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viernes, abril 19, 2024

La enigmática China

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El pasado fin de semana, la comunidad china, radicada en la Ciudad de México, celebró su Año Nuevo Lunar, correspondiente al 4714 y dedicado al Mono Rojo del Fuego, que significa riesgos, oportunidades e inteligencia.

De hecho, el año chino inició hoy (8 de febrero). Esta festividad tiene su origen en el calendario lunar. Para ellos no es el 2016, sino el 4714, que se determina por la luna nueva más próxima al día equidistante entre el solsticio de Invierno y el equinoccio de Primavera.

Este año, la tradicional celebración del Año Nuevo no fue en la céntrica y angosta calle de Dolores, ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México, sino en el Monumento a la Revolución, distante unos dos kilómetros.

La belleza de sus vistosos desfiles y los cuadros gimnásticos y de disciplinas marciales orientales atrajeron a miles de visitantes capitalinos que se dieron cita desde el mediodía para disfrutar esos espectáculos el sábado y domingo pasados.

La calle de Dolores, llamada Barrio Chino, es el centro de identificación de esta sociedad en el país. Consta de sólo tres cuadras donde alberga restaurantes y comercios del país asiático, la antigua Catay, descrita por Marco Polo en sus viajes al lejano oriente.

La relación de China con México es antigua. Baste recordar a la histórica Nao de China que realizaba el comercio entre Europa y el país oriental utilizando para su paso el Puerto de Acapulco y cuyas reminiscencia de esos ayeres llegan hasta nuestro días, a través del traje típico de la China Poblana.

Durante siglos se mantuvo cerrada y su historia y sociedad se desarrollaron en su amplio territorio doméstico.

Los nuevos aires económicos modificaron en gran parte ese legado ancestral y actualmente su expansión alcanza a todo el mundo, ejecutada mediante una sui géneris forma de conquista: por un lado, su comercio de bajo precio y gran oferta y, por el otro, la compra de tierras para producir sus propios alimentos y crear sus propias empresas que exportan los productos agroalimentarios a la nación madre y los artículos manufacturados a todo el planeta.

Tiene una filosofía muy distinta a la occidental lo que dificulta el entendimiento con el resto del mundo, en todos los órdenes de la vida.

Aunque amables y respetuosos, hacer negocios con ellos es algo complicado por su acendrado sentido nacionalista y lo complejo de su economía.

Además, es el país más poblado del mundo, al sumar 1,400 millones de seres humanos, de los poco más de 7 mil millones que pueblan actualmente al planeta.

Su economía registró en la última década uno de los índice más altos, superiores a los 9 puntos, mientras el resto de la tierra lo hacía con apenas 2 ó 3 punto porcentuales.

Lo anterior la ubicó como la economía más dinámica y hasta se llegó a considerar superior a la norteamericana, aunque en las últimas semana ha entrado en recesión lo que contagió a todo el mundo como reflejo de la economía global que pega parejo.

No obstante lo anterior, hay líneas comunes entre México y China, principalmente por esos caprichos de la naturaleza que nadie entiende bien a bien.

China, al igual que México, tiene una visión mágica de la existencia humana en muchos sentidos y acude a simbolismos existenciales para explicársela, al igual que sucede con la sociedad mexicana.

Por ello, la oferta de amuletos, collares, aretes y un sinfín de artículos para la buena suerte y vibra, al igual que para ahuyentar los malos espíritus, todos de corte escatológico, se comercializan durante los festejos del Año Nuevo chino.

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