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viernes, marzo 29, 2024

Negocio ecuatoriano de plátano sobrevive terremoto y prospera

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Washington, D. C., 16 de enero de 2020.- Cuando un terremoto en 2016 destruyó la empobrecida provincia de Manabí en Ecuador, el negocio de frituras de plátano de Yadira Martillo se detuvo. Las carreteras estaban bloqueadas, lo que dificultaba los envíos. La gente que se enfrentaba al desastre natural no estaba disponible para vender sus productos, y mucho menos para comprarlos.

No sólo las ventas se desplomaron, sino que los amigos y familiares de Martillo habían perdido sus propiedades y, en algunos casos, sus vidas. (El terremoto de magnitud 7.8 acabó con la vida de 700 personas e hirió a otros 6,000).

“No dormíamos bien por temor a que vuelva a suceder”, dijo Martillo en unas declaraciones, “y bajó la producción”.

En ese entonces, Chifles del Campo, la emergente empresa familiar de Martillo, que cultiva plátanos de la especia “Barraganete” y los convierte en frituras, operaba desde un sencillo cobertizo de plantas, de zinc y caña, en Paján, un pueblo de la provincia de Manabí.

Algo sorprendente
Pero las cosas cambiaron, gracias a una idea innovadora de un compañero emprendedor.

Después del terremoto, Martillo solicitó lo que se conocía como “Misión Manabí”, un programa que enseña a los propietarios de pequeños negocios de la provincia habilidades de contabilidad, mercadeo y administración que necesitan para elevar el nivel de sus operaciones. El objetivo del programa era que los propietarios de pequeñas empresas se levantaran de nuevo después del desastre.

Iniciado en el otoño de 2017 en respuesta al terremoto, la Misión Manabí es una creación de Marco Mendieta, un exalumno de la Iniciativa de Jóvenes Líderes de las Américas, o Ylai, un programa de intercambio que ayuda a los latinoamericanos a desarrollar sus habilidades de negocios. Misión Manabí, ahora conocida como Misión Ecuador para cubrir todo el país, manifiesta lo que Mendieta aprendió con Ylai en Estados Unidos. El proyecto cuenta con el apoyo de la misión estadounidense en Ecuador.

Cuando Martillo solicitó la Misión Manabí en julio de 2017, más de un año después del terremoto, estaba exhausta por haber asumido demasiadas tareas en su floreciente negocio, que sólo empleaba a cinco personas (ella, su esposo, su hija y dos trabajadores a tiempo parcial).

En lugar de repartir parte del trabajo, Martillo se había puesto a cargo de las ventas, compras, contabilidad, cobranzas, mercadeo y, en muchos casos, de empacar los plátanos. Entregaba sus frituras a más de tres horas de distancia a vendedores ambulantes, tiendas de comida rápida y almacenes en Guayaquil.

Pero por todos sus esfuerzos, la empresa ganaba sólo 40,000 dólares en ventas anuales.

Pero en octubre de 2017, se unió a la Misión Manabí y comenzó a aprender nuevas técnicas de venta, cómo delegar el trabajo para no extenuarse, y cómo asegurarse un préstamo para la pequeña empresa. (El programa le dio la confianza para solicitar un préstamo para pequeños negocios de 100,000 dólares que le permitió construir una nueva planta de procesamiento de alimentos en su ciudad natal. Mucho más avanzado que el cobertizo donde ella comenzó el negocio).

En 2018, Martillo aumentó la producción y la distribución y más que triplicó sus ganancias anuales. Hoy en día, un distribuidor local y grandes cadenas de supermercados venden sus frituras de plátano a nivel nacional.

Próximos pasos
“Es posible avanzar en medio de la adversidad, que siempre encontraría nuevas formas de hacer algo diferente”, dice Martillo. Explica que aprendió “a creer en lo no fáctico, mentalizarlo primero como si ya lo tuviera”.

Martillo utilizó su experiencia en Misión Manabí para mejorar su negocio de maneras concretas. Empezó a utilizar diferentes empaques para varias versiones de su producto. Incrementó el suministro de emergencia que tenía a mano para poder abastecer la demanda de plátanos.

Y debido a que ella calcula que el 80 por ciento de lo que produce podría ser exportado, Martillo planea enfocarse en la venta en nuevos mercados del mundo. (Ya ha hecho envíos a Estados Unidos y a Bélgica).

A medida que su negocio crece, su comunidad prospera. “Los plátanos … me ha otorgado fortaleza y valentía para construir un futuro digno no solo para mis hijas y para mi familia, sino para la comunidad que nos rodea y se beneficia de nuevas fuentes de trabajo”, comentó Martillo.

La autora de este artículo es la redactora independiente Lenore T. Adkins.

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