Hace unos 20 años, Emilio López Gámez, investigador de la Universidad Autónoma Chapingo (Uach), me comentó sobre un hecho que estaba causando algún escozor en el mercado agropecuario internacional, al menos, en cierta zona de los Estados Unidos, donde un pueblo de Dakota del Norte, entidad federativa limítrofe con Canadá, sus habitantes habían cerrado sus fronteras al comercio exterior, tanto de la propia Unión América como de su vecino: Canadá.
Este hecho era anecdótico en esas fechas y constituía el eslabón más drástico de una nueva política agropecuaria que se comenzaba a dibujar: La lucha frontal contra las empresas transnacionales de la producción de alimentos y el inicio de los cultivos y preferencia de la agricultura local, como una respuesta más adelantada a la política europea de generación de alimentos, trazada en la Política Común Agrícola europea (PAC), programa que priorizaba la producción agropecuaria común sobre las importaciones.
Desde luego, la PAC ha tenido modificaciones sustanciales para dar paso a la comercialización mundial que, ahora más que nunca, retrata a la perfección la ideal de la Aldea Global, del visionario del Siglo XX, Marshal McLuhan que, de pronto, se convirtió en toda una realidad que se manifiesta en las distintas ferias agroalimentarias que se suceden en todo el mundo, incluyendo a los países árabes, a los que, ciertos analistas de la comercialización agroalimentaria, comienzan a ver como los catalizadores de este comercio mundial y sus certificaciones Halal son ya un requisito sine qua non en el comercio de los alimentos.
Bien. Parte de esta realidad se pudo observar en la reciente edición de la Ecofest, que en su número 10, se presentó este fin de semana en la Ciudad de México.
La Ecofest fue resultado de “hace 10 años (cuando) tuvimos un sueño: hacer que para cada persona fuera importante involucrarse en construir un futuro y un mundo mejor a través de la sustentabilidad”, indican sus organizadores en la presentación de la feria, denominada “Reinventando el consumo verde”.
“De ese sueño, nació Páginas Verdes, que, cobijada por una gran familia de jóvenes emprendedores, hoy por hoy, ha logrado ser una iniciativa mexicana referente en sustentabilidad a nivel mundial”, agregan.
Recorrer la Ecofest es todo un gozo para la vista, el gusto, el olfato individual y, desde luego, para la naturaleza, al presentar una alternativa de vida en un desarrollo que combina la economía, el emprendurismo juvenil y la explotación racional de los recursos naturales con el respeto al medio ambiente.
Las hay empresas incipientes (algunas micros y medianas), pero también grandes consorcios comerciales que se han sumado a estos esfuerzos mundiales de una nueva visión de hacer negocios con pleno respeto a medio ambiente y al resguardo de los recursos naturales para las futuras generaciones.
Proyectos como la agricultura local, agricultura urbana, azoteas verdes, comercio justo, veganismo, alimentos autóctonos, reciclaje y ahorros de agua y energía, son temas que, día a día, adquieren cartas de naturalización en Ecofest.
Desde luego, existen casos de mayor avanzada, como algunas microempresas que promueven “El lunes sin carne”, como una forma de disminuir la dieta a base de productos cárnicos por otras más de equilibro de la salud humana y de los ecosistemas mundiales, debido a que la ganadería comercial constituye uno de los mayores retos a superar ante la lucha con el mismo ser humano por el aprovechamiento de los recursos naturales, el agua y el espacio para vivir, por ejemplo, actualmente.
