Tlahuelilpan, Hidalgo, enero 19 de 2019.- Alguna vez, en el lejano año de 1979, mientras recorríamos las plataformas de Pemex, ubicadas en la Sonda de Campeche, del Golfo de México, donde había explotado el pozo petrolero Ixtoc 1 y decenas de especialistas, entre ellos, integrantes del equipo noruego Diablos Rojos, la máxima agrupación mundial en apagar incendios petroleros en el mar, Jorge Díaz Serrano, director general de la paraestatal mexicana hizo un señalamiento categórico: “Las estaciones petroleras son sumamente riesgosas, por lo que su mantenimiento debe ser sumamente estricto, porque un menor descuido puede causar grandes tragedias humanas”.

El Ixtoc 1 explotó el 3 de junio y se mantuvo ardiendo, como una antorcha en pleno Golfo de México durante 11 meses. Nunca se supo exactamente qué fue lo que ocasionó este hecho que, por fortuna, fue incruento.

Meses después estalló otro pozo terrestre cerca de Ciudad Madero, Tamaulipas, y poco después, se registró el incendio del pozo Giraldas, en Tabasco. La lista es larga, en México, y otras naciones petroleras.

Ayer, Tlahuelilpan, población del céntrico Estado de Hidalgo, con poco más de 17 mil 500 habitantes, se llenó de luto con la muerte de, hasta hoy, 66 personas y unos 76 heridos, cuando explotó uno de los ductos transportadores de gasolina, a causa del saqueo del energético, algo que en México llaman huachicol (gasolina obtenida ilegalmente).

La población citada se ubica a 70 kilómetros de la ciudad de Pachuca, capital del estado mencionado, sobre la carretera que une a Tula con Mixquihuala, ambas hidalguenses también, dentro del extenso Valle del Mezquital.

Tlahuelilpan es conocido regionalmente por su gran desarrollo agrícola, debido a la fertilidad de su tierra. Como muchas poblaciones de este tipo, cuenta con leyendas y tradiciones; comidas típicas y fiestas regionales. Su infraestructura es básica, pero suficiente para atender a la población asentada en su territorio.

El huachicol es una actividad ilícita que se realiza en una importante parte de la región central de México y que deja pingues ganancias a quienes la practican. Extraoficialmente se menciona que esa práctica formaría parte de las actividades ilícitas del narcotráfico, aunque no haya información fidedigna que así lo acredite.

El hecho cruento se dio cuando varios pobladores acudieron a llevarse la gasolina que se extraía de un ducto y que, por alguna razón, explotó.

El suceso se dio cuando la administración federal del presidente López Obrador enfrenta ese problema ilícito con acciones diversas que incluyen el cierre de algunos gasoductos, lo que ha ocasionado la escasez de gasolina en granes extensiones del país, en especial el centro nación al, incluida la Ciudad de México.

Este hecho me recordó lo manifestado por Díaz Serrano: las instalaciones petroleras requieren de una estricta vigilancia y evitar, a lo máximo, que manos extrañas las manipulen.

El resultado está a la vista. Otros casos similares o parecidos se han suscitado en México. Poco se aprende de la historia.

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