Ciudad de México, 31 de octubre de 2019.- Para cerrar las brechas y lograr convergencia entre las tasas de equilibrio externo, social y ambiental se requiere una nueva economía política y un pacto global en América Latina, sugirió Alicia Bárcena Ibarra, doctora honoris causa por la Unam y secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
Además, consideró que es necesario implementar políticas industriales y tecnológicas en la periferia, que promuevan la rápida difusión, adaptación y mejoras sobre la tecnología de frontera del centro, consideró.

También, dijo que se requiere inversión pública y regulación que oriente el desarrollo de la región, como dimensiones clave en la redefinición del estilo de desarrollo, nuevos patrones de consumo consistentes con los límites del planeta y un marco de gobernanza internacional compatible con las metas que la comunidad internacional se dio a sí misma a través de la Agenda 2030, las negociaciones en torno al cambio climático y el concepto de responsabilidades comunes.

Al dictar la conferencia magistral: “Cambio de época y nuevo modelo de desarrollo: la interpretación estructuralista”, en el auditorio Narciso Bassols de la Facultad de Economía, de la máxima casa de Estudios de México, Bárcena Ibarra afirmó que abatir la desigualdad en América Latina y el Caribe, lograr crecimiento económico y fomentar la sostenibilidad ambiental, son los principales retos en la región.

Explicó que la igualdad tiene un papel como impulsora del desarrollo sostenible, contribuyendo a la innovación, al aumento de la productividad y a la sostenibilidad ambiental, y que este organismo regional de la Organización de las Naciones Unidas, fundado en 1948, la ha posicionado como fundamento del avance, centrado en un enfoque de derechos.

“La cultura del privilegio naturaliza las desigualdades y la discriminación, además de abordar la equidad, y no la igualdad, con un enfoque asistencialista, no de empoderamiento”, expuso Bárcena Ibarra, quien estuvo acompañada por el secretario general de la Unam, Leonardo Lomelí; los directores de las facultades de Economía y Ciencias, Eduardo Vega y Catalina Stern, respectivamente, y del director del Instituto de Investigaciones Económicas, Armando Sánchez.

Explicó que con la propuesta “crecer para igualar e igualar para crecer”, la Cepal (organismo regional de la Organización de las Naciones Unidas, fundado en 1948) ha llevado el concepto de igualdad a la comunidad internacional, donde es una de las dimensiones centrales de la Agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

Apuntó que en la región el desencanto y enojo representa un punto de quiebre en la continuidad de un modelo que se asocia a tres décadas de concentración de la riqueza y deterioro ambiental, con insuficiente crecimiento.

Brechas externa, social y ambiental
Expuso que América Latina enfrenta tres brechas: la del equilibrio externo, social y ambiental. La tasa de crecimiento con equilibrio externo es aquella que no aumenta el endeudamiento con relación al producto interno bruto (PIB) a lo largo del tiempo; determina un techo para el crecimiento que puede ser mantenido. “Depende del crecimiento del centro, porque aumenta la demanda de importaciones desde la periferia”, explicó.

El término centro-periferia se refiere a las desigualdades sociales y económicas, y su variable distribución espacial, especialmente en el ámbito mundial, hablándose de países centrales y países periféricos. En el caso de nuestra región, la estructura productiva sólo permite una tasa de crecimiento con equilibrio externo muy pequeña, sostuvo.

Es necesaria una tasa de crecimiento con equilibrio social para reducir la heterogeneidad estructural (absorbiendo el desempleo y el subempleo en la periferia), disminuir la desigualdad y consolidar la estabilidad de la democracia política. “Parte de la reducción de la desigualdad se logra con políticas sociales, pero el crecimiento también es clave”, remarcó.

La tasa de crecimiento del PIB para Latinoamérica debería ser de aproximadamente 4 por ciento, si al mismo tiempo existieran grandes mejoras en la distribución del ingreso y las políticas sociales. En tanto, la tasa de crecimiento con equilibrio ambiental es la que respeta los límites del planeta y lo protege para las futuras generaciones.

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