Los avances en la investigación sobre venenos en reptiles y anfibios nos han demostrado que muchos nos pueden matar, pero también nos pueden curar.

En 1981 salió al mercado la Ranitidina (medicamento que inhibe la producción de ácido gástrico), uno de los medicamentos más usados e importantes del siglo XX de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS); ese mismo año se declaró extinta en su medio natural a la Rana Incubadora Gástrica (Rheobatrachus silus), a quien se le debía su descubrimiento pues de ella se obtuvo el principio activo, y aunque trataron de salvarla en un ambiente controlado en cautiverio, en 2002 se extinguió por completo.

En su plática “Anfibios y reptiles: conservación biotecnológica”, que se presentó en el marco del Tercer Coloquio sobre Riqueza Natural y Sociedad: Áreas Naturales y Cambio Climático, el investigador de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Miguel Ángel Peralta, habló extensamente de cómo la naturaleza ha inspirado a miles de científicos en el mundo a construir tecnologías que sólo podríamos imaginar en libros de ciencia ficción y no sólo eso, sino que muchos anfibios y reptiles han servido para salvar vidas.

De acuerdo con la definición que dio la Organización de las Naciones Unidas en 1992, la biotecnología es toda aplicación tecnológica que utiliza sistemas vivos para modelar o fabricar algún sistema tecnológico o mejorar un avance ya existente. Si bien la tecnología abarca todos los sistemas vivos, Peralta enfocó su plática a reptiles y anfibios, tanto por sus beneficios médicos como tecnológicos porque, asegura el investigador, estas investigaciones podrían salvar nuestras vidas.

“Los avances en investigación de venenos nos han demostrado que éstos son positivos porque muchos de los que nos pueden matar, también nos pueden curar”. Existen venenos de reptiles y anfibios que pueden ser útiles en problemas cerebrales como Alzheimer y Parkinson y en otro tipo de enfermedades como la Diabetes.

Un ejemplo de lo anterior es el caso de la serpiente Mocasín de Malasia (Calloselasma rhodostoma) ya que su veneno contiene una proteína llamada Ancrón que puede evitar una trombosis al generar un agente anticoagulante. El Monstruo de Gila, un lagarto que vive en el norte de México y sur de EU, cuyo veneno contiene la hormona excedrín 4 que puede eliminar el exceso de azúcar, a él se debe que en 1992 se sintetizara el primer fármaco contra el exceso de azúcar en la sangre, la Exenatida.

Una de las investigaciones más novedosas que se están llevando a cabo actualmente son pastillas protectoras contra Rayos Ultravioleta. Estas pastillas nos evitarán usar bloqueador solar –altamente dañino para los corales y arrecifes marinos- y se están tratando de producir tomando como base al Gadusol, un químico que la mayoría de los anfibios y reptiles producen y que protege su ADN de los rayos solares.

Pero los avances no terminan ahí, si bien la biotecnología estudia los químicos de los seres vivos para tratar de reproducirlos a favor de la humanidad, también se inspira en las formas como éstos seres se adaptan a la perfección en su medio para replicarlo después en tecnologías humanas.

El diseño del neumático K84, con mayor tracción y eficiencia que las llantas Michellin, lo que se traduce en un mayor rendimiento de gasolina, se inspiró en el Lagarto Amarillo (Ouroborus cataphractus). Este lagarto tiene púas en todo su cuerpo y cuando se siente amenazado se muerde la cola adquiriendo una forma circular, los científicos descubrieron que cuando comienza a rodar puede pasar sobre arena y grava sin reducir su velocidad.

Tanto la Darpa (Agencia de Proyectos Avanzados de Defensa) como el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) han querido replicar el comportamiento de los geckos, que suben y trepan por cualquier superficie gracias a que sus patas contienen microfibras que se adaptan a las moléculas de donde se están sosteniendo; por un momento pasan a ser parte del otro objeto y hasta ahora no hay nada en tecnología humana que pueda hacer eso, pero investigadores del equipo Geckskin han desarrollado un poderoso adhesivo que puede sostener hasta 200 kg en peso y que desean aplicar a las áreas militar y médica.

El MIT junto con Darpa y el patrocinio de Disney, crearon un robot que puede subir en pendientes sin detenerse dando giros de 360º. Por otro lado, los investigadores de Tokio Tech han desarrollado robots con cuerpo de serpiente que imita su movimiento y sirve en misiones de rescate. Estos robots fueron usados en el tsunami que azotó a Japón el 30 de mayo de 2015 al sumergirse en el agua en busca de sobrevivientes.

“La ciencia crea constantemente tecnologías más eficientes y baratas que vienen de los individuos que a veces matamos. En estos momentos estamos realizando tareas de conservación cuando lo que realmente debimos de haber hecho fue mantenerlos en lugar de depredarlos y luego querer conservarlos”, dijo Peralta.

Tanto el caso de la Rana Incubadora Gástrica, como del Ajolote mexicano de Xochimilco, cuya utilidad podría extenderse a la regeneración de extremidades perdidas, son ejemplos de cómo la depredación humana no conoce límites, y muchas veces es por la falta de conciencia de las personas que no saben todo el beneficio que los seres vivos le pueden dar a los humanos.

“Estos seres nos van a ahorrar tiempo en investigación, porque llevan millones de años viviendo en este medio natural y ningún ser vivo está aquí por casualidad, sino porque ha luchado”, concluyó el especialista.

El Tercer Coloquio sobre Riqueza Natural y Sociedad: Áreas Naturales y Cambio Climático, fue inaugurado el pasado 5 de abril en la UNAM, institución que forma parte de la Mesa Directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (Fccyt).

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