Escrito por Dr. Joseph Mercola*
Datos comprobados

Las tasas de obesidad se han triplicado mundialmente desde 1975, y en el 2016, el 39% de los adultos tenía sobrepeso y el 13% obesidad. Los riesgos para la salud asociados, como las enfermedades cardíacas y la diabetes, son bien conocidos, pero muchas personas no saben que su cerebro también puede verse afectado por esta condición.

Las tasas de trastornos neurodegenerativos, incluyendo la demencia, también van en aumento, y se estima que 115 millones de personas tendrán demencia para el 2050. Es posible que el aumento de las tasas de obesidad sea una fuerza impulsora detrás de esta creciente carga y una que es prevenible hasta cierto punto.

Obesidad puede encoger su cerebro
La investigación publicada en Radiology encontró que la obesidad puede conducir a alteraciones en la estructura cerebral, al causar encogimiento de ciertas regiones. Entre los hombres, un alto porcentaje de grasa corporal total se relacionó con un menor volumen de materia gris en el cerebro. Específicamente, un 5.5% más de grasa corporal total se asoció con un volumen de materia gris inferior a 3.162 mm3.

La materia gris es la capa externa del cerebro asociada con las funciones cerebrales de alto nivel, como la resolución de problemas, lenguaje, memoria, personalidad, planificación y juicio. Entre los hombres, un 5.5% más de grasa corporal total también se asoció con un volumen de 27 mm3 más pequeño del globo pálido, una asociación que también se observó en las mujeres.

En las mujeres, un 6.6% más de grasa corporal total se asoció con un volumen más pequeño del globo pálido de 11.2 mm3. El globo pálido es una región del cerebro que desempeña un papel importante para el apoyo de numerosas funciones, incluyendo la motivación, cognición y acción. La obesidad también se asoció con cambios en la microestructura de la materia blanca, los cuales pueden estar relacionados con la función cognitiva.

Los investigadores también explicaron: «demostramos que las diferencias de sexo se manifiestan con respecto a las asociaciones negativas del porcentaje de grasa corporal total (TBF) con los volúmenes regionales de materia gris subcortical, incluyendo el globo pálido y el núcleo caudado, los cuales se han asociado con el circuito de recompensa hacía los estímulos relacionados con los alimentos».

Investigaciones anteriores también han demostrado que las personas obesas tienen concentraciones más altas de placa beta amiloide en el cerebro, el cual se asocia con la enfermedad de Alzheimer, en comparación con las personas no obesas. En estudios post mortem, «los cambios neuropatológicos tipo Alzheimer fueron frecuentes en nuestra pequeña muestra de ancianos con obesidad mórbida sin antecedentes clínicos de deterioro cognitivo, los cuales se aproximan a los observados en la enfermedad de Alzheimer en algunos pacientes».

La grasa abdominal también se encuentra vinculada al encogimiento del cerebro
El exceso de grasa corporal se ha relacionado con cambios cerebrales durante décadas. En el 2010, los investigadores descubrieron que la grasa visceral se asocia con un volumen cerebral inferior, incluso entre adultos sanos de mediana edad.

En un estudio separado de más de 9,600 participantes con una edad promedio de 55 años, quienes obtuvieron puntajes para el índice de masa corporal (IMC), fórmula defectuosa que divide el peso por el cuadrado de la altura y la proporción de la cintura a la cadera (RL), también se encontró una conexión existente.

Los participantes recibieron IRM estructurales que proporcionaron imágenes cerebrales que le permitieron a los investigadores medir el volumen de materia gris y blanca en el cerebro. Después de considerar otros factores de riesgo, como fumar y niveles de ejercicio, los investigadores encontraron una ligera relación entre el IMC y el volumen de materia gris disminuido.

Sin embargo, se encontró una conexión mucho más significativa para las personas con un IMC y un RL más alto. «La combinación de obesidad general y obesidad central se asoció con la disminución de materia gris en comparación con la de adultos delgados», anotaron los investigadores.

Los participantes con un IMC y un RL en un rango saludable mostraban un volumen cerebral promedio de materia gris de 798 centímetros cúbicos. Esto se redujo a 786 centímetros cúbicos entre los que tenían un IMC y un RL elevados.

¿Cómo daña la obesidad a su cerebro?
La obesidad se encuentra asociada con la inflamación, y esta puede aumentar el riesgo de demencia. Además, los niveles más altos de marcadores inflamatorios también se han asociado con un volumen cerebral más bajo, el cual incluye una «mayor atrofia de la prevista por la edad».

Los autores del estudio de Radiology consideraron que la grasa corporal total puede estar asociada negativamente con el volumen cerebral y la integridad microestructural por la inflamación sistémica subyacente. «Esto ha sido respaldado por hallazgos previos del estudio Framingham Heart, el cual demostró que numerosos biomarcadores inflamatorios relacionados con la obesidad también se han asociado con un menor volumen cerebral», explicaron.

La resistencia a la insulina, un símbolo de la obesidad, también se cree que se encuentra involucrada en el deterioro cognitivo y en la enfermedad de Alzheimer. Tanto la diabetes como los niveles más altos de glucosa en ayunas se encuentran relacionadas con un menor volumen cerebral total, e incluso un incremento leve del azúcar en la sangre se asocia con un riesgo elevado de demencia.

Al redactar para el New England Journal of Medicine (Nejm), los investigadores explicaron: «Los niveles más altos de glucosa pueden contribuir a un mayor riesgo de demencia a través de numerosos mecanismos potenciales, que incluyen la hiperglucemia aguda y crónica, la resistencia a la insulina y el aumento de enfermedades microvasculares del sistema nervioso central”.

Otro de los peligros relacionados al exceso de grasa corporal, particularmente a la grasa visceral, se encuentra relacionado con la liberación de proteínas y hormonas que pueden causar inflamación, que, a su vez, pueden dañar las arterias e ingresar al hígado, lo que puede afectar la descomposición de azúcares y grasas en el cuerpo.

De acuerdo con un estudio en Annals of Neurology, «las hormonas derivadas del tejido adiposo, como la adiponectina, leptina, resistina o ghrelina, también podrían desempeñar un papel importante en la relación entre el tejido adiposo y la atrofia cerebral». Además, la obesidad también puede asociarse a un menor volumen de las regiones cerebrales que regulan los circuitos de recompensa alimenticia, posiblemente influyendo en la sobrealimentación.

¿Sus neuronas lo hacen comer en exceso?
También existen muchos otros enlaces interesantes entre el cerebro, los niveles de grasa corporal y la inclinación a comer en exceso. La corteza prefrontal (CPF), una región del cerebro involucrada con el razonamiento complejo y el autocontrol, tiene una menor actividad en aquellos que comen en exceso, mientras que su activación se asocia con el éxito de la pérdida de peso.

En una revisión del Trends in Cognitive Sciences, los investigadores explicaron lo siguiente: “En el entorno moderno, la autorregulación alimenticia depende especialmente de la capacidad del CPF para ejercer un control modulador sobre la elección de los alimentos. Una modulación más débil aumenta la probabilidad de que los individuos consuman alimentos apetitosos con un alto contenido calórico en exceso.

Con el tiempo, el consumo excesivo y persistente de alimentos densos en calorías puede llevar al aumento de peso y, posteriormente, a la obesidad. La obesidad provocada por la alimentación puede llevar a cambios pronunciados y duraderos del control cognitivo y de la funcionalidad del CPF, que, a su vez, impulsa el mantenimiento de conductas alimentarias poco saludables».

Investigadores de la Universidad de Rockefeller en la ciudad de Nueva York también han identificado un grupo de neuronas que reducen la ingesta de alimentos al activarse. Las neuronas del receptor de dopamina 2 del hipocampo (hD2R) se activan mediante señales de alimentos e influyen en las asociaciones de lugares de comida.

Sin embargo, las neuronas hD2R se conectan con la corteza entorrinal (CE) y el área septal (SA), en donde el circuito resultante disminuyó la ingesta de alimentos en ratones. «En conjunto, estos datos describen un circuito de orden superior septentrional < hipococampo < CE no identificado que regula el comportamiento de la alimentación», explico el estudio, donde destaca las muchas formas en las que el cerebro desempeña un papel complejo en el comportamiento y el peso.

Estefania P. Azevedo, autora del estudio e investigadora en el Laboratorio de Genética Molecular, dijo en un comunicado de prensa. «Estas células impiden que un animal se alimente en exceso. Hacen que comer sea menos gratificante y, en ese sentido, ajustan la relación del animal con la comida».

Obesidad puede envejecer a su cerebro rápidamente, pero una alimentación cetogénica puede retrasar el proveso
Un estudio publicado en la revista Neurobiology of Aging también encontró cambios estructurales en el cerebro de las personas con sobrepeso y obesidad, cambios que generalmente se observan en personas mucho mayores. En este caso, fue el volumen de materia blanca el que disminuyó en relación con la obesidad, lo que corresponde a un aumento estimado de la edad cerebral a 10 años.

Cada vez es más claro que la obesidad parece aumentar el riesgo de la neurodegeneración, no sólo a través de la inflamación, sino también al aumentar el estrés oxidativo. Por otro lado, la restricción calórica o el ayuno pueden ayudar a proteger su cerebro y a retrasar el envejecimiento, al igual que una alimentación cetogénica.

Una alimentación cetogénica es alta en grasas saludables y baja en carbohidratos netos (carbohidratos totales menos fibra), lo que hace que su cuerpo comience a quemar grasa como si fuera su combustible principal, en lugar de utilizar azúcar. Esto produce cetonas, que no sólo se queman eficazmente, sino que también son un combustible mucho mejor para su cerebro. Las cetonas también generan menos especies reactivas de oxígeno (EOR) y menos daño causado por los radicales libres.

Los documentos recientes también han demostrado los beneficios de la cetosis nutricional para la salud cerebral. En uno de estos documentos, los investigadores encontraron que una alimentación cetogénica mejoró la función neurovascular, al mejorar el microbioma intestinal.

En el segundo artículo, los autores concluyeron que el consumo cetogénico en animales actuaba como una verdadera «fuente de la juventud» al mejorar significativamente las funciones neurovasculares y metabólicas, en comparación con animales con una alimentación sin restricciones. La liberación de cetonas en el torrente sanguíneo ayuda a preservar la función cerebral y a proteger del deterioro cognitivo y otras enfermedades neurodegenerativas.

Realizar el protocolo ‘KetoFast’, un programa desarrollado y detallado en mi último libro, titulado KetoFast: A Step-By-Step Guide to Timing Your Ketogenic Meals, se combina una alimentación cetogénica cíclica, un ayuno intermitente y un ayuno parcial cíclico para optimizar la salud y la longevidad. Aplicar el protocolo ‘KetoFast’ no sólo puede ayudarle a perder peso, sino que la cognición generalmente mejora gracias a la limpieza y regeneración biológica que se produce en todo el cuerpo, incluyendo el cerebro.

Consejos para evitar la obesidad y reforzar su cerebro
Someterse a una alimentación cetogénica ayuda a proteger al cerebro de los daños de los radicales libres, suministra a las células el combustible adecuado y ayuda a perder peso y evitar la obesidad. También es importante dormir bien.

Los problemas del sueño, como el insomnio, pueden tener un impacto distinto en el cerebro a lo largo del tiempo, haciendo que se contraiga rápidamente en comparación con aquellas personas que duermen bien.

Mientras tanto, dormir menos de cinco horas por cada noche se relaciona con un aumento de grasa abdominal a lo largo de cinco años. Si no duerme bien, revise este artículo: ¿Quiere dormir bien durante la noche? Optimice su rutina y santuario para dormir.

Tener niveles elevados de cortisol en la sangre, la hormona del estrés, puede afectar las habilidades de comprensión y memoria con el tiempo. Investigaciones previas también han relacionado el estrés crónico con el deterioro de la memoria y un mayor riesgo de inicio temprano de Alzheimer.

El estrés crónico también puede aumentar el riesgo de acumular grasa visceral con el tiempo, por lo que es necesario manejar los niveles de estrés para mantener un peso ideal y ayudar a su cerebro. Como explicaron los investigadores de Radiology: “Se necesita una mayor investigación para evaluar los cambios en la estructura del cerebro por la obesidad a lo largo del tiempo, así como las influencias metabólicas como la resistencia a la insulina y las respuestas metabólicas al ayuno, al ejercicio, a la alimentación y al descanso.

Además, se necesita mayor información para investigar hasta qué punto una mayor cantidad de tejido adiposo visceral (por una inflamación metabólica sistémica de bajo grado) conduce a efectos perjudiciales en la estructura cerebral y el funcionamiento cognitivo por encima de las medidas de la obesidad general».

Sin embargo, implementar cambios positivos en el estilo de vida, como una alimentación cetogénica, dormir bien y manejar el estrés, no causa inconvenientes y puede ayudarlo a alcanzar su peso ideal mientras que mantiene una buena salud cerebral.

* Joseph Mercola es un ameritado médico norteamericano que promueve los tratamientos alternativos para la salud, en general. Sus artículos diarios se traducen a varios idiomas y cuenta con miles de seguidores en todo el mundo.

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