics. D. Pedro Navarro de Isla, D. Pedro Anselmo y Clavijo, se comenzó esta obra a 5 de Diciembre de 1732 y se acabó en el mismo mes de 1736 a honra y gloria de Dios y Tesorero D. Agustin Castrillo y Cillantes.[2]

“El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición se fundó en el siglo XV, por los reyes católicos de España, para perseguir las herejías. En la Nueva España tuvo su sede en este singular edificio, que fue reconstruido por el arquitecto Pedro de Arrieta, Maestro Mayor de Obras y Arquitectura de la Inquisición.

“Con el paso del tiempo comenzó a deteriorarse el inmueble, así que [de] Arrieta decidió «ochavar» la esquina y colocar en ella la nueva entrada. El nuevo edificio se terminó [de] construir en 1736. Este lugar tenía un juzgado, salas de audiencia y mazmorras, en las que encerraban a los perseguidos por judaísmo, protestantismo, herejía, hechicería o quienes quisieran revelarse.

“A los prisioneros se les sentenciaba pasar una temporada en prisión o condena perpetua, y si la gravedad del daño era muy alta, a la hoguera o la horca, donde se quemaban a los acusados de la capital de la Nueva España, y se encontraba frente al templo de San Diego, en lo que fueron los límites de la Ciudad de México.”[3]

“En la parte baja del edificio había un segundo patio llamado los ‘Naranjos‘, cuya fachada daba a la calle llamada de la Perpetua. En dicho patio habían 19 calabozos, detrás había unos ‘asoleaderos’ que servían para que les dé el sol a los presos.[4]

“Durante la Colonia al edificio de la Inquisición […] se le llamó la ‘casa de la esquina chata’. El Patio de los Naranjos era el de las prisiones y estas celdas medían, por lo general, 16 pasos de largo y 10 de ancho, contaban con dos puertas de un grosor bastante importante, un agujero con rejas dobles donde entraba escasamente la luz y una tarima de azulejos que hacía las veces de cama.”[5]

Queda en los relatos que Don Pedro Moya de Contreras realizó el primer auto de fe en el espacio de la Nueva España el 28 de febrero de 1574, por blasfemia y herejía… entre los supliciados había tres integrantes de la flota del pirata inglés John Hawkins abandonados en tierras de Veracruz  por daños en sus naves debidas al mal clima.

Con la llegada del eclesiástico cordobés quedó formalmente instituido el Tribunal en el transcurso del año de 1571 por el doctor Pedro Moya de Contreras, inquisidor mayor en la Nueva España, por real cédula de Felipe II, «El Prudente» del 16 de agosto de 1570 y las instrucciones entregadas al religioso corresponden al 18 del mismo mes y año.

El establecimiento del Tribunal es resultado posterior a la vieja convocatoria para la Primera Cruzada por el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, Urbano II, en el año de 1096 para la Primera Cruzada, en un medio complejo de factores sociales, económicos y religiosos del conocimiento de las costumbres orientales y adopción de hábitos sociales diferenciados. En ell recorrido de la institución ante inclinaciones heréticas surgidas en el transcurso del siglo XIII, la Iglesia Católica crea la Inquisición, en el papado de Gregorio IX  con su adaptación a circunstancias locales y humanas hasta asumir la forma de la Inquisición española, con sus luchas internas de liberación y la apertura de las nuevas rutas comerciales contrarias a la visión estrecha del pasado reciente.

En España, Fernando e Isabel, los “Reyes Católicos”, por obra y gracia de Sixto IV mediante la bula del 1 de noviembre de 1478 Exigit Sincerae Devotionis Affectus fundaron un tribunal según circunstancias españolas a fin de combatir  y convertir ―en principio, destruir en la práctica― a los moros y judíos en las tierras unificadas. En 1492, con el beneplácito de Isabel y con dinero judío, Cristóbal Colon aportara un “nuevo sendero a las Indias”, un amplio territorio a la corona con riquezas que beneficiaran a España, a la Iglesia y al orden pretendido.

El dominico fray Tomás de Torquemada, confesor de la reina Isabel la Católica, fue el primer inquisidor general de Castilla y Aragón. “Torquemada era duro, implacable, tanto es así que hoy en día en la cultura popular se le conoce como sinónimo de intransigencia, intolerancia e incluso tortura. Víctor Hugo le dedica un homónimo drama, donde le retrata como un sádico quemando herejes. Aun así era alguien muy respetado entre sus coetáneos, siendo descrito así por el cronista Sebastián de Olmedo: “el martillo de los herejes, el relámpago de España, el protector de su país, el honor de su orden”. Dicho esto, su fama es muy merecida, su integridad se convertía en fanatismo. Su mandato fue el más sangriento de todos, dándose la implantación de la Inquisición, registrándose el mayor número de penas capitales, se calcula que alrededor de 2.000. Fue clave […] para la decisión más radical que tuvieron que adoptar los Reyes Católicos.”[6]

“Del Consejo de la Inquisición sabemos muy poco, pero en principio es sólo un órgano consultivo, que prepara información y recibe apelaciones. Pero no tiene un poder de decisión real. Inicialmente era sólo uno, pero con la breve división de la Inquisición de Fernando el católico hubo uno de Castilla y otro de Aragón. Más allá de formalismos, no tuvo mucha importancia…”[7]

El éxito económico y la preeminencia social de los judíos en la España medieval fomentaron el brote revanchista en la asunción de Isabel de Castilla [1474] y Fernando de Aragón [1479]. De tal manera, surge en la Península la versión hispana de la Inquisición durante el año de 1478, con autorización de Sixto IV, antecedido por cien años de explosiones violentas, época de conversos, de matrimonios forzados e interesados por asuntos de arribo a la nobleza ―unos con la contribución de la riqueza y otros con el aporte de sus blasones― y la aparente seguridad en la amalgama de los poderes económico, social y religioso. No obstante las medidas antijudías y en contra de las comunidades moriscas practicadas en España, tras la toma de Granada [2 de enero de 1492] el 31 de marzo, los reyes Fernando e Isabel, dan cuatro meses de plazo a los judíos para abandonar España o convertirse al cristianismo/católico, así 165,000 judíos [200,00 o 400,000, las cifras varían en los fuentes] abandonan o malbaratan sus riquezas y bienes en las tierras españolas; 50,000 o 70,000 permanecen en España con el estigma de “nuevos cristianos”. El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón, irónicamente con dinero “facilitado” por la corporación judía, abre un nuevo rumbo con rumbo al occidente con termino en Catay [la China de Marco Polo] en pos de las especias y llegar a tierras ignoradas hasta entonces, posteriormente denominada: América.

Poco antes, el 17 de octubre de 1483, con el auspicio de la reina Isabel de Castilla, queda establecido, en el espacio de Castilla, el Consejo de la Suprema y General Inquisición encabezada por fray Tomas de Torquemada[8]. Por disposición de Sixto IV, añade la responsabilidad sobre la jurisdicción de Aragón, Valencia y Cataluña.[9]

La Inquisición española, a diferencia de la de otras partes de Europa, quedaba fuera del poder del papado, diferencia fundamental. La compleja génesis en la instauración de la “Suprema”, nombre reducido de la actividad de los tribunales, llega a Nueva España en procura de la pureza de la práctica religiosa impuesta y tras los judíos falsamente conversos, refractarios y musulmanes evadidos de las galeras, de simoniacos y de todos aquellos seres endemoniados contrarios a los preceptos de la “Iglesia Universal” que, en 1520 suma un total de 36 tribunales con su numerosa burocracia en todos los niveles, cuyos gastos cubrían la confiscación de los bienes de los procesados y condenados a prisión perpetua o temporal.

Elevada la acusación, el secretismo en los tribunales largaba al procesado a un ánimo mental que corroborara la información de testigos o la destruyera. En el caso de errar en su declaración y conforme con ella, vendrá el dictamen del Tribuna o, en los casos necesarios, declaración obtenida tras una o varias sesiones de tortura en pos de “la verdad “ a la vez de fincar cargos a quienes y en contra de quienes directa o indirectamente aparecieran durante la “libre confesión” de los inculpados con la aberrante participación popular para presenciar el “acto de purificación”

El Tribunal en Nueva España, según los textos y testimonios, era más una instrumento para la venganza, para la incautación de bienes que afán de reconciliación; juzgaba y penaba la herejía, la degradación de los valores eclesiásticos e individuales, el deterioro de la fe, la simonía, brujería/hechicería, lectura de la mano (quiromancia) y predicción de la suerte, lectura de libros prohibidos (en lo particular y sin autorización)… no comer carne de cerdo, la bigamia, la blasfemia, la idolatría, lo impío, pertenecer a la secta de Moisés, solicitación sexual ―de aquí parte la creación del “confesionario” a fines del siglo XVI o principios del siglo XVII, que impone una barrera entre el confesor y el feligrés, inexistente hasta entonces―, sospechoso o practicante de sodomía… y extendió sus brazos al terreno de las ideas políticas, así mismo sancionaba a quien supiera de alguien que incurriera en tales faltas punibles y no denunciarle, justificaba su hacer “al rigor” de la acusación confidencial o la sospecha. El miedo, a lo conocido y más a lo desconocido, era la herramienta principal antes, durante y después de la exposición al Tribunal: el juicio era más para comprobar la culpabilidad del acusado que para obtener “la verdad” sustentada en una falta o faltas indefinidas, las que el propio acusado debía esclarecer. Sumamente historiada, la Inquisición, específicamente en el espacio de la Nueva España, con todas sus leyendas, mitos, añadidos y silencios de su crueldad contenía en su inhumano trato el no saber de qué le acusan, ni quién lo incriminaba, el silencio a toda pregunta y la “confesión” que bien abría otro expediente ¿Qué confesar? ¿Cómo confesar?

A la actividad de don Pedro Moya de Contreras ―posteriormente 6º virrey de Nueva España― le anteceden los inquisidores: fray Martin de Valencia (franciscano); fray Tomas Ortiz (dominico); fray Domingo de Betanzos (dominico); fray Vicente de Santamaría (dominico); fray Juan de Zumárraga (franciscano)  primer inquisidor en Nueva España, con tal título fechado el 27 de junio de 1535, fue el también primer obispo en esta tierra a quien relevó  fray Alonso de Montufar (dominico).

Ante las autoridades del tribunal condujeron a don Miguel Hidalgo y Costilla, a don José María Morelos y Pavón, a la heroína de don Artemio de Valle-Arizpe, doña María Ignacia Rodríguez de Velasco de Osorio Barba y Bello Pereyra, conocida bajo el reducido sobrenombre de “La Güera Rodríguez”; don Mariano Matamoros, Fray Servando Teresa de Mier, don Antonio de Benavidez (o Benavides), «el Tapado»… No olvidemos que uno de los sujetos a la inquina de los inquisidores fue William Lamport, Gillén Lamparta, Gilles Lampart, controvertido autoproclamado Rey de los mexicanos…[10]

“… Durante el lapso de sus funciones [fray Juan de Zumárraga] atendió, a veces junto con el oidor de la Audiencia Francisco de Loaysa, cerca de 131 procesos a mujeres y hombres españoles, mestizos e indios. De este número, en 21 expedientes se procesó a 23 indígenas, la mayoría miembros de o asociados a la nobleza (pipiltin). Las principales acusaciones fueron herejía, idolatría, hechicería dogmatizante, encubrimiento de ídolos, poligamia, amancebamiento y superstición. Hubo sonados casos, como el de los sacerdotes (‘hechiceros’) Martín Océlotl, Andrés Mixcóatl, su hermano, y Cristóbal Papálotl (1537-1540). El primero, quien residía en Texcoco, fue condenado a la vergüenza pública, a los azotes, a la confiscación de sus bienes y, finalmente, al destierro a España, para ser nuevamente juzgado por las autoridades correspondientes. Otro juicio notable  fue el proceso en contra de Miguel Puchtecatlaylotla  (Pochtecatlailótlac), vecino de la ciudad de México, por idolatría y herejía (1539-1540) y en el que también estuvo involucrado don Baltazar, cacique de Culhuacan. A Puchtecatlaylotla y otros indígenas se les interrogó sobre el paradero de los bultos de los dioses del Templo Mayor de Tenochtitlan. Estos procesos generaron tres interesantes ‘pinturas’, como la de las ‘Joyas de Martín Océlotl’ (1537), la descripción gráfica de los tlaquimilollis o bultos sagrados que se guardaban en el Templo Mayor de Tenochtitlan y  la curiosa denuncia contra Martín Xuchímitl, natural de Coyoacán, por concubinato. Sin embargo, el juicio más famoso, y que ha sido motivo de recientes estudios desde diversos puntos de vista, fue el de don Carlos Ometochtli Chichimecatecuhtli. De trágico destino, don Carlos fue un noble texcocano a quien, de manera excepcional, se le condenó a la incautación de todos sus bienes y a la hoguera, por los cargos de ser hereje y dogmatizador.”[11]

Don Carlos Ometochtli Chichimecatecuhtli.

“… la acusación de apóstata, instigación de la idolatría y de la práctica de sacrificios humanos, ocultaba en realidad, el empeño a un alzamiento general de los naturales en contra del gobierno virreinal] Chichimecatecuhtli, hijo de Nezahualpilli y por lo tanto, nieto de Nezahualcóyotl, con la vista del primer inquisidor fray Juan de Zumárraga. A don Carlos, acusado de idolatría por un sobrino suyo le incautaron sus posesiones para, posteriormente aplicarle con extremado rigor la pena de purificación por fuego [en la Plaza Mayor] en el año de Dios [30 de noviembre] de 1539. “… cacique de Texcoco, don Carlos Chichimecatecuhtli, por hereje dogmatizante.”[12] Al controvertido fray Juan de Zumárraga, esta rigurosa condena le costó una de las múltiples amonestaciones al tratar a un neófito (que era el caso de los habitantes de estas tierras) con la misma severidad que a los herejes.

“[…] El origen del documento [Mapa de Oztoticpac] puede estar directamente relacionado con el destino de Don Carlos Ometochtli Chichimecatecuhtli o Chichimecatecólotl. Don Carlos era miembro de la nobleza Acolhua que había gobernado en esa área desde el siglo 15. Era el hijo de Nezahualpilli Acamapichtli, y nieto del célebre Nezahualcóyotl Acolmiztli.

“Por ese entonces, el obispo Juan de Zumárraga (1476-1548), un fraile franciscano, había sido nombrado Inquisidor Apostólico Contra la Herejía Depravada y la Apostasía, en la capital de México y en todo el ámbito de la diócesis. En un caso extraño y extremo de crueldad innecesaria hacia la pipiltin (la nobleza indígena) de las comunidades recientemente conquistadas, Zumárraga, en 1539, ordenó que Don Carlos fuera apresado y llevado a juicio. Se lo acusó, entre otras cosas, de idolatría y concubinato y de practicar sacrificios paganos. Ese mismo año fue condenado a morir en la hoguera y todos sus bienes terrenales quedaron confiscados.

“Este duro castigo contra un miembro cercano de la familia del gran Nezahualpilli provocó un gran escándalo entre los nobles indígenas. También generó gran cantidad de problemas, uno de los cuales fue la subsecuente protección del patrimonio de la nobleza Acolhua (campos cultivados y huertos con árboles frutales trasplantados de Europa), que había estado en manos de Don Carlos”.[13]

“El 30 de noviembre [1539] Carlos fue sacado dela cárcel del Santo Oficio con sambenito[14], coroza [capirote] y una vela. Tras serle leída la sentencia pidió la palabra y en la exhortación a los suyos reconoció su culpa y pidió que terminasen con los cultos idolatras. Después fue quemado en la Plaza Mayor.”[15]

«Las noticias sobre la vida de este personaje provienen de muy pocas fuentes. Una en particular, su Proceso inquisitorial… de 1539, nos proporciona una serie de valiosos datos que nos ayudan a reconstruir su actitud de noble insatisfecho por ciertas restricciones, actitudes y valores que se les habían impuesto después de la conquista hispana, pero, a la vez, era un cacique ya establecido con firmeza en la nueva economía novohispana, como lo reflejan las pictografías conocidas como Mapa de Oztotícpac. [16] Además del Proceso…, datos adicionales se encuentran en esas pictografías que se elaboraron con el objeto de aclarar el estatus de las propiedades patrimoniales que se le habían asignado a don Carlos en su calidad de pilli o noble, conectado directamente con la familia gobernante de Texcoco-Acolhuacan. Como un procedimiento rutinario, la Inquisición las había confiscado. La existencia de don Carlos hubiera pasado desapercibida, como la de muchos nobles indígenas del siglo xvi que no llegaron a ocupar puestos políticos de relevancia, o que no escribieron alguna crónica o documento de valía. Sin embargo, el hecho de haber sido el único noble indígena condenado a muerte por la Inquisición apostólica, lo hace acreedor de una nota especial.

“No se tienen noticias de la fecha de su nacimiento, aunque se calcula que en 1539 tenía aproximadamente 30 años. Don Carlos Ometochtli era hijo ‘natural’ de Nezahualpilli y  hermano de otros descendientes también ‘naturales’ como Antonio Pimentel Tlahuitoltzin, Pedro Tetlahuehuetzin y Hernando Pimentel Ihuan, quienes llegaron a ocupar la gubernatura del reino texcocano. En 1524 fue bautizado y, más tarde, educado en un ambiente de frailes franciscanos, donde se ocupaban particularmente de cristianizar a los hijos de los nobles indígenas. De la lectura del Proceso inquisitorial… salta a la vista un cacique resentido, inconforme ―como muchos otros―, pero que no manifestaba conductas peligrosas en contra del régimen hispano, como líder de algún movimiento político-religioso. Casos contrarios parecen ser los de Martín Océlotl, Andrés Mixcóatl y Cristóbal Papálotl. En el juicio a Mixcóatl se da noticia de que visitó diferentes pueblos y realizó actividades de hechicero’. Como pago pidió 1 600 puntas de tepuztli (cobre) para hacer flechas y enfrentar a los cristianos. Entonces su hermano Océlotl regresaría de España y expulsaría a los españoles. A Mixcóatl y Papálotl, después de pedir perdón y solicitar su reconciliación, les fueron confiscados sus bienes y se les condenó a recibir diez azotes en los pueblos que habían visitado, además de la reclusión en un monasterio durante un año. En ninguno de los castigos a estos tres ‘hechiceros’ se solicitó la pena de muerte. Como se prueba en el Mapa de Oztotícpac, don Carlos ya estaba involucrado, con un socio español, en el floreciente negocio de injertar ramas de árboles frutales europeos en  tejocotales y plantar vides. En el Mapa se registraron 426 árboles injertados y 37 parras (xocomécatl). Sin embargo, y afirmamos lo siguiente como una hipótesis, como consecuencia de una lucha interna por el poder local en Texcoco, don Carlos fue denunciado por idolatría ante el Santo Oficio por uno de sus sobrinos, Francisco Maldonado, con el apoyo de Lorenzo de Luna, denuncia que tuvo un excepcional eco, en especial en el obispo Zumárraga. En el proceso en contra de don Carlos se menciona a Luna, un descendiente lejano asociado a Nezahualpilli, por medio de la línea de sus hijos ilegítimos, como gobernador (tlatoani) de Texcoco. A Luna se le encarga resguardar los bienes que se le confiscaron a don Carlos (más tarde se menciona a Sancho López de Aburto como testigo y depositario de los mismos). Sin embargo, en las listas de gobernantes texcocanos procedentes de fuentes indígenas no aparece el nombre de Luna. En cambio, se registra a Antonio Pimentel Tlahuitoltzin, medio hermano de don Carlos, como el décimo quinto ocupante del trono, de ¿1539-1540? a 1546. Es muy probable que Tlahuitoltzin haya sido el promotor de la elaboración del Mapa de Oztotícpac y también del Fragmento Humboldt No. 6 donde, significativamente, aparece su imagen.”[17]

La condena a don Carlos propicio una revisión para determinar los alcances jurisdiccionales del Tribunal. Así, en 1571, ya establecido el Santo Oficio en los virreinatos, los pobladores indígenas quedaron fuera bajo el rubro de neófitos en la fe católica, es decir, ajenos a la herejía.

“Las cortes generales y extraordinarias que decretaron en España la abolición de la Inquisición, sesionaron el 8 de diciembre de 1812, y el decreto se pronunció en México en 1813, sin embargo quedó definitivamente abolida hasta 1820.[18]

“En 1871, cuando gobernaba Juárez, era inminente la intervención de España, Gran Bretaña y Francia. [Vicente] Riva Palacio era diputado y el pleito del gobierno con la jerarquía del clero era muy fuerte.

“Ortiz Monasterio explica que ‘el Presidente se da cuenta de que se puede perder el archivo de la Inquisición, porque si llegaba a manos de Maximiliano seguramente quemaría los documentos o lo vendería o lo molería para hacer cartón. Juárez ordena a Vicente que se apodere de ese archivo; quién sabe cómo, Riva Palacio logra tomarlo del Arzobispado y esconderlo durante cinco años en una bodega que luego buscaron y buscaron y nunca pudieron encontrar’.”[19]

El fin de la institución queda con fecha del 31 de mayo de 1820, en que para algunos escritos resulto lamentable para las conciencias de la sociedad, para otros, motivo de regocijo y en otros con manifiesta indiferencia.

Venganzas comerciales y amorosas, la amenaza de tortura llevada a la práctica en los casos en los cuales el fiscal considerara adecuado en beneficio del inculpado en suma a la vaguedad de la acusación sumían al retenido en el caos y dudas constantes.

Fraticelli, Bizochien, Calabria y los Abruzos, refugio de los cataros sobrevivientes y, éstos, confundidos con los celestiniani (por Celestino V, quien abogara por la pobreza a semejanza de la predica franciscana). Los fraticelli, confundidos con una tercera rama disidente en los franciscanos (spirituali, conventuali) que produjo una nueva iglesia con sus sacerdotes y obispos propios.

¿Cuántas personas murieron durante la gestión de la Inquisición? Que si únicamente sufrieron la pena de muerte 43 enjuiciados o relajados a la justicia o brazo secular en su persona o efigie, otros textos hablan de “unos pocos y no cientos según queda en la historia, estos 43 casos fatales cubren otros cientos de penados atormentados en sus personas, bienes y prestigio: tormento físico, moral, mental, humillación y degradación publica, azotados, condenados a las galeras, quemados en la hoguera, destierro temporal o perpetuo, pago de multas…  Aceptarla, acercaría el dictamen de la pena, esa era la diferencia. Las cuentas varían, los suplicios expuestos quedan en la misma línea de otras sociedades (Francia, Inglaterra, Italia), si hubo muertes, baldados, inutilizados, los números varían de texto a texto.

Solo para ejemplificar. “Se estima que un aproximado de 300 personas fueron llevadas a juicio a lo largo de los tres siglos que duro la Colonia, y no cientos, como cuentan las leyendas y mitos de la inquisición en la Nueva España…”[20] “Aunque es difícil calcular el número exacto de Victimas Fallecidas durante la Inquisición Española [muchos de los registros se perdieron], se estima que fueron decenas de miles… Sin embargo algunos estudios estiman que las cifras pueden superar los 100,000 muertos en toda su historia.[21]

“Luis González Obregón calcula que se pronunciaron 51 sentencias de muerte en los años 235 o 242 años en los que funcionó en México el Santo Oficio, pero esta puede ser una conjetura: Llorente dice, por ejemplo, que sólo en 1481 hubo21 mil procesos y hasta quienes sostienen que la Inquisición no quemó a nadie en tierras mexicanas. Sin embargo, es muy probable que todos se equivoquen o que el ms aproximado en sus cálculos sea González Obregón ya que, en el caso contra Luis Carvajal[22], uno de los más célebres de México, murieron ocho personas, siete de ellas en la hoguera y una en el garrote vil.”[23]

De la realidad a la ficción. En Monja y casada, virgen y mártir; novela originalmente publicada por entregas en donde uno de los principales personajes es Martin Garatuza [inspirado en las andanzas de Martin de Villavicencio y Salazar[24]]. Vicente Riva Palacio deja una constancia del hacer de esa institución, para unos benéfica, para otros nefasta; para un bando de beneficio en pos del premio celestial, para otros de inclinación demoniaca. Pese a la vengativa y merecida muerte del Bernardo Gui en la película “El nombre de la rosa”,  de 1986 dirigida por Jean-Jacques Annaud, basada en la novela de Umberto Eco (Il nome della rosa, 1980) en realidad el dominico murió, obispo de Lodéve en Hérault, Francia el 30 de diciembre de 1330 santamente en su cama.

En su belleza, el Palacio de la Inquisición terminado en el año 1736, fue sede de la Escuela de Medicina a partir de 1956. Desde 1980 es el Museo de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. “En la actualidad alberga el Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, el Archivo Histórico de la Facultad, la Biblioteca Histórica-Medica Dr. Nicolás León, el Museo de la Medicina Mexicana, así como la Unidad Administrativa.”[25]


[1] Moya de Contreras, Pedro. Pedroche (Córdoba. C. 1530-Madrid, 21.XII.1591). Inquisidor, arzobispo, visitador, virrey interino y presidente del Consejo de Indias…Durante su pontificado se reedificó y asentó definitivamente la fábrica de la catedral que se encontraba en ruina. Pedro Moya de Contreras. Real Academia de la Historia, dbe.rah.es Visitado el 9 de marzo del 2024.

[2] Edificio de la Inquisición fue lugar de tortura. mitoleyenda.com Visitado el 20 de enero del 2020; para visualizar el rito ver: Luis González Obregón. México Viejo, páginas 53 a 71. Editorial Offset, S. A. de C. V. 1982.

[3] Mariana Ramírez. Palacio de la Inquisición: Historia […] mexicotravelchannel.com.mx Visitado el 7 de abril del 2024.

[4] Al parecer, el nombre de Perpetua lo recibe en razón de que las celdas de los reducidos a prisión perpetua daban a esta calle.

[5] El Santo Oficio de la Inquisición en México. mexicodesconocido.com.mx Visitado el 21 de abril del 2020.

[6] archivohistporia.com Visitado el 31 de marzo del 2019.

[7] Jacobo Benítez del Castillo. Inquisición: ¿qué y por qué? archivohistporia.com Visitado el 31 de marzo del 2019.

[8] No confundir con el cardenal Juan de Torquemada [1388-1468], teólogo, escritor y tío del inquisidor, ni con el controvertido Fray Juan de Torquemada, franciscano, Guardián del Convento de Tlaxcala, Guardián del Convento de Santiago Tlalteloco y autor de la “Monarquía Indiana”.

[9] Con información tomada de Edward Burman. Los Secretos de la Inquisición. Ediciones Martínez Roca. Serie Enigmas del Cristianismo, 1988.

[10] “Como reo del Santo Oficio, llenó su expediente de denuncias, incansablemente negando los cargos que le imputaban y denunciando a su vez la venalidad, falta de escrúpulos, ilegalidad y las faltas a la fe de sus verdugos, hasta que fue quemado vivo (tal vez logró quitarse la vida por ahorcamiento con la misma cadena que le sujetaba del cuello momentos antes de ser alcanzado por las llamas según afirman otros estudiosos) en la Ciudad de México en el auto de fe del 19 de noviembre de 1659. La sentencia definitiva fue ésta: ‘… haber sido y ser hereje, apóstata, sectario, de las sectas y herejías de los malditos herejes Calvino, Pelagio, Juan Hus, Wiclefo [John Wyclif] y Lutero, y de los alumbrados y otros heresiarcas, dogmatista inventor de otras nuevas herejías, fautor y defensor de herejes, protervo y pertinaz, y por ello haber caído e incurrido en sentencia de excomunión mayor y estar de ella ligado, y en confiscación y perdimiento de todos sus bienes que en cualquier manera le puedan pertenecer, los cuales mandamos aplicar y aplicamos a la cámara y fisco real de esta Inquisición […’].” La sentencia completa del proceso se encuentra reproducida al final del segundo tomo de la novela de Vicente Riva Palacio, Memorias de un impostor; don Guillén de Lampart, Rey de México, edición y prólogo de Antonio Castro Leal, México, Porrúa, 1976. Esta declaración final, pp. 343-344.

[11] Xavier Noguez. El juicio inquisitorial del noble Texcocano don Carlos Ometochtli Chichimecatecuhtli (1539), arqueologiamexicana.mx

[12] archivos.juridicas.unam.mx visitado el 18 de agosto del 2018.

[13] Dr. Xavier Noguez. Una edición facsimilar del Mapa de Oztoticpac. Traducido del inglés por Alex Lomónaco, páginas 2 y 3 famsi.org Visitado el 21 de abril del 2020.

[14] Tres variantes de Sambenito: Samarra, especie de escapulario propio de los reos entregados para su relajación al “brazo secular” para su purificación con el fuego o “el garrote vil”; Fogo revolto colocado a los arrepentidos. Portaban una mitra o gorro de papel azafrán en forma cónica con decorado (llamas, culebras o demonios pintados), rosario y una vela amarilla o verde (encendida si era un reconciliado, sin fuego en el caso de los impenitentes) y mordaza para los blasfemos. Coroza.” Especie de figura cónica en señal afrentada y así mismo pintada de dibujos alusivos a su delito.

[15] José María González Ochoa. Carlos Ometochtzin. Real Academia de la Historia. Visitado el 4 de abril del 2024.

[16] Fragmento Humboldt No. 6. Arqueología Mexicana, núm. 107.

[17] Xavier Noguez. El juicio inquisitorial del noble Texcocano don Carlos Ometochtli Chichimecatecuhtli (1539), arqueologiamexicana.mx Ver también: Proceso Inquisitorial del cacique de Tetzcoco. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. cervantesvirtual.com Incluye el texto crónica de don Luis González Obregón con fecha de septiembre de 1910.

[18] El Santo Oficio de la Inquisición en México. mexicodesconocido.com.mx Visitado el 21 de abril del 2020.

[19] Mónica Mateos-Vega. Riva Palacio, “primero en probar los horrores de la Inquisición en el país”. jornada.com.mx Visitado el 20 de enero del 2020.

[20] La Santa inquisición en la Nueva España ¿Quiénes fueron sus víctimas? expansión.mx Visitado el 10 de abril del 2024

[21] ¿Cuántas Victimas Fallecidas Hubo Durante la Inquisición Española? tertulialavara.es Visitado el 10 de abril del 2024

[22] “El proceso contra Luis Carvajal el Viejo ―fundador y gobernador del norteño Nuevo Reino de León― y sus parientes es un caso emblemático de la persecución contra los judíos conversos. Muchos de ellos habían cruzado el Atlántico para establecerse en tierras americanas con la esperanza de escapar del Santo Oficio. Esta historia del siglo XVI implicó a toda la familia Carvajal y el juicio reveló una extensa red de adeptos al judaísmo.

“Los miembros de esa familia fueron consumidos por las llamas de la hoguera, lo que sin duda contribuyó a forjar la leyenda negra en torno a la Inquisición, dado que ese hecho ha trascendido la barrera de los siglos.” La Inquisición contra los judíos. relatosehistorias.mx Visitado el 11 de abril del 2024.

[23] El Santo Oficio de la Inquisición en México. mexicodesconocido.com Visitado el 11 de abril del 2024.

[24] Del apellido proviene “engaratusar” achicado a “engatusar”; a veces aparece como “encatusar” para definir un engaño, un camelo, una falsía, aunque en etimologías.dechile.net proviene de incantare, hechizo. Para ganar la voluntad de alguien con halagos para conseguir de él algo. Así, el real y encarnado poblano Martin de Villavicencio y Salazar, derivó su apellido ficticio en una evolución del verbo y con ello avisar de sus reales intenciones, es decir: falsear, engañar, timar, mentir, simular… rae.es

[25] Palacio De La Escuela De Medicina. fundacionunam.org.mx Visitado el 10 de abril del 2024.

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