Preservar la riqueza del océano para los pescadores filipinos

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Washington, D. C., 19 de febrero de 2019.- La pesca es el medio de vida de más de 1.6 millones de pescadores filipinos y sus familias, y su pesca es algo habitual en la dieta filipina, así como el motor impulsor de la economía del país.

Pero ese modo de vida enfrenta amenazas debido a la sobrepesca y a las prácticas ilegales de pesca, como las explosiones con dinamita y la pérdida de arrecifes de coral, manglares y otros hábitats.

Una subvención de Usaid, de 25 millones de dólares, en un período de cinco años, trata de contrarrestar esas amenazas y beneficiar a, por lo menos, dos millones de filipinos en 39 municipios costeros en el grupo de las islas de Calamianes, región de Negros del Sur y el mar de Bisayas.

Desde hace mucho tiempo que Usaid se ha asociado con las agencias medioambientales de Filipinas y con organizaciones no gubernamentales para ayudar a los pescadores filipinos a enfrentar esos desafíos. El reciente esfuerzo ejemplifica lo que la ayuda de Estados Unidos en los mercados emergentes siempre trata de lograr: crear puestos de trabajo y favorecer las economías locales sin recargarlas con deudas.

Las Filipinas forman un archipiélago con más de 7,600 islas con una de las concentraciones de vida marina más rica y diversa en el mundo. Sin embargo, no se trata de un recurso ilimitado.

Incluso con 1,800 áreas marinas protegidas hay una lucha constante para las pequeñas comunidades pesqueras para proteger sus aguas tanto de las amenazas naturales como de los barcos comerciales que hacen enormes pescas fuera de la costa.

En 2017 Filipinas registró a casi 250,000 naves municipales pesqueras, con más de un tercio utilizando velas o remos, no motores. La flota comercial fuera de la costa, con 3,500 barcos, es mucho más pequeña, pero logra capturar mucho más pescado.

El proyecto
El programa “Derecho a la pesca” es administrado por el Centro de Recursos Costeros de la Universidad de Rhode Island, que maneja los proyectos de Usaid para los santuarios en todo el mundo.

La meta es reconstruir la “biomasa” de pescado, ya sean peces más grandes o más cantidad de peces, en un 10 por ciento y ayudar a la gente pescadora a salir de la pobreza.

Busca explícitamente “asegurar que las mujeres y otros grupos marginados se beneficien y participen como iguales” al hacer más resistentes a las pequeñas comunidades pesqueras.

Actualmente, cuando las cosechas son bajas las mujeres en las viviendas de pescadores cargan el peso de diversificar los ingresos de la familia recogiendo espigas y haciendo tareas domésticas”, dice el Centro de Recursos Costeros.

Glenn Ricci, uno de los administradores del proyecto, dijo que es claro lo que está en juego: “¿cómo se puede manejar de manera sostenible y cosechar la pesca de manera que hoy sea mucho, pero más grande mañana?”.

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