Ráfagas: Coladeras y baches, trampas mortales

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Jorge Herrera Valenzuela
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¿Cuánto nos va a costar, en pesos, la marcha del próximo domingo 27?

Ciudad de México, 16 de noviembre de 2022.- Una vez más la negligencia, la apatía, la irresponsabilidad de los funcionarios públicos, en los tres niveles de gobierno, es causante de una tragedia que enluta un hogar, en que mueren personas inocentes y no hay responsables, nadie es culpable. El año pasado los muertos sumaron 26, por mal trabajo de albañiles y electricistas en un tramo de elevado del Metro. Tiempo no lejano padre e hijo perdieron la vida al despeñarse su automóvil en un socavón en Cuernavaca, Morelos. Esto ocurrió en el sexenio pasado.

Los accidentes se producen porque las autoridades federales, estatales, municipales y alcaldesas (en la Ciudad de México) están dedicadas a cumplir las órdenes directas del dictador que vive en Palacio Nacional.

En agosto de 2021, durante una visita por el Norte de la República, el presidente tuvo la ocurrencia de anunciar que pondría en marcha el Plan Nacional de Bacheo. Se olvidó y la promesa queda como la de bajar el precio de las gasolinas.

Nadie atiende las denuncias escritas, verbales y hasta denunciadas en los medios informativos. Pruebas sobran. Todos los funcionarios del partido en el poder simplemente justifican todo y en el caso de la Capital Mexicana, la jefa de Gobierno está dedicada plenamente a su campaña político electoral, porque está engolosinada de oír que la llamen “presidenta”. Los encargados de las Alcaldías morenistas tienen comisiones presidenciales para hacer campañas proselitistas y después atender sus obligaciones.

¿Qué van a investigar?
Antes de comentar sobre los hechos en que perdieron la vida dos jovencitas, las hermanas Sofía y Esmeralda, es ir de lo risible a lo indignante. La jefa de Gobierno, la corcholata Claudia Sheinbaum Pardo, ordenó que se haga la investigación para “saber” si en esta tragedia hubo “omisión o negligencia”.

Solo hay un responsable. Obvio no aceptará su responsabilidad como servidor público. Se llama Armando Quintero Martínez. Es el alcalde en Iztacalco, donde fue “delegado político”, cobijado por el PRD. Fue secretario de Movilidad cuando Marcelo L. Ebrard Casaubón era jefe de Gobierno. Armando y uno de sus hermanos son o fueron “líderes de los taxistas piratas”, en tiempo del tabasqueño al frente del Gobierno en el Distrito Federal.

Quintero Martínez está dedicado a la campaña de la doctora Sheinbaum. Es desconocido, físicamente, por la mayoría de los habitantes de Iztacalco. En mi mesa de trabajo tengo pruebas de que jamás atiende a la audiencia pública y sus colaboradores son déspotas y no creo que sean corruptos, sino negligentes.

En las calles de diversas colonias hay abundantes baches. Vecinos afectados aseguran que han pasado los años de la segunda administración de Quintero y “los baches siguen en nuestra calle”.

El alumbrado público es deficiente. La vigilancia policíaca es nula. Para que acudan a cortar las ramas de árboles hay que hacer un escrito con siete copias, como le dijeron a “Cantinflas” en la película El Señor Ministro. Por supuesto que el señor Raúl Armando Quintero Martínez ni enterado está de lo que pasa en las oficinas.

Tengo mucha curiosidad. ¿La señora fiscal de la Ciudad de México qué va a investigar en este doble homicidio?

No me vayan a salir que el papá de Sofía y Esmeralda es culpable, por haber estacionado el automóvil junto a una coladera destapada, sin alumbrado público.

Los hechos sucedieron el pasado jueves 10, a las 20:30 horas, en Viaducto Piedad y Añil, Colonia Granjas México Poniente, Iztacalco. Las jóvenes iban al Palacio de los Deportes para disfrutar el concierto de la Banda Zoé, donde un día después les rindieron honores al dedicarles la función.

Don Miguel Quintero, estimado y asiduo lector de estos comentarios periodísticos, hace tiempo me comentó que coincide en apellidos con el Señor alcalde, “pero nunca lo he visto; no lo conozco”. Aclaración al canto.

Y, ¿el bacheo cómo va?
Recuerdo que el presidente de México andaba recorriendo poblados del Norte del País y en una de sus paradas hizo el anuncio de llevar a cabo un muy necesario Plan Nacional de Bacheo, con participación de los gobernadores y de los presidentes municipales, así como los alcaldes de la Ciudad de México.

Manifestó “Voy a hablar con los gobernadores para saber si están de acuerdo”. Podemos pensar que no han llegado a un acuerdo de realizar el programa de bacheo en forma tripartida, es decir, la Federación, los gobiernos estatales y los municipales. Cuando menos en la Ciudad de México no se habla de ese Plan Nacional y, seguramente, ni presupuestado está.

No sé exactamente el motivo tuvo el presidente de México para anunciar un programa de bacheo, cual debe de abarcar las carreteras federales y las interestatales, pues las de las ciudades capitales corresponden a las autoridades locales. El mantenimiento de las autopistas está a cargo de los concesionarios. En lo que va del sexenio la única carretera que tiene inspección presidencial es la de Badiraguato para conectarse con Chihuahua y Durango.

Esperemos que se cumpla la orden del tabasqueño. Dijo en aquel día que no se volvería a la época en que se le echaba tierra y un poco de emulsión asfáltica. Otra forma de bachear consiste en poner grava, arena y asfalto petrolizado. En este y otros “remiendos”, las lluvias los eliminan y el gasto inútil.

También apuntó el hombre de Palacio Nacional que deberían de crearse comités vecinales, a efecto de vigilar el desarrollo del programa. El objetivo es evitar la corrupción en el manejo del presupuesto y que haya austeridad.

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