El Bajío, Occidente y, parcialmente, el norte centro de México está lleno de construcciones habitacionales tipo americano. Predominan las casas estilo californiano, georgiano, texano y de algunas otras regiones de la Unión Americana. Dato curioso porque estas edificaciones fueron diseñadas y levantadas por albañiles bajo el mando del “maistro” de cuchara grande.

En su construcción no se recurrió a los arquitectos y, en muchas ocasiones, se realizaron tomando como base sólo bajo un dibujo en hojas de papel, por lo general, de cuadernos escolares, donde los dueños de las casa plasmaron sus ideas de acuerdo a lo que su memoria les recordaba de esas casas que vieron en Estados Unidos.

Todo es obra de los albañiles, jóvenes en su mayoría, impuestos a las grandes faenas cotidianas y con salarios muy por encima de los comunes y corrientes en cualquier zona económica del país.

Pero no sólo eso, el albañil (palabra árabe que significa constructor) es uno de los grandes personajes del folclor nacional. Ellos mismos se autodesignan macuarro, matacuaz, media cuchara o chalán, término despectivo que hace referencia a personas con rasgos indígenas, sin que ello sea denigrante, sino jocoso, alegre y hasta festivo.

El 3 de Mayo, oficialmente Día de la Santa Cruz, por tradición judeo cristiana, es el Día de los Albañiles, que siempre lo celebran con carnitas, taquiza, cerveza, pulque y otras viandas que les ofrece el dueño de la construcción o el ingeniero encargado de la obra, en el mejor de los casos.

Por lo general, no tienen más estudios que la primeria y, en muchos casos, incompleta. Es la práctica, su empeño y el gusto por este oficio lo que hace que los albañiles se conviertan en prototipo del mexicano que ve el mundo en forma desinteresada y hasta con rebeldía.

Una vieja tradición en este gremio nacional sostiene que “los lunes: ni las gallinas ponen ni las esposas de los albañiles comen”, porque ese día amanecen crudos y no trabajan, sabedores que el resto de la semana lo harán con creces.

Pero los tiempos cambian y ahora, a ese mundo que dominaban sólo los hombres, es posible ver también a mujeres preparando la mezcla, empujando la carretilla y hasta cargando los pesados botes de arena, grana y mezcla, subiendo por las destartaladas escaleras y hasta en los andamios.

También se hacen esfuerzos porque esos héroes anónimos, auténticos constructores de ciudades, terminen sus estudios primarios e inicien sus conocimientos sobre el uso del dinero para que no sólo edifiquen casas o palacios, sino que también cuenten con su hogar propio.

Este año, al celebrar el Día de la Santa Cruz, la secretaria de Desarrollo Urbano, Territorial y Urbano (Sedatu), Rosario Robles Berlanga, anunció el Programa de Autoconstrucción de Casa Propia, mediante el cual, los albañiles se hacen acreedores de su propia casa y a terminar sus estudios de educación básica, promovido por la Fundación “Construyendo y Creciendo”.

A quienes terminaron sus cursos de alfabetización, primaria, secundaria y habilidades básicas en computación, Robles Berlanga anunció la inmediata operación de un programa de auto-empleo, mediante el cual la Sedatu apoyará a los trabajadores para que construyan sus propias viviendas.

De esta manera, el Gobierno de México les otorgará un subsidio de 60 mil pesos para que en terrenos de su propiedad edifiquen sus viviendas, a su gusto y a sus necesidades, pues «no es lógico que ellos construyan viviendas y no tengan sus propias casas».

En una primera etapa serán 100 personas beneficiadas las que entren al programa donde el único requisito es que tengan su lote con los servicios básicos. «Les financiamos una parte para que ellos puedan acceder a un crédito y edifiquen su casa», dijo.

La industria de la construcción es una de las más importantes actividades en el país, que más le aporta a la economía nacional, y «ahora da a sus trabajadores herramientas para ser mejores y contar con elementos para crecer y lograr sus sueños de tener mejores niveles de educación y de bienestar”.

La Fundación «Construyendo y creciendo» busca brindar educación a los trabajadores de la construcción y han entregado 800 certificados en los niveles de alfabetización, primaria, secundaria y educación para el trabajo, en desarrollo humano, cursos de cómo llevar las cuentas en su casa, clases de computación, con lo que contribuyen a un mejor desarrollo de sus familias, de sus colonias y de México.

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