Cómo recolectar residuos aplicando la ciencia del comportamiento

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Jorge Luis Castañeda*

Washington, D. C., 26 de enero de 2016.- La población mundial generó 2010 millones de toneladas de residuos sólidos. Esto equivalía aproximadamente a 270 kilogramos por persona, y la mayor parte provenía de las naciones desarrolladas. Si usted está leyendo este artículo, es muy probable que esté generando alrededor de 1 kilo de residuos por día.

Mientras los Gobiernos analizan políticas y programas destinados a mejorar los resultados ambientales y reducir la generación de residuos, el comportamiento individual de los ciudadanos y consumidores resulta esencial para que los sistemas de gestión de residuos funcionen de manera sostenible y eficaz. En Argentina, la Municipalidad de Trelew, que cuenta con 225,000 habitantes en su área metropolitana, es un excelente ejemplo del potencial que tienen los Gobiernos y sus ciudadanos para avanzar hacia una economía circular, sobre todo en el mundo en desarrollo.

La ciudad, ubicada a 1,200 kilómetros al sur de Buenos Aires sobre el océano Atlántico sur, ha invertido en la mayoría de la infraestructura necesaria para garantizar la gestión sostenible de residuos. Y lo ha hecho, en primer lugar, a través de una planta de reciclaje, construida en 2013 y financiada por el Banco Mundial, para separar y procesar material reciclable. Además, ha implementado un sistema de recolección diferenciada en el que el material reciclable es recolectado y enviado a la planta una vez por semana, y el resto de los residuos se transporta diariamente al vertedero local.

Así, la ciudad ha establecido toda la infraestructura necesaria para una gestión eficaz de los residuos. Sin embargo, apenas el 3% de los residuos se recupera a través del reciclaje, mientras que el resto termina acumulándose en el vertedero local.

Asimismo, en la planta de separación de residuos, el personal manipula desechos mezclados, y a menudo peligrosos, para extraer y recuperar materiales reciclables, lo que conlleva costos significativos en tiempo y recursos, y el deterioro de la salud y las condiciones generales de trabajo de los empleados. En principio, si los trelewenses separaran los materiales reciclables de los no reciclables y los sacaran el día indicado, la clasificación en la planta sería rápida y eficiente, y el porcentaje de recuperación, elevado.

Pero cambiar los hábitos de las personas es difícil; por eso, la ciudad recurrió a la ciencia del comportamiento para obtener ayuda.

Aplicación de la ciencia del comportamiento a la gestión de residuos
Trabajando con la Municipalidad de Trelew, la Unidad de Integración de la Mente, el Comportamiento y el Desarrollo (eMBeD) del Banco Mundial, junto con el Instituto Alemán de Desarrollo, recurrieron a la ciencia del comportamiento para mejorar las tasas de separación de residuos incentivando dos conductas clave de los consumidores: separar los residuos en origen en dos categorías (reciclables y no reciclables) y sacar los residuos reciclables únicamente el día establecido por la Municipalidad.

A continuación, el equipo envió cartas y calendarios imantados con distintos mensajes a aproximadamente 4,800 destinatarios en Trelew. El 90% de estos calendarios y cartas fueron enviados a hogares, y el resto, a pequeñas empresas. El objetivo era subrayar la importancia de respetar el día asignado a la recolección de los residuos reciclables (solo los jueves), y transmitir mensajes prosociales (destacando los beneficios para la sociedad y para los demás) acerca de por qué las personas deben hacer un esfuerzo y separar los residuos (“¡Si separás, nos ayudás!”).

Por lo tanto, el equipo diseñó y puso a prueba dos tipos de materiales: uno centrado en el comportamiento, que brindaba información pertinente, clara y sencilla sobre el proceso de recolección, y otro motivacional con imágenes y citas del personal de las plantas en las que este describía la función esencial que desempeña y las difíciles condiciones en las que trabaja.

Para comprobar si el experimento había funcionado, dos semanas después de distribuir las cartas y los calendarios, el equipo recolectó los residuos de 899 puntos de vertido seleccionados de manera aleatoria. Recogieron un total de 3.5 toneladas de basura, y midieron el peso y el volumen de cada bolsa y evaluaron la forma en que se habían clasificado los residuos en cada una de ellas. Además, durante las semanas posteriores a la intervención, el equipo realizó encuestas breves a 2,700 hogares centrándose en las prácticas de separación de residuos.

Bajo costo, alto impacto
Los resultados fueron prometedores para la comunicación y el diseño de las políticas en el futuro. Dos semanas después de la distribución de los materiales, la tasa de separación de residuos prácticamente se duplicó gracias a las cartas y los calendarios al pasar del 17% entre los ciudadanos de las cuadras que no habían recibido el material al 31% en las cuadras donde sí lo habían recibido. Ambos tipos de materiales, el centrado en el comportamiento y el motivacional, mostraron resultados positivos similares, y, entre tres y seis semanas después, más del 80% de los encuestados declararon que habían conservado el material.

La intervención también fue rentable, con un costo promedio de solo USD 0.55 por hogar participante. Dicho costo resulta bastante razonable cuando se lo analiza teniendo en cuenta los beneficios económicos de la menor presión sobre el vertedero, el aumento de los ingresos provenientes de la venta de material reciclable, el alivio ecológico generado por la reducción de la contaminación, y la disminución del riesgo de que el personal de la planta trabaje en condiciones peligrosas.

Asimismo, existe el potencial de generar resultados sostenibles a largo plazo. Por lo tanto, actualmente el equipo está recopilando información para determinar si los efectos son persistentes y si los distintos mensajes y materiales informativos podrían alentar distintos comportamientos a largo plazo.

Reproducir el éxito
Para nosotros en el equipo de eMBeD en el Banco Mundial, hay dos elementos de esta y otras intervenciones que se destacan como una forma de garantizar el éxito en proyectos basados la ciencia del comportamiento.

En primer lugar, se deben analizar cuidadosamente el contexto y los comportamientos que se pretende modificar, y realizar diagnósticos exhaustivos. Nuestra labor colaborativa de diagnóstico y validación dirigida por el Instituto Alemán de Desarrollo incluyó exámenes de la literatura pertinente sobre la gestión de residuos desde la óptica de las ciencias del comportamiento, la recopilación y el análisis de los datos de una encuesta de hogares, y la consulta a ciudadanos, autoridades locales y expertos.

Solo entonces pudimos seleccionar comportamientos específicos de separación y eliminación de residuos reciclables, identificar la falta de conciencia como una limitación que afectaba dichos comportamientos, y diseñar materiales de comunicación útiles que brindaran información simplificada sobre el proceso de reciclaje y el papel fundamental que desempeñan en él los hogares.

En segundo lugar, y esto es aún más relevante, la estrecha colaboración con el Gobierno local y el Instituto Alemán de Desarrollo proporcionó una sinergia fructífera de conocimientos y prácticas. En este caso, la copropiedad de la intervención y sus impactos también resultó crucial, y las autoridades locales se mostraron interesadas en participar y aportar su conocimiento único del contexto en cada etapa del proyecto, manteniendo en todo momento una actitud receptiva a las actividades de desarrollo de la capacidad, y codirigiendo múltiples tareas de implementación. A modo de ejemplo, cabe mencionar la preparación y distribución de los materiales, la planificación de las actividades de campo y la capacitación de los equipos de recopilación.

Asimismo, la estrecha colaboración entre los expertos e investigadores principales del Instituto Alemán de Desarrollo y el Banco Mundial permitió un intercambio de conocimientos dinámico, un proceso de pensamiento creativo y la interacción entre las instituciones. Para lograr esta integración, todos los miembros de los equipos de las tres instituciones mantuvieron un diálogo constante entre sí.

Dado que los experimentos de campo requerían una planificación cuidadosa y la resolución oportuna de los problemas, el grupo se reunió en forma semanal y mantuvo consultas y conversaciones abiertas con expertos mayormente a través de mensajes móviles, superando así el desafío de coordinar la comunicación entre personas que viven en diversos husos horarios. Además, la autoridad local designó para el proyecto a un equipo de funcionarios altamente calificados y motivados, lo que, como se mencionó, fue crucial para lograr el éxito.

Un pequeño paso hacia la sostenibilidad
Estamos ansiosos por ver los datos sobre el impacto sostenido, que, al momento de redactarse este artículo, se estaban procesando.

Asimismo, nos genera gran entusiasmo trabajar con los Gobiernos para aumentar la escala de las iniciativas orientadas a modificar los comportamientos con el fin de promover soluciones innovadoras para el desarrollo sostenible. Concretamente, estamos volviendo a la fase inicial para crear intervenciones que vayan más allá de la separación de residuos y aborden algunas de las causas profundas de los comportamientos no sostenibles, como la generación de residuos y la preservación de la vida silvestre.

Y, de forma paralela, estamos iniciando el diálogo con otros municipios argentinos que están interesados en explorar y experimentar en estas esferas adicionales. Dado que el desarrollo sostenible depende de los Gobiernos y sus ciudadanos, nuestro objetivo será continuar probando herramientas normativas centradas en el comportamiento que puedan reproducirse en distintas geografías y aplicarse a un conjunto más amplio de cuestiones de políticas.

*Economist, Mind, Behavior & Development Unit (eMBeD), World Bank Poverty and Equity Global Practice

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