David Malpass,
Presidente, Grupo Banco Mundial

La semana próxima asistiré a la cumbre sobre el clima organizada por las Naciones Unidas como parte de la 74.a sesión de la Asamblea General. Una serie de problemas ambientales (entre los que figuran la contaminación, la degradación de los bosques y la biodiversidad, el plástico en los océanos y los acontecimientos meteorológicos extremos) está poniendo en peligro el crecimiento económico sostenible y el desarrollo inclusivo. Si bien los debates internacionales constituyen un ámbito valioso en la búsqueda de los resultados, una de las grandes ventajas del Grupo Banco Mundial es su capacidad para asociarse con los países con el objetivo de buscar soluciones locales y generar resultados positivos.

En el último ejercicio económico, el Grupo Banco Mundial comprometió USD 17,800 millones para inversiones vinculadas con el clima. También contamos con una importante cartera de otro tipo de proyectos relacionados con el medio ambiente. En diciembre, anunciamos nuevas metas climáticas para los ejercicios de 2021 a 2025, en las que nos comprometemos a duplicar los fondos que invertimos y movilizamos hasta alcanzar los USD 200,000 millones. Ya somos la principal entidad de financiamiento de inversiones climáticas y ambientales, y seguimos incrementando los fondos en esta área. En el ejercicio de 2019, el 30% de los compromisos del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Birf) y de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) incluyeron cobeneficios climáticos, una proporción que superó la meta que habíamos establecido.

La escala de nuestros compromisos refleja nuestra convicción de que invertir en el clima y en el medio ambiente es un paso clave para reducir la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida. Nuestros proyectos climáticos y ambientales permiten abrir nuevas oportunidades de crecimiento e inversión, crear empleos y lograr economías más resilientes. Es importante modificar los esquemas mentales y abrir camino. Aquí les presento una reseña de lo que estamos haciendo.

• Deforestación y biodiversidad: La próxima semana, en las Naciones Unidas participaré como orador en un evento sobre la deforestación y el Amazonas, y anunciaré una alianza innovadora creada para restaurar tierras degradadas y poner freno a la deforestación. He analizado la crisis del Amazonas con las autoridades brasileñas, y también con los líderes del Grupo de los Siete (G-7) en la reciente cumbre de Biarritz, Francia. Durante las Reuniones Anuales del Grupo Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional que se celebrarán el mes próximo, organizaremos un encuentro de los países que integran el Pacto de Leticia por la Amazonía con el fin de respaldar su plan de promover la gestión sostenible del Amazonas.

Asimismo, vamos a poner de relieve la importancia de la biodiversidad en un evento que se llevará a cabo el 17 de octubre durante las Reuniones Anuales, titulado “Invertir en la Naturaleza: Descubrir el Valor Oculto de la Biodiversidad”.

Para nosotros el capital natural es un elemento catalizador de la economía que sirve, a la vez, como amortiguación eficaz en función de los costos frente a los extremos climáticos. En nuestro informe Changing Wealth of Nations (La cambiante riqueza de las naciones), se señala que el capital natural constituye casi la mitad de la riqueza en los países de ingreso bajo. Y esta estimación probablemente se eleve en la próxima versión del informe, en la que se reflejarán por primera vez otras dimensiones del capital natural, como los beneficios proporcionados por los océanos.

Ayudamos a Etiopía a transformar entornos degradados en tierras verdes y productivas, sometiendo 900,000 hectáreas a prácticas de conservación y brindando a 2.5 millones de personas seguridad alimentaria, mejor acceso al agua y rendimientos más elevados en los cultivos.

• Adaptación y resiliencia: El lunes, en la cumbre de las Naciones Unidas sobre el clima, voy a hablar sobre resiliencia y adaptación. La inversión en adaptación puede generar enorme rentabilidad. Con una inversión de USD 1.8 billones en solo cinco sectores entre 2020 y 2030 se podrían generar hasta USD 7.1 billones. Esos cinco sectores son: sistemas de alerta temprana, infraestructura resiliente frente al clima, agricultura de secano, protección de los manglares y recursos hídricos resilientes.

A comienzos de este año, pusimos en marcha el Plan de Acción de Adaptación y Resiliencia, que se centra en tres medidas:

  • incrementar a USD 50,000 millones nuestro propio financiamiento para iniciativas de adaptación;
  • ayudar a los países a adaptarse, de modo que se gestionen los riesgos climáticos en todas las etapas de la planificación de las políticas, el diseño de las inversiones y su ejecución;
  • desarrollar un nuevo sistema de calificación a fin de crear incentivos para las inversiones en adaptación y resiliencia, y mejorar el seguimiento.

¿Cómo se refleja esto en los países? En las populosas zonas costeras de Sierra Leona, mediante un proyecto de transporte se mejoran los caminos y las carreteras más expuestas a los riesgos de inundación. De este modo, se está creando un sólido sistema de movilidad más resiliente frente a las inundaciones repentinas y los deslizamientos de tierras. Asimismo, estamos mejorando el transporte público para que la gente pueda llegar a las escuelas y a sus trabajos con más rapidez y reducir, a la vez, las emisiones. Esta iniciativa beneficiará a 75,000 pasajeros, de los cuales casi el 40% son mujeres.

En Mozambique, después de los ciclones Idai y Kenneth, que afectaron a millones de personas, el Gobierno dirigió un conjunto de medidas de respuesta a la crisis en las que participaron 1,000 trabajadores de asistencia humanitaria de 188 organizaciones. El Banco Mundial trabajó en colaboración con el Gobierno, los organismos de las Naciones Unidas y los donantes para coordinar la respuesta. En el curso del mes siguiente al embate del Idai, más de 1 millón de personas recibió asistencia alimentaria, unas 907,000 recibieron agua potable y 745,000 se vacunaron contra el cólera. Tuve la oportunidad de visitar Beira poco después del paso de los ciclones, y el puerto ya estaba nuevamente en funcionamiento y la ciudad ya se había limpiado. Esto fue posible en parte gracias a una inversión que el Banco Mundial realizó junto con el KfW de Alemania para establecer un sistema de drenaje de agua de lluvia con 11 kilómetros de canales y mecanismos de control de inundaciones que evitó que la ciudad se anegara. El proyecto incluyó la instalación de alumbrado público alimentado con energía solar, que en un momento fue la única fuente de iluminación de la ciudad.

Para colaborar en la recuperación tras el paso de los ciclones, anunciamos la entrega de casi USD 700 millones destinados a apoyar a Mozambique, junto con Malawi y Zimbabwe. Mozambique recibió un compromiso de USD 350 millones a través del Servicio de Respuesta ante las Crisis de la AIF, dirigido a restablecer el suministro de agua y reconstruir obras de infraestructura y cultivos dañados. Estos fondos respaldan, asimismo, medidas de prevención de enfermedades, seguridad alimentaria, protección social y sistemas de alerta temprana en las comunidades afectadas.

• Agricultura climáticamente inteligente: La agricultura climáticamente inteligente es fundamental para ayudar a los agricultores a adaptarse a las complejas condiciones de cultivo. La aplicación de prácticas agrícolas más adecuadas es también clave para proteger la biodiversidad. Mediante el Programa de Productividad Agrícola de África Occidental se desarrollaron 160 variedades de cultivos climáticamente inteligentes que se distribuyeron luego entre los agricultores. Asimismo, estos recibieron capacitación sobre prácticas inteligentes con respecto al clima, compostaje y agrosilvicultura. La agricultura climáticamente inteligente forma parte de un conjunto de soluciones que se analizará durante las Reuniones Anuales en un evento previsto para el 16 de octubre titulado “El Futuro del Espacio Rural”.

A través de su colaboración con el Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (Cgiar), el Banco Mundial está ampliando las investigaciones agrícolas en África, con un fuerte énfasis en las semillas resistentes a las sequías. Asimismo, trabajaremos junto con nuestros asociados en África para formular un nuevo paquete de financiamiento de la AIF por valor de USD 60 millones. Además de nuestras contribuciones al Cgiar, a través de este mecanismo esperamos brindar apoyo para la investigación agrícola del orden de los USD 150 millones en los próximos tres años.

• Energía renovable: El Banco Mundial ha asumido el compromiso de ayudar a los países a acelerar su transición energética y a brindar energía sostenible, confiable y accesible.

En los últimos 11 años, la Corporación Financiera Internacional (IFC) ha financiado proyectos de energía solar en más de 15 países con los que se sumaron más de 5 gigavatios. El programa Más Energía Solar, iniciativa conjunta de IFC y el Banco Mundial, se está extendiendo a cinco países de África y uno de Asia central. Tan solo en Zambia, este programa ha sumado casi 88 megavatios de electricidad.

Durante mi reciente viaje a Egipto, visité la enorme planta solar de Benban, ubicada en las afueras de Asuán. Será la planta solar más grande del mundo, y se habrá construido en menos de dos años con una inversión privada de más de USD 2,000 millones dirigida por IFC. Las reformas energéticas que implementó Egipto abrieron la puerta a la inversión privada y podrían aplicarse también en otras áreas vinculadas con el clima.

El Banco Mundial brinda apoyo a India a través de una importante iniciativa energética cuyo financiamiento asciende a los USD 1,000 millones, y trabaja también para ampliar su programa de eficiencia energética a todo el país.

En septiembre, el Banco Mundial comprometió USD 1,000 millones para acelerar las inversiones en almacenamiento en baterías para los sistemas eléctricos de países de ingreso bajo y mediano. Con esta inversión se busca intensificar el uso de la energía solar y eólica en los países en desarrollo, incrementar la confiabilidad y la estabilidad de la red, mejorar la calidad de la electricidad y, a la vez, reducir las emisiones de carbono. Este programa tiene la meta de financiar 17.5 gigavatios-hora de almacenamiento en baterías de aquí a 2025, con lo que se elevaría a más del triple la capacidad instalada actualmente en todos los países en desarrollo.

En Haití, uno de los países del Caribe con mayores carencias en el área de la electricidad, estamos trabajando en un proyecto combinado de energía solar y almacenamiento en baterías que brindará energía no contaminante a 800,000 personas y 10,000 escuelas, clínicas y otras instituciones.

• Ciudades sostenibles: Gran parte de nuestro trabajo en el ámbito de la adaptación se lleva adelante en ciudades, muchas de las cuales están ubicadas cerca de las costas y son, por lo tanto, vulnerables al cambio climático. Las ciudades son también grandes consumidoras de energía y emiten el 70% de los gases de efecto invernadero. La labor del Banco Mundial en el área de desarrollo urbano tiene como objetivo construir ciudades y comunidades sostenibles, ayudando a los Gobiernos nacionales y subnacionales a satisfacer las demandas de la urbanización de un modo que resulten inclusivas y resilientes, sin por eso dejar de ser productivas y habitables.

Gracias al poder de las tecnologías digitales, podemos evaluar los peligros naturales en una ciudad y hacer un relevamiento de las personas y los activos. Podemos analizar el riesgo climático y de desastres para planificar y financiar ciudades más resilientes. Por ejemplo, los drones ofrecen la posibilidad de elaborar mapas de todo Zanzíbar en seis meses, lo que permitirá a los funcionarios hacer el seguimiento de la expansión urbana, ubicar las zonas de impacto de las inundaciones y verificar propiedades para el cobro de los impuestos inmobiliarios. Asimismo, mediante imágenes satelitales y radares, y en colaboración con la Agencia Espacial Europea, podemos medir el hundimiento de la tierra en Yakarta, que en algunas áreas llega a 15 centímetros por año debido a la excesiva extracción de agua subterránea.

Las necesidades de financiamiento de la infraestructura urbana exceden largamente los recursos financieros fiscales y comerciales. El Banco Mundial brinda asistencia a las ciudades invirtiendo directamente en infraestructura urbana y ayudando a los Gobiernos nacionales y municipales a desarrollar sistemas fiscales y financieros que permitan incrementar los ingresos y ampliar el acceso de los capitales privados de modo de financiar las inversiones necesarias de manera sostenible.

• Agua y residuos: Nuestro nuevo informe sobre el agua deja en claro que el deterioro de la calidad del agua podría reducir en un tercio el crecimiento económico potencial en las zonas contaminadas y poner en peligro el bienestar de las personas y el medio ambiente.

El 80% de las aguas residuales de todo el mundo se descargan en el medio ambiente sin tratamiento alguno, y 1.6 millones de personas mueren cada año a causa de enfermedades vinculadas con la falta de servicios de saneamiento adecuados y mala higiene. Estamos ayudando a los Gobiernos a gestionar sus recursos hídricos de modo que puedan suministrar agua potable y servicios de saneamiento a las familias, los establecimientos agrícolas y las fábricas.

Desde el año 2000, el Banco Mundial ha comprometido más de USD 4,700 millones para más de 340 programas en países de todo el mundo, con los que se ha financiado la gestión de residuos sólidos, el reciclado, la producción no contaminante y reformas normativas dirigidas a facilitar la fijación de precios al carbono y el crecimiento verde.

En Azerbaiyán, los préstamos del Banco Mundial respaldaron la rehabilitación del principal vertedero y la creación de una empresa de gestión de residuos. La proporción de la población a la que se brinda servicio mediante el sistema formal de gestión de residuos sólidos se incrementó del 53% en 2008 al 74% en cuatro años.

• Contaminación y plásticos en los océanos: La contaminación del aire, la tierra y el agua provoca, según las estimaciones, unos 9 millones de muertes prematuras por año en todo el mundo. La contaminación del aire ambiente representó para la economía mundial un costo equivalente a USD 5.7 billones en 2016, esto es, el 4.8% del producto interno bruto (PIB) mundial. Nuestro nuevo programa Problue promueve actividades económicas sostenibles en océanos saludables. Estamos ampliando nuestro trabajo en todo el mundo para abordar el problema de los plásticos marinos y otras amenazas a la salud de los océanos, como la pesca excesiva y la destrucción de hábitats naturales tales, como los manglares. En Indonesia, el Banco Mundial aportó USD 100 millones al programa nacional de gestión de los residuos, dotado de USD 1,300 millones, que incluye inversiones en gestión de la basura marina.

• Nuevas soluciones de financiamiento: La participación del sector privado será crucial para abordar el cambio climático y los desafíos ambientales. El Grupo Banco Mundial ha sido pionero en el desarrollo de soluciones de financiamiento para el clima y el medio ambiente. En 2008 emitimos el primer bono denominado verde y desde entonces hemos recaudado unos USD 13,000 millones a través de más de 150 bonos verdes denominados en 20 monedas para inversionistas institucionales y minoristas de todo el mundo.

Desarrollamos herramientas tales como la opción de giro diferido ante el riesgo de catástrofe, un préstamo contingente que incluye un mecanismo de desembolso rápido en caso de que se produzca un desastre natural. Asimismo, estamos trabajando con los países a través de programas regionales que permiten distribuir el riesgo y transferirlo a los mercados financieros para bajar el costo de las primas y establecer plataformas regionales para elaborar modelos de riesgo y generar colaboración en torno a las actividades de preparación frente a desastres. El primero de estos mecanismos regionales de financiamiento del riesgo, el Servicio de Seguros contra Riesgos de Catástrofe en el Caribe, incluye actualmente a 21 países del Caribe y América Central que pueden acceder a seguros contra terremotos, ciclones tropicales y lluvias excesivas. Este servicio ha efectuado 39 pagos por un total de USD 150 millones, entre los que figuran USD 11 millones desembolsados rápidamente después del huracán Dorian en las Bahamas.

Esta es solo una selección de las numerosas formas en que el Grupo Banco Mundial trabaja para abordar los desafíos climáticos y ambientales en todo el mundo. Tengo mucho interés en analizar estas cuestiones tan importantes en la cumbre de las Naciones Unidas la semana próxima y durante nuestras Reuniones Anuales en octubre.

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