Tras devolver la vista a ratones ciegos, científicos esperan ayudar a seres humanos

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La mayoría de los científicos pensó alguna vez que las neuronas de los mamíferos eran imposibles de reparar una vez dañadas. No obstante, investigadores de la Universidad de Stanford, en California, han logrado regenerar nervios ópticos en ratones, lo que también recompone las esperanzas de poder ayudar con tratamientos similares a personas con glaucoma, Alzheimer y lesiones medulares.

¿Cómo lo hicieron? Con dos métodos: uno consiste en activar un “interruptor de crecimiento”, es decir, un gen que favorece el crecimiento de las células del sistema nervioso central; el otro, consiste en hacer que los ratones miren fichas con patrones cambiantes y potentes para “ejercitar” el ojo.

“Al combinar estos dos métodos”, señaló Andrew Huberman, director de la investigación, “observamos un efecto sinérgico increíble. Las neuronas se expandían en enormes superficies, 500 veces más largas y rápidas de lo normal”.

Esta estrategia es, en realidad, lo que ocurre en el cerebro en sus primeras etapas de desarrollo, señala Russell Van Gelder de la Universidad de Washington, quien no participó de la investigación. “Sugiere que la conversación que ocurría entre el cerebro y el ojo en la etapa del desarrollo … se puede recuperar”.

Según Huberman, no sólo las neuronas, o células nerviosas, crecen, sino que también aparentan saber exactamente a dónde se dirigen durante la regeneración. Si bien la vista recuperada no es perfecta, los ratones que antes eran ciegos pasaron pruebas básicas de capacidad visual.

Los resultados del trabajo brindan esperanzas a los investigadores de poder recuperar la vista de personas con enfermedades tales como el glaucoma, que afecta a 70 millones de personas en todo el mundo. Además, se espera que otros tipos de células cerebrales y nerviosas puedan regenerarse con técnicas similares. Esto significa que será posible restaurar vías de la memoria dañadas por el Alzheimer o permitir el movimiento posteriormente a una lesión medular.

“Antes, no podíamos hacer nada”, comentó Zhigang He, coautor del ensayo. “Ahora debemos pensar qué tipo de paciente tiene más probabilidades de obtener beneficios con el tratamiento”.

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