Vitales, pero invisibles, así son los agricultores guatemaltecos

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Mayra Vargas / El Agricultor Primero

Agosto 23 de 2018.- Cada día, en las mesas de millones de guatemaltecos se sirven arroz y frijol, así como lechugas, tomates y elotes. El 70% de estas frutas, granos y hortalizas ha sido producido por las manos de miles de productores, principalmente, familias de agricultores asentadas a todo lo largo y ancho del territorio nacional.

Las papas llegan desde las faldas del volcán Tajumulco, en el departamento de San Marcos; las zanahorias, de una de las zonas más fértiles de todo el país: Chimaltenango. El tomate ha sido cultivado al oriente del país, en Jutiapa, mientras que el maíz y el frijol, crecen en El Petén y Alta Verapaz; los mangos provienen de Retalhuleu y los melones de Zacapa y Santa Rosa.

Su trabajo representa el 13.6% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, un dato equivalente a US$ 5,900 millones anuales, según la Cámara del Agro. Más allá de ese aporte, este sector absorbe a un gran peso de la fuerza laboral: 31.2% de la Población Económica Activa (PEA) labora en el campo, superando al comercio, con 26.4%; la industria de manufactura, 14.4%; y la administración pública, con 10.7%, según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingreso (Inei) 2014, del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Esa fuerza laboral suma 1,972,592 trabajadores, pero no representa al total de las personas dedicadas a las labores agrícolas, porque no toma en cuenta a los otros eslabones de las cadenas de valor donde están inmersos los productores, como son procesadores, empacadores, transportistas, comerciantes y hasta exportadores.

¿Quiénes son estos hombres y mujeres?
Según la antropóloga Marcela Gereda, aunque el sector agrícola es motor de crecimiento económico, los hombres y mujeres que lo integran, son invisibles. “Históricamente, la ciudad ha negado e ignorado al campo, hemos construido una hegemonía con un campesinado oculto. El mundo rural aparece ante nosotros como parte de un paisaje lejano, desconocido y peligroso”, dice.

A este análisis se suma el investigador Luis Linares, de la Asociación de Investigaciones Económicas y Sociales (Asies). “En el imaginario urbano medio son agricultores necios aferrándose a la tierra y a cultivos que no dan para más”, dice.

Muchas cifras, pocos protagonistas
Los entrevistados coinciden en que la percepción negativa de la agricultura y del agricultor existe a pesar de su incuestionable importancia como generador de divisas, empleador y proveedor de alimentos de las ciudades. Entonces, la pregunta obligada es: ¿qué hacer para visibilizar el rol fundamental que juega en la sociedad guatemalteca?

A nivel del Estado, no existe un esfuerzo similar, más allá de producir estadísticas sobre producción, consumo, exportaciones, etc. Diversos documentos, como el Agro en cifras o el Censo agropecuario, ofrecen abundantes cifras que deberían contribuir con las políticas públicas destinadas al sector, pero son escasos los esfuerzos para socializar a los protagonistas de estas cifras.

A nivel gremial, las estrategias de comunicación de la Asociación Nacional del Café (Anacafé) o la Asociación de Azucareros de Guatemala (Asazgua) se han enfocado en generar orgullo por el producto, pero no hacen énfasis en quién lo produce. Sus respectivas fundaciones, así como las de otros grandes productores, como los bananeros, se enfocan en programas de desarrollo para sus comunidades de influencia.

Otras instituciones, como la Asociación de Exportadores de Guatemala (Agexport), publican en su revista impresa y página web, historias de éxito de algunos productores. Sin embargo, como reconoce el ingeniero Hernán Sarmiento, no forman parte de un esfuerzo por generar un reconocimiento a nivel local, pues su prioridad es aumentar la oferta de exportación y, por lo tanto, fortalecer las capacidades de los productores para satisfacer las demandas del mercado internacional.

En cuanto a la Academia, según el doctor Raúl Maas, del Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente (Iarna) de la Universidad Rafael Landívar, siempre ha habido un interés por hacer investigación, dar insumos y hacer propuestas para nutrir el debate. Publicaron el Perfil del Agro y la Ruralidad de Guatemala 2014: situación actual y tendencias.

Apuntes para visibilizar a los productores
Los entrevistados mencionan que el papel del Estado es insustituible y es el llamado a crear una política para dignificar al productor agrícola. Aquí algunos de los aportes desde su experiencia:

  1. Cualquier iniciativa de comunicación tiene que hacer énfasis en que los agricultores no son unos menesterosos, ni sujetos aislados, si no profesionales, agentes activos insertados en un sistema más integral y complejo, la cadena de valor, donde se relacionan con otros actores con quienes desarrollan vínculos horizontales y verticales.
  2. Los agroicultores, además de alimentar a este país, son aliados de la seguridad alimentaria y actores protagónicos en los esfuerzos por garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, la conservación de la biodiversidad y el traspaso de los saberes tradicionales de las comunidades.
  3. Debe crearse una nueva narrativa que destierre mitos como que los agricultores son haraganes, que son pobres porque quieren o que son sinónimo de subdesarrollo. Un ángulo de esta propuesta sería un acercamiento a los medios (impresos y digitales) para que no siempre las imágenes o la presencia de los productores sea desde una perspectiva negativa.
  4. Promover conocimientos sobre la agricultura y los productores a través de proyectos escolares a nivel secundaria y universitaria, desde huertos escolares, seminarios de graduación, viajes de acercamiento a centros de producción, etc.
  5. Motivar a empresas/centros de distribución (supermercados) para que, como parte de su Responsabilidad Social Empresarial (RSE), informen/eduquen a los consumidores sobre el origen de los alimentos que llegan hasta sus mesas.
  6. Identificar con nombre y apellido a los productores. Colocar fotografías en zonas de gran tráfico explicando dónde trabajan estos productores, cuánto producen y hacia dónde exportan sus productos.
  7. Crear marcas colectivas para distinguir el origen geográfico, los procesos de cultivo, el empaque y otras características que le den a los productos (granos, frutas, hortalizas) un valor comparativo frente a otros productos. Este ejercicio podría fomentar un sentimiento de orgullo nacional.
  8. Promover la agricultura, su importancia y su entendimiento a través de las Comisiones de Agricultura y/o Desarrollo Rural en los Consejos de Desarrollo Municipal y Departamental (Codere), así como en los gobiernos locales.
  9. Crear más y mejores canales comerciales para los pequeños y medianos productores por medio de mercados campesinos, grupos de consumo solidario, promoción del consumo de productos locales en restaurantes, hoteles, etc.
  10. Alianzas con diversas organizaciones, entre las que mencionan: Asociación de Consumidores, organizaciones ambientales, grupos de mujeres campesinas para promover discusiones, pero también conocimiento y entendimiento sobre los productores, sus éxitos, sus desafíos.

Fuentes: Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), Instituto Nacional de Estadística (INE), 2011; Agricultura Familiar en América Latina y El Caribe: Recomendaciones de Política, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); Inteligencia de consumo de productos agrícolas (demanda actual del mercado nacional), Cámara del Agro, 2013.

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