Eliminar minas y reconstruir vidas tras los conflictos

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Washington, D. C., 13 de abril de 2021.- Tras perder la pierna por una mina terrestre en la República Democrática del Congo en 2016, Justine Nabuko se preguntó si seguiría teniendo una vida con sentido. Sufrió discriminación y perdió su trabajo como maestra.

Ahora, como vicepresidenta de la asociación Victimes des Mines en Action, Nabuko ayuda a otros supervivientes de minas terrestres a recuperar su independencia. La organización, creada con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, enseña carpintería, espíritu empresarial y otras habilidades para ayudar a los supervivientes de las minas antipersonales a encontrar empleo.

“Las personas con discapacidades pueden vivir vidas plenas y significativas y ser valoradas, si se les da la oportunidad”, dice Nabuko en el 20 º informe anual del Departamento de Estado To Walk the Earth in Safety [(Caminar por la tierra a salvo), PDF, 19,6 MB en inglés], publicado el 5 de abril. “Ahora puedo llevar la cabeza alta, porque estoy contribuyendo a mi familia y a mi comunidad”.

Estados Unidos es el mayor donante del mundo para la destrucción de armas convencionales en todo el mundo, aportando más de 4,000 millones de dólares a programas en más de 100 países desde 1993.

Solo en 2020, las contribuciones estadounidenses superaron los 259 millones de dólares y llegaron a esfuerzos en 49 países. Las organizaciones financiadas por Estados Unidos ayudaron a retirar minas y a asegurar mejor los arsenales de armas y municiones. Y proporcionaron asistencia, como por ejemplo, prótesis o formación profesional, a los supervivientes.

La financiación también apoyó el trabajo para prevenir futuros desastres cerca del lugar de la explosión química del 4 de agosto de 2020 en un almacén de Beirut que dio muerte a más de 200 personas e hirió a miles más.

Mientras Nabuko apoya a los supervivientes de las minas terrestres en su país, hay mujeres de Colombia, Laos, Tayikistán y Bosnia y Herzegovina que están haciendo que sus comunidades sean más seguras mediante la remoción de explosivos, según el informe del Departamento de Estado.

Gulruhsor Zainalova empezó a limpiar minas en Tayikistán en mayo de 2017. Zainalova, una viuda de 39 años que está criando a sus dos hijos, afirma que este peligroso trabajo le aporta satisfacción y oportunidades para su familia.

“Puedo mantener a mis hijos y mirar hacia su futuro y, al mismo tiempo, contribuir limpiando minas para la seguridad y el futuro de mi comunidad y mi país”, afirma Zainalova.

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