Hojas caídas

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Limpiaba las hojas del limonero
mientras ella ojeaba su Libro;
el limonero mudaba de hojas,
las hojas de su libro adquiría la coloración
de la consulta constante para extraer “la verdad”;
un día fue la vocación, vino el desprecio por la dieta
para deslucir la instrucción personal;
tenía una razón y en ella no había más cabida
que la voz de sus iguales.

No importaban el canto de los grillos
o el rito de las luciérnagas,
poco afectaban el canto del tzentzontle,
el arrullo de la alondra
o el camino estrellado ante una verdad impresa.

Discurso desesperado cuando
al atardecer de un día con lluvia
sus manos encontraron el rumbo afín
dictaminado por el discurso protector.

Limpiaba las hojas del limonero
mientras ella ojeaba su Libro,
el limonero perdía sus hojas
y ellos suspiraban complacidos
por su regreso al orden infalible.

Hace tiempo trazamos un camino mutuo…
Hoy las hojas cubren aquel sendero
mientras la lluvia anega el tiempo de dos.

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