El Génesis es el primer libro de la Biblia. En él se narra la creación del mundo. El pasaje supremo es cuando Dios crea al hombre (así, en términos generales. No hacía falta especificar: hombre y mujer, porque todo mundo entiende que al decir hombre en la historia se hace referencia a los dos géneros). Tal vez, lo más importante en esa decisión divina es que lo designó rey de la creación para que dominara todo lo que había creado en los días anteriores. Hacer y deshacer fue la misión que le encomendó. Sólo para limitar su trabajo permanente algunos insidiosos le inventaron limitaciones que agruparon dentro de la denominación generalizada de libre albedrío.

Desde luego, los autores de la Biblia, que no es otra cosa que la suma de saberes y conocimientos de los pueblos mesoorientales más antiguos, habitantes de lo que actualmente es el fondo del Mediterráneo. Así lo atestiguan documentos que han aparecidos y hechos públicos desde el siglo pasado, como el Poema de Gilgamesh, los Rollos del Mar Muerto, los Evangelios Apócrifos y otros más que han dado marco exacto al Antiguo Testamento, en especial; aunque también han acotado al Nuevo Testamento.

De hecho, la Biblia es un compendio ético y moral de la aspiración del ser humano hacia los más altos deseos de la vida individual y social, incluyendo la inmortalidad no en ésta, sino en la supuesta vida futura, donde derrotará para siempre a la muerte, deseos que dieron origen a la axiología, ciencia de los valores que, al ser de inspiración humana, puede ser cambiante de acuerdo a los avances de la ciencia y tecnología que el hombre (Rey de la creación) va buscando y hallando en ese peregrinar que ya es secular y haciendo uso de ese elan vital del que hablan los pensadores franceses.

El Medio Oriente es el origen de las tres principales religiones del mundo occidental: Católica que, más tarde, se dividió entre la denominada Romana, que se mantiene fiel a la tradición cristiana primigenia, que compendiaron los Padres de la Iglesia: San Agustín de Hipona, San Ambrosio, San Gregorio y San Jerónimo, y los reformistas, liderados por Martín Lutero, Juan Calvino, Juan Hus, John Wyclif, Tomás Cranmer y Enrique VIII, entre otros más, que, a su vez, mantiene una permanente subdivisión, hasta llegar, actualmente, a más 20 denominaciones.

Las otras dos son: el judaísmo que se mantiene lo más cercano a los ideales bíblicos y el mahometismo, cuya mayor manifestación es el islamismo que conjuga el radicalismo religioso con la riqueza actual del petróleo, hechos que les da un plus extra en la actual geometría política mundial.

Estas religiones son la base del conocimiento y formación teológica del mundo occidental; el oriental es punto y aparte. También tiene un origen teocrático, al igual que las culturas precolombinas. Un estudio más completo de las religiones se encuentra en los textos de la asignatura: Historia de las religiones comparadas.

Un denominador común de todas ellas es que llegan a un punto muerto donde no tienen explicación convincente a hechos y realidades que presenta el desarrollo técnico y tecnológico de desarrollo humano y la solución la dan en el consabido dogma: verdad que sólo hay que creer, pero no admite cuestionamiento alguno.

El dogma ha convertido a las iglesias, muchas veces, en diques al desarrollo humano (Recuérdese que por orden divina el hombre es el rey de la creación y, por lo mismo, no tendría límite alguno a la búsqueda de mejorar el mundo donde vive), pero, al mismo tiempo, se vuelven en fieles de la balanza para darle equilibrio al mundo en su visión social, económica, política y demás expresiones del ser vivo.

Es el caso del actual desarrollo de la biotecnología que, junto con la nanotecnología, pareciera que vienen dando una nueva creación, o sea, un nuevo Génesis, lo que obligó a los estudiosos a crear la Bioética para normar estas actividades humanas.

En México, la biotecnología surgió a mediados de la década de los ochentas del siglo pasado. Sus inicios fueron casi de nivel esotérico. Sólo unos cuantos la entendían, hablaban y la discutían.

Curiosamente, la primera discusión en serio entre los biotecnólogos mexicanos tuvo como base la papa. Había la discusión si este tubérculo era originario de Perú o de México. Al final, no se tuvo ninguna conclusión sobre ese respecto, lo que sí se conoció y se difundió, como principio biotecnológico, fue que los productores de papa peruanos sufrían fuertes pérdidas económicas cuando los inviernos eran muy crudos y les quemaba el producto, por lo que un biotecnólogo viajó al polo norte donde estudió la resistencia de los peces al frío, se llevó una célula de este tipo de pez y la injertó a la papa con lo que resolvió el problema de los productores de papa de Perú.

Mucho agua ha corrido por el río de esos tiempos a la actualidad, cuando la biotecnología y nanotecnología tienen ya cartas de naturalización, tanto en México como en todo el mundo y los avances en estas materias ya no causan la admiración ni expectativas de antes, pese a que esos avances retan no sólo a la vida, sino a los dioses mismos.

Es el caso de la edición del ADN humano para darle al hombre ese deseo milenario de casi la inmortalidad o, al menos, librarlo de muchas enfermedades que ahora le agobian.

Según investigadores biotecnólogos editar el ADN de un embrión humano para prevenir una enfermedad en un bebé podría ser éticamente permisible un día, pero sólo en raras circunstancias y con salvaguardias en su lugar, dice un informe ampliamente esperado que se publicó recientemente.

El informe de un comité internacional, convocado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS) y la Academia Nacional de Medicina en Washington, DC, concluye que tal ensayo clínico «podría ser permitido, pero sólo después de mucha más investigación» sobre riesgos y beneficios, y «sólo por razones convincentes y bajo supervisión estricta». Esas situaciones podrían limitarse a las parejas que tienen una enfermedad genética grave y para quienes la edición de embriones es «realmente la última opción razonable» si quieren tener un hijo biológico sano, dice el co-presidente del comité, Alta Charo, un bioeticista en la universidad de Wisconsin en Madison.

Algunos investigadores están contentos con el informe, diciendo que es consistente con las conclusiones anteriores que con seguridad alterando el ADN de los óvulos, espermatozoides o embriones humanos tempranos -conocido como edición de línea germinal- para crear un bebé podría ser posible. «Han cerrado la puerta a la gran mayoría de las aplicaciones de la línea germinal y lo han dejado abierto para un subconjunto muy pequeño y bien definido. Eso no es irrazonable en mi opinión», dice el investigador del genoma, Eric Lander, del Broad Institute en Cambridge, Massachusetts. Lander estaba entre los organizadores de una cumbre internacional de la NAS en diciembre de 2015 que pidió más discusión antes de proceder con la edición de embriones.

Pero otros ven el informe como una reducción a las barreras para tales experimentos porque no dice explícitamente que deben ser prohibidos por ahora. «Cambia el tono a una posición afirmativa en ausencia del amplio debate público que este informe pide», dice Edward Lanphier, presidente de la compañía de edición de ADN Sangamo Therapeutics en Richmond, California. Hace dos años, fue coautor de un comentario en Nature pidiendo una moratoria sobre la edición de embriones clínicos.

Un grupo de defensa que se opone a la edición de embriones va más allá. «Estamos muy decepcionados con el informe. Es realmente un cambio bastante dramático del actual y extendido acuerdo a nivel mundial que la edición de la línea germinal humana debe ser prohibida «, dice Marcy Darnovsky, director ejecutivo del Centro de Genética y Sociedad en Berkeley, California.

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