Tu derecha, tu izquierda; hacia el frente, hacia atrás;

un ideal en la incertidumbre, la realidad cotidiana;

ascendente, descendente; tu ayer, mi mañana…

tu sueño, mi desvelo; tu alegría, mi angustia;

una falsa verdad, la mentira esparcida;

la aurora, el ocaso. Tu noche: el silencio, un día: la palabra;

tu hambre, la saciedad; la soledad, el bullicio;

una afirmación, la duda permanente…

Tu luminosidad, mi oscuridad; el viento, la lluvia, el calor, el frio;

tu mirada, un parpadeo; un pantalón de mezclilla, una corbata en mala percha;

desnudez en la lunada, un monigote con los brazos abiertos al sol;

una pésima frase, el preferible silencio…

Un color para ti, un tono para mí;

las vocales de tu nombre, las consonantes para denominar;

una voz (la letra), una canción (el tono);

un verbo, el sustantivo, el adjetivo: una oración olvidada;

un poema, la frase suelta…

Un aroma distintivo, un ademán particular;

la maldición repetitiva, una plegaria trasnochada;

la promesa olvidada, una canción de cuna en la vejez;

una sonrisa, el sufrimiento; dulzura, amargura…

A favor del viento, a contracorriente;

una mesa, una silla; una cerveza en el vaso, un cigarrillo encendido;

el monte, la sima; la sed y el agua, mi hambre y tu pan;

lo dulce, lo salado; un abrazo, un beso; un silbido, la plegaria;

… quien sea, en donde esté…;

quien fuere, en donde estuviese;

…quien fue, la insoportable ausencia.

¿En verdad, alguna vez estuviste entre nosotros

para esta angustia en la mirada?

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