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Un equipo internacional de investigadores científicos está explorando una nueva y prometedora manera de capturar y almacenar el dióxido de carbono (CO2), el potencialmente nocivo gas de efecto invernadero: Convertirlo en piedra.

Los investigadores del proyecto CarbFix comenzaron a explorar esa idea en Islandia en 2014 al inyectar C02 atmosférico en las profundas formaciones de roca volcánica de basalto. Los resultados fueron sorprendentes y dieron ánimo a los científicos. En un lapso de dos años, casi 250 toneladas de CO2 fueron transformadas en cristales de carbonato.

“Nuestros resultados muestran que entre el 95 y 98 por ciento del CO2 inyectado quedó mineralizado y, sorprendentemente, rápido”, dijo el principal autor del informe del proyecto Juerg Matter, de la Universidad de Southhampton, en el Reino Unido.

La enorme estación de energía geotérmica de Hellisheidi, en Hengill, Islandia, suministró las emisiones del C02 para el proyecto piloto. El experimento terminó, pero la planta sigue trabajando con planes para inyectar 10,000 toneladas de C02 a mediados de este verano, de acuerdo con Martin Stute, miembro del equipo y científico medioambientalista de la Universidad de Columbia. El objetivo es, eventualmente, capturar las emisiones totales de C02 de la estación de 40,000 toneladas en piedra.

“Hasta el momento, no hemos tenido ningún inconveniente, lo que es una buena señal, expresó Stute.

Podría ser una novedad importante, dado que el dióxido de carbono que produce la actividad humana es el principal acelerador del cambio climático. Toneladas de él son arrojadas de las refinerías de carbón, petróleo y gas natural y de los tubos de escape del motor de los vehículos.

No hay escasez de lugares donde se pueda colocarlo, agregó Stute, al citar un ejemplo en Omán. “Esa formación rocosa en Omán puede absorber toda las emisiones de C02 causadas por la actividad humana durante cientos de años”.

Las formaciones de rocas de basalto se hallan en todo el mundo, incluso bajo el fondo del océano. Brasil, India, Sudáfrica y Estados Unidos tienen enormes yacimientos de basalto.

Ello sugiere otra estrategia futurista: Quitar el gas del aire en cualquier lugar en vez de capturar el C02 solamente de centrales eléctricas. “Hay muchos resultados de laboratorio y de campo que son prometedores”, dijo Stute.

El C02 puede ser capturado en cualquier lugar porque está en el aire en concentraciones similares en todo el mundo. Si se captura cerca de rocas volcánicas y agua, el C02 podría ser inyectado y mineralizado en el mismo sitio y sería económico.

Hacer que los precios bajen
Capturar el C02 del aire donde hay abundancia de recursos en basalto y agua, entre 20 y 30 dólares la tonelada es relativamente económico. La captura y transporte del carbono podría costar hasta cinco veces más, o incluso más, dependiendo de cuan lejos el carbono debe ser trasladado.

Otro factor en el costo es la manera en que el carbono se genera. Los gases emitidos en la planta geotermal de Islandia eran en general C02 y sulfato de hidrógeno. Las centrales con combustibles de fósiles producen más gases, que deben ser separados del C02.

Hacerlo ahora mismo
Los científicos del proyecto CarbFix coinciden en que la captura y almacenamiento del carbono puede ayudar a cerrar la brecha mientras se comienzan a usar ampliamente tecnologías eficientes de energía renovable.

Sin embargo, señalan que solamente las energías renovables no serán suficiente para compensar los perjudiciales efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero. “No podemos librarnos así de rápido los combustibles fósiles”, explicó Stute. Si el aumento de la temperatura mundial se mantiene muy por debajo de los dos grados Celsius por arriba de los niveles pre-industriales, entonces este es el momento para emplear todos los medios disponibles.

Al final, es una cuestión económica, añadió. “Tiene que haber un incentivo para hacer algo con las emisiones de C02. Si el incentivo está ahí, entonces se puede hacer. Tenemos que tomar esto en serio”.

El proyecto de CarbFix es financiado por el Departamento de Recursos Energéticos de Estados Unidos y la Unión Europea, con participación de científicos de Australia, Gran Bretaña, Dinamarca, Francia, Islandia, Holanda y Estados Unidos.

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