Ciudad de México, 26 de septiembre de 2022.- En mayo del 2021, escribimos un artículo que dio cuenta de cómo el tiempo y la historia situarían en su lugar a todos. Sí, a los protagonistas de hoy que, seguro, serán los héroes o villanos del mañana. Por supuesto que la historia es muy canija y la vida es como una rueda de la fortuna, como decía mi abuelita.

Algunos de los “historiadores”, por decirlo de alguna manera, sí, somos los que ejercemos el periodismo día a día. Los que dejamos plasmados nuestro trabajo en los diferentes medios informativos y de comunicación. El tiempo nos juzgará y, seguro, pedirá cuentas a todos.

Hoy, a medios y periodistas la historia los conceptuará a su tiempo, al igual como se hizo y sigue haciéndolo, con los acontecimientos más emblemáticos del país. Como los que cambiaron a México en el Siglo XX: La Revolución Maderista, la Decena Trágica, la Constitución de 1917, la Reforma Agraria, la Expropiación Petrolera, el Movimiento de 1968 y el Jueves de Corpus, El terremoto del 19 de septiembre de 1985. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), La Devaluación de 1995 (con Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo), El Movimiento Zapatista y la Creación del Instituto Federal Electoral (IFE), organismo responsable de cumplir con la función de organizar las elecciones federales de nuestro país. En este Siglo XXI, la historia se está escribiendo.

Escribimos que, en el mundo, infinidad de sucesos han sido documentados por el periodismo y hecho historia, como haber exhibido a personajes que abusaron de su poder en perjuicio de las poblaciones, de la vida humana, como Adolfo Hitler.

Documentamos que la empresa, Deutsche Welle (DW), cadena de Alemania para el extranjero, con independencia periodística, publicó en 2010 un artículo de una exposición en el Museo de Historia alemán que, intentó descifrar el enigma de la popularidad de Adolfo Hitler y explicar por qué el dictador tuvo un respaldo tan fuerte y prolongado en la población.

En 2010, se exhibió una muestra que se tituló: “Hitler y los alemanes”, subtitulada: “Nación y crimen”, con un total de 600 objetos y alrededor de 400 fotografías y carteles y que, por primera vez, esta demostración pretendió comprender la popularidad del dictador durante el Tercer Reich. (https://www.google.com/search?client=firefox-b-d&q=hitler+y+su+popularidad).

Según el curador de la obra, Hans-Ulrich Thamer, Hitler no tenía en realidad ningún atributo que no fuera el de orador y agitador. Puntualiza: “El aura carismática que se creó en torno a su figura se debió a las expectativas que depositó en él la población en un momento en el que Alemania atravesaba una profunda crisis económica en el período de entreguerras”.

El poder que alcanzó Hitler, agrega, no se explica por sus cualidades personales, sino por las condiciones políticas y sociales y los efectos psicológicos que esa situación provocó en la población alemana. “La población buscaba un chivo expiatorio al que pudiera echar la culpa de su miseria, lo que también les ofreció Hitler, estigmatizando a judíos, izquierdistas, gitanos, homosexuales y otros grupos considerados como extraños a la sociedad”.

Se deduce que para alcanzar este poder y, posteriormente, mantenerlo, Hitler utilizó a la prensa y “es así cómo la propaganda va a desempeñar un papel fundamental en el desarrollo y consolidación del nazismo. Sus resultados hacen que se hable de la sociedad alemana de los años 30 y 40 como de una sociedad hipnotizada».

¿Nos alcanzara el destino? Como dice un clásico.

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