Ciudad de México, 2 de enero de 2020.- Sísifo es el mítico personaje griego que tiene que cargar una pesada roca para llevarla a la cima de la motaña. Cuando, tras los terribles trabajos la deja allí en la cima, la roca rueda hacia abajo para que Sísifo vuelva a iniciar su trabajo. Así, hasta la eternidad.
La sabiduría de la mitología griega tiene su total correspondencia con la realidad del pueblo mexicano que, durante los 11 meses previos a las fiestas decembrina ahorra y ahorra recursos económicos para disfrutar durante las posadas (tradiciones judeo-cristianas), Navidad y Año Nuevo.
Así, al despertar el 1 de enero siguiente se enfrenta a la realidad cotidiana: todo aumentó de precio: bienes, servicios, alimentos y, desde luego, los productos básicos y los que, anteriormente, se consideraban de consumo generalizado, aunque no se incluyeran entre los esenciales para la alimentación.
Es la costumbre que el pueblo denomina eufemísticamente “Cuesta de enero” y que, cada vez más, se extiende hasta febrero y principios de marzo.
Ese aumento de precio en todos los productos se da después del anuncio del incremento al salario mínimo que siempre queda hecho polvo a partir del 1 de enero siguiente.
Un ejemplo claro de esto que muchos economistas llaman “economía ficción”, está en el aumento que desde ayer recibieron los cigarros que, en promedio, aumentaron 6 pesos (casi 30 por ciento de dólar). Desde luego, la intención es disminuir el número de fumadores que, cada vez aumenta más, al sumarse miles de jóvenes (hombres y mujeres), quienes, al no tener capacidad económica para obtener una cajetilla de tabaco, recurren a la compra por unidad que, desde ayer, la ofrecen los vendedores ambulantes entre 7 y 8 pesos.
Fumar está satanizado en la Ciudad de México y el número de lugares donde está vigente su prohibición crece, día con día, pero no el número de personas que lo hace, mismo que, curiosamente, crece y crece, casi en la misma dimensión en que lo hace su prohibición.
Cada cigarrillo contiene un gramo de hoja de tabaco, del cual 90 por ciento es hoja y 10 por ciento, nervadura, que mantiene la llama prendida un poco más de tiempo y evita que el cigarro se consuma en forma apresurada.
Del aumento en otros productos existe bastante información (oficial y no oficial) para conocer de cerca esta realidad de la economía ficción, en la que, indiscutiblemente, Sísifo ocupa un lugar predominante.