Por una sonrisa

0
217

Deja tu sonrisa para cuando pierda su brillo la última centella en el firmamento, que sea tu mano la que cierre mis ojos al venir el final de todo lo conocido en la promesa
del lugar final entre lo que fue, es y vendrá.

La sonrisa es una bienaventuranza en la cultura humana. “La sonrisa es la manifestación gestual más característica de la alegría, el placer, la felicidad o la diversión que una persona experimenta como consecuencia de un evento o situación agradable. Consiste en el gesto de curvar la boca, flexionando los 17 músculos que se encuentran alrededor de ésta y también de los ojos.” [1] Los músculos faciales que identifican una sonrisa natural, sincera, son: Orbiculareis oculi y el cigomático mayor.

“Cuando uno sonríe segrega adrenalina, lo que potencia la creatividad y la imaginación. El cerebro hace que nuestro cuerpo segregue endorfinas sedantes naturales que nos hacen sentirnos mejor. Al reírnos estamos haciendo ejercicio, ya que ponemos en marcha cerca de 400 músculos. Lubricamos y limpiamos los ojos con las lágrimas al reír a carcajadas, se despeja la nariz y el oído y oxigenamos mejor los pulmones ya que entra más aire en ellos.” [2]

Según algunos aportes desprendidos de estudios científicos, hay comunidades ―¿qué tan primitivas o bajo qué arraigada costumbre?―  en las cuales, ésto que nos aporta un poco de tranquilidad, regocijo, de benevolencia ajena y cierto grado de beatitud, lo que denominamos sonrisa ―por mostrar los dientes―, resulta una exteriorización de amenaza, un aviso de la próxima, de la cercana violencia si persistimos en la proximidad a menos de alejarnos. “De los 19 tipos de sonrisas… solo seis ocurren cuando estamos pasando un buen momento, el resto se produce[n] cuando sentimos dolor, vergüenza, incomodidad, horror […] cuando estamos tristes…” [3] o mostramos desprecio. En el extremo opuesto, los gorilas muestran sus dientes para aclarar que no atacarán [4] ―es un principio del gesto amistoso―, los chimpancés juguetones también muestran ampliamente sus dentaduras y encías para decirle a sus compañeros y al mundo de su alegría.

En algunas épocas y circunstancias la sonrisa era una proclama perturbadora y licenciosa al poner el disfrute de la vida por evidencia y todo deviene porque, en gran parte de la historia de la humanidad, el desconocimiento del aseo provocaba la destrucción de las piezas dentales con sus correspondientes oquedades. Después de eras de bocas pestilentes del siglo XVIII y principios del XIX, el ser humano, beneficiado con los cuidados bucales, tiene dientes para mostrar y ánimo para celebrar la gracia de vivir, y, por ello: la gran sonrisa y el declinar del coqueto abanico distractor.

Pese a nuestra fama, esta no es una comunidad marcada por la sonrisa, grita ¡sí!, arroja estruendosas carcajadas al pitorrearse de todo, pero no es lo mismo esa amargura escudada, ni las recurrentes imágenes de chacota, que sonreír abiertamente al compartir con bonhomía surgida del profundo júbilo de estar con uno mismo y para con los demás.

El encadenamiento del chiste y chistoretes exige la capacidad de olvido para que surja la sonrisa nuevamente. El chiste retuerce, moldea, descompone la frase ―o el concepto de lo real― la idea y es ingenio sin el cual llegar a más. Quien sonríe sin doblez es un ser bueno que al compartir su alegría extraña a quienes valoran en poco la sencilleces habidas en la vida.

Refiere la historia une escena un tanto desagradable con respecto a María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV de España: “…[La vida relajada de la reina y el] elevado número de embarazos le pasó factura y padeció terribles problemas bucales que le hicieron perder los dientes. En una ocasión, durante su exilio en Francia, invitados por Napoleón, después de que Josefina halagara su dentadura, se la quitó y la puso sobre la mesa, orgullosa de que fuera postiza, lo que escandalizó a la esposa del emperador.” [5]

A su vez, la emperatriz Josefina tenía rescoldos de dientes, negros, podridos, causantes de terribles dolores obligándole a consumir opio para mitigar sus dolencias. La divulgada bella sonrisa de la criolla Josefina [6] ocultaba un vacío pestilente y doloroso. Más apegado a la leyenda que a la realidad ―fabricantes de dentadura había en Francia, por ejemplo Guiseppangelo Fonzi (1768-1840) [7] de origen italiano, continuador de una serie de patentes para la confección de prótesis dentales (denominadas “incorruptibles ferrometálicas”) de porcelana, trabajaba en la corte de Napoleón― en la novela “Yo el rey” de Juan Antonio Vallejo Nájera, uno de los hilos es precisamente la búsqueda de unas perlas para confeccionarle a la emperatriz una dentadura para engalanar unos labios perfectos velados tras un abanico. De ella, de Josefina emperatriz de los franceses, querida por muchos pese a su comportamiento desordenado y endeudamiento inusitados, la duquesa de Abrantes dijo: “Si hubiese tenido dientes, no digo hermosos o feos, sino solamente dientes, habría eclipsado por cierto en la corte consular a muchas mujeres que no valían lo que ella.” [8] “La duquesa de Abrantes lo ha comentado con rotundidad: «He tenido el honor de ser presentada a muchas princesas de sangre, y debo reconocer que jamás ninguna me ha impresionado tanto como Josefina. Es la elegancia y la majestad. Nunca una reina ha sabido estar mejor en el trono, sin haberlo aprendido.» ¡Lástima que la emperatriz haya perdido los dientes!…”. [9]

Quedan entre las crueldades después de la derrota de los españoles por las fuerzas del mariscal Jean-Baptiste Bessières en la Batalla del Moclin en los campos de Medina de Rioseco el 14 de julio de 1808 y el posterior saqueo y depredación sangrienta en la cercana población: “El coronel Radere llega al cuartel general de Bessières, trae un informe. Entre los datos que debieran importarme más, buscó con afán los del encargo de la emperatriz: Antonio Saelices muerto. Su esposa muerta. Los cuatro hijos muertos. También las esposas de éstos, todos los nietos y los empleados del taller, del que no se les dejo salir cuando [el taller] era pasto de las llamas… ¿Cómo voy a contar a esa mujer de sentimientos delicados que los artífices, los únicos conocidos, que podían aliviar el tormento de su dentadura, no irán a Francia a realizar tan halagüeño encargo, porque los hemos matado a todos? A todos. De un modo estúpido y cruel.” [10]

Hasta donde es posible asentar, la enigmática sonrisa de la Gioconda o Mona Lisa [11] es más el resultado del esfumato [12] y la precariedad dental propia de la época que al disfrute del baile y proezas de saltimbanquis o enanos contratados por el maestro Da Vinci para regocijo de su modelo, si esto fue así, queda fuera la propalada afirmación de un avanzado estado de embarazo, la supuesta pertenencia al género masculino o afectación tiroidea. La sonrisa “enigmática” está ya en los personajes de la Virgen de las Rocas (las dos pinturas), en el San Juan Bautista, en el autorretrato a sanguina… Y, aclaremos de una buena vez, el esfumato no es una expresión antigua consistente en la visión que la sonrisa aparece en la observación a distancia y gesto de desagrado en su cercanía.

En nuestra época de taciturnos, malhumorados en todo y por todo; hastiado y dolido de su pasado y su presente, el hombre civilizado le niega al cercano y al distante el regalo de la aceptación tal cual sea y prefiere la frase obscena, el insulto para quien lleva y comparte la placidez de estar y compartir su presencia entre nosotros, hay en la mayoría de tal expresión una inútil lisonja o la práctica para el efímero triunfo en las pasarelas. La bendición entre humanos, la muestra de que no todo está perdido y aún hay una mínima esperanza en el convivir, es, para otros, el preludio de la violencia, así, cuando retraemos los labios y mostramos los dientes interpretada como el aviso de una dentellada feroz. Comparte uno la sonrisa y rápidamente surge el calificativo degradante: ¡Es un idiota! sino es que algo peor con afán de zaherir con saña mayor y dejar en uno el regusto ácido con respecto al propio sano equilibrio mental. Ante una sonrisa espontánea surge la interrogante de qué tramamos con éso que comúnmente es una máscara apropiada en las relaciones sociales. Es mejor el gesto adusto, así, uno sabe con claridad a quién ofende y con quién no deseamos el menor contacto. [13]

―oOo―

Sonríe pequeñita, llénanos con tu alegría florecida, porque, contrario a la apariencia, una sonrisa es alegría reflexiva de quien no desea el mal a nadie; una sonrisa es generosidad sin restricciones y ¡vaya que es una extrañeza encontrar un rostro sonriente! Es un premio después de buscar incansablemente a un ser que comparta su buen vivir y su bondad. Pequeñita: tú sonríe y perdona a todo ser banal cuya ofensa sólo le sienta a quien afrenta con su gesto agrio.

Notas:

[1] definicionabc.com Visitado el 9 de septiembre del 2018. Coincide, en lo general, con la opinión de Teresa Baró expuesta en el programa “Para todos la2”, producción de RTVE y Lavinia Productora, en su capsula “El poder de la sonrisa”.
[2] Javier Tovar. Sonrisa y salud, conexión con evidencia científica. efesalud.com Visitado el 20 de septiembre del 2018.
[3] BBC Mundo. El lado oscuro de las sonrisas; cuántos tipos hay y por qué sólo una minoría expresa felicidad. bbc.com Visitado el 19 de marzo del 2019. Aquí cabe recordar la mueca artificial de Gwynplaine en la novela de Victor Hugo: “L‘homme qui rit”, antecedente de la figura contemporánea de “El Guasón” (Joker) creado por Jerry Robinson, Bill Finger y Bob Kane, antítesis de Batman en la historieta del superhéroe.
[4] Victoria Gill. Los gorilas sonríen para tranquilizar a sus compañeros. bbc.com con fecha del 12 de enero del 2012. Visitado el 10 de febrero del 2019.
[5] Mari Pau Domínguez. María Luisa de Parma, la Reina que pudo acabar con los Borbones. Publicado el 1 de septiembre del 2018 en abc.es Visitada el 18 de marzo del 2019.
[6] Maria Josefina Rosa Tascher de la Pagerie, viscondeza de Beauharnais, nació el 23 de junio de 1763 en Les Trois-Îlets, en la Isla de La Martinica y muere el 29 de mayo de 1814 en Rueil-Malmaison, Francia.
[7] Introducción, páginas 7 y 8. disposit.ub.edu saberdinfin.com Visitados el 19 de marzo del 2019.
[8] Laure Permon, casada con el general Jean-Andoche Junot (denominado “la tempête”), autora con la ayuda de Honoré de Balzac de sus Memorias históricas sobre Napoleón, la Revolución, el Directorio, el Consulado, el Imperio y la Restauración.
[9] Juan Antonio Vallejo-Nágera, en su “Yo, el rey”, página 86. primera reimpresión, 1988, Grupo Editorial Planeta.
[10] Ídem, página 248 y 249.
[11] Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, obra adquirida por el rey Francisco I de Francia a inicios del siglo XVI.
[12] El sfumato ―invención de Leonardo da Vinci― es un efecto vaporoso que se obtiene por la superposición de varias capas de pintura extremadamente delicadas, proporcionando a la composición unos contornos imprecisos, así como un aspecto de vaguedad y lejanía. todocultura.com Visitado el 7 de octubre del 2018.
[13] Nuestra modernidad queda reflejada en el Smile de Harvey Ball para la State Mutual Life Insurance al adquirir la Mutual Company de Ohio, diseñado en 1963, esta síntesis grafica tranquilizó la tensión del personal ante el temor de despidos en la fusión de esta empresa.

Anuncio

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí