México es un mosaico arquitectónico, una fiesta de colores. “Tenemos toda la arquitectura, desde las casitas de paja y de madera hasta los edificios modernos. En una sola construcción se pueden fusionar diferentes tendencias, por ejemplo, en el Palacio de Bellas Artes confluyen el neoclásico y los Arts Deco y Nouveau; la Catedral Metropolitana es colonial y barroca”, explicó la arquitecta Luz Beatriz Rivera Enríquez durante la charla “Arquitectura mexicana: luz y color”, que se llevó a cabo en el Museo de la Luz, perteneciente a la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La diversidad cultural en México incluye no sólo tradiciones o gastronomía, sino también los variados estilos arquitectónicos. Se tiene desde un Palacio de Bellas Artes hasta edificios contemporáneos que gozan de gran reconocimiento internacional, comentó la maestra en diseño holístico.

Ante un público compuesto mayoritariamente por jóvenes, recordó a algunos destacados arquitectos que con sus obras marcaron la imagen urbana de México, y lograron convertirlo “en una referencia arquitectónica en Latinoamérica”.

El primero de la lista fue Luis Barragán Morfín, quien consideraba su casa un refugio, una pieza de la arquitectura emocional y no un pedazo frío de convivencia. Fue uno de los arquitectos más influyentes en la modernidad mexicana y el único mexicano en ganar en 1980, el Premio Pritzker, principal galardón para reconocer a un arquitecto en el mundo.

Entre sus obras destacan las Torres de Satélite y la ya mencionada Casa Luis Barragán, una de las obras arquitectónicas contemporáneas de mayor trascendencia en el contexto internacional.

Según información del portal de la casa-museo, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la incluyó en su lista de Patrimonio Mundial en el año 2004. Es el único inmueble individual en América Latina que ha logrado tal distinción, debido a que –como afirma la propia Unesco en su declaratoria– es una obra maestra dentro del desarrollo del movimiento moderno, que integra en una nueva síntesis elementos tradicionales y vernáculos, así como diversas corrientes filosóficas y artísticas de todos los tiempos.

“Luis Barragán es de los arquitectos latinos que tiene más obra reconocida a nivel mundial. En Estados Unidos tiene muchísima obra y que incluye el concepto vernáculo mexicano, en toda le imprimió el espíritu de México”, explicó la arquitecta egresada de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez en entrevista para el Foro Consultivo Científico y Tecnológico.

En la lista de arquitectos destacados mencionó también a Ricardo Legorreta, quien decía: “La arquitectura no se define con palabras, se transmite con emociones (…) México, país de arquitectos sin títulos, país de misterio, color, sol y sombras, siempre abierto a toda influencia, pero sin perder su carácter y apegado a sus verdaderos valores”.

Otros influyentes arquitectos fueron Javier Senosiain (representante de la arquitectura orgánica), Agustín Hernández (arquitectura emocional), y Teodoro González de León (arquitectura vernácula y contemporánea).

“Todas las obras arquitectónicas están basadas en los valores del pueblo de México, el respeto al ser humano, la naturaleza y al cosmos. La arquitectura se hace con el conocimiento, pero, sobre todo, con el corazón”, concluyó.

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