Alfa Omega: No queremos gobierno de un solo hombre

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Jorge Herrera Valenzuela
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Ciudad de México, 6 de febrero de 2023.- Estamos en el umbral del segundo centenario de la creación de la República Representativa, Popular y Federal, bajo el nombre de Estados Unidos Mexicanos y, mundialmente conocido nuestro País con el nombre de México. El 10 de octubre de 1824 el duranguense que se autobautizó como Guadalupe Victoria asumió primero, provisionalmente, la Presidencia de la República. Un año más tarde lo fue, apoyado en la Constitución de ese mismo año, y terminó su mandato en marzo de 1829.

De algún modo, por las circunstancias que privan en este hermoso País, la sucesión presidencial para el sexenio 2024-2030 no es nada predecible. La de 1829 entre Yorkinos y Escoceses tuvo un final inesperado. Desconocieron al triunfador. El provisional renunció nueve meses después y hubo dos interinos (el segundo presidió un triunvirato) en los últimos quince días de diciembre de 1829. Tres mandatarios en un mes.

Ese pasaje que comentaría como una anécdota, lo refiero por la incapacidad de la organización política. No se tenía experiencia, sin desconocer las tareas legislativas de José María Morelos, de Ignacio López Rayón y de quienes participaron durante 11 años en la lucha de Independencia y en los tres posteriores a la firma del Acta en septiembre de 1821, pasado el efímero imperio iturbidista.

Un siglo después, en el período posrevolucionario y luego de 20 años de un movimiento armado, la lucha fratricida, entre grupos que decían tener sus razones para pelear, hubo elecciones presidenciales. De 1900 a 1920 hubo un presidente derrocado, dos asesinados, cuatro interinos (uno durante 45 minutos) y tres “convencionistas” ¡Diez en veinte Años!

La Constitución promulgada en 1917 dejó muy preciso el concepto de No Reelección, pero para cumplirle su deseo a Álvaro Obregón, de volver la Presidencia de México, su paisano y súbdito Plutarco Elías Calles, presidente en funciones, promovió la reforma constitucional para eliminar el principio de No Reelección. Se aprobó en enero de 1927, autorizando no solo la reelección del presidente, de senadores y de diputados federales, sino abriendo la posibilidad de que fuesen reelectos inmediatamente después de terminar su período en el cargo.

Obregón iba a ser el primer presidente sexenal. Se ponía fin a los gobiernos de cuatro años, surgidos éstos 104 años atrás. La muerte violenta del sonorense, lo apuntó como el primero y único presidente reelecto, en el siglo pasado.

México tuvo 4 presidentes en 6 años (1928-1934) Calles, en funciones; Emilio Portes Gil, interino; Pascual Ortiz Rubio, electo, y Abelardo L. Rodríguez, último interino en la historia.

Reelecto el 1 de julio de 1928, Obregón “jugó” como candidato solitario. No hubo oposición. El padrón electoral registraba 1 millón 673 mil 433 votantes. “El Manco de Celaya”, aunque Usted no lo crea, “ganó con un total de 1 millón 673 mil 433”.

Plutarco Elías Calles convocó a los integrantes de todos los “grupos revolucionarios”, repartió prerrogativas y surgió El Maximato, liquidado en 1936 por el michoacano Lázaro Cárdenas del Río. Calles y sus cercanos amigos, al exilio a Estados Unidos.

Mentiras, “honestos, incapaces”
Reitero la afirmación de que los mexicanos esperaban que al entregar su voto a un hombre, que realizó una campaña política durante 18 años, visitando poblados, rancherías y barrios, jamás visitados por quienes buscan el poder, los problemas nacionales tendrían soluciones integrales.

En la campaña de 2018 ofreció a los electores, combatir la corrupción, terminar con la impunidad, no imponer nuevos impuestos, no más “gasolinazos” y dijo que gobernaría para todos los mexicanos.

Obtuvo el respaldo de más de 30 millones de mujeres y hombres, de todas las edades. Al tomar posesión como presidente de México, el tabasqueño prometió cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Integró un gabinete con personas sin experiencia política ni administrativa, pero de su absoluta confianza. 90 por ciento de honestidad y 10 por ciento de conocimientos, es la norma al nombrar a sus colaboradores.

En los “tradicionales” primeros cien días del sexenio quedó claro que el presidente de México mentía, engañaba y daba rienda suelta para dividir a los mexicanos, redentor de los pobres, de los integrantes de un pueblo sabio y bueno que lo cuidaría y, por eso, suprimió al Estado Mayor Presidencial. Se olvidó que era presidente de México, de un País muy importante mundialmente y decidió viajar en vuelos comerciales, como cualquier ciudadano.

Impuso sus conferencias mañaneras, de lunes a viernes, montando un set de televisión en lo que fue el Salón de la Tesorería de la Federación, en Palacio Nacional. Los sábados y domingos las organiza donde se encuentra y continúa su campaña política, iniciada en 2005, dejando la jefatura de Gobierno del Distrito Federal. En este año es el promotor de “las corcholatas” que nombró para la sucesión presidencial, otra de sus inoportunas “ocurrencias”.

Abrió su “programa de un solo hombre” (perdón don Humberto G. Tamayo) lanzando dardos contra los medios de información y de comunicación, personalizó sus ataques y alegó a su favor “el derecho de réplica”. En otro momento, desató su furia contra los gobiernos antecesores, los calificó de conservadores, neoliberales, fifís, derechistas. A la clase media, la que lo llevó al poder, la mantiene marginada y está contra los aspiracionistas.

Desde el primer día y hasta la fecha, el escenario está controlado y acuden a ese lugar supuestos reporteros e inclusive tienen asignados los lugares donde deben sentarse, así como “los orientan” para hacer preguntas.

Rencor y resentimiento
El encanto terminó para muchos de sus seguidores y fortaleció a los llamados “chairos” que incondicionalmente lo apoyan. Un lector de estos comentarios periodísticos me comentó, vía Internet, que es más fácil convencer a un Testigo de Jehová que a un simpatizante del tabasqueño.

Las supuestas conferencias desde el púlpito presidencial, no confundirlo ni llamarlo “alta tribuna”, destrozó a los empresarios, los presionó para que le entreguen millones de pesos. Su programa de obras emblemáticas, impulsoras de la economía nacional, son la central avionera internacional, denominada Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. La refinería Dos Bocas, en terrenos susceptibles de inundaciones. El Tren Maya en el Sureste.

Obras faraónicas inauguradas sin estar terminadas. Sin planificación, sin estudios previos, sin participación de experimentados técnicos. Las inversiones se han triplicado en costos. Ah, pero se borró la construcción del nuevo aeropuerto. Se destinan miles de millones de pesos de otros rubros, a efecto de continuar las ocurrencias tabasqueñas. El tren suburbano México-Toluca estará listo antes de 2050.

¿Qué hay en la mente del presidente de México?
Demostrar que el gobierno es él. Afirmar con sus acciones que nadie debe criticarlo. Es un hombre que está desfogando todo su rencor ante la sociedad progresista. Es un resentido con la vida. Utiliza el poder para vengarse. No ha presentado, ni presentará, un programa de trabajo, el Plan Nacional de Desarrollo.
Nadie de su equipo debe de protestar. Lo dijo hace cuatro años, deben obedecer a ciegas. Ha desaparecido instituciones académicas, acabó con los fideicomisos y no deja títere con cabeza. La destrucción es la característica de un gobierno que tiene como bandera la llamada “cuarta transformación”.

No división de Poderes
Desde el nacimiento de la República Mexicana, la División de Poderes es fundamental para gobierno y pueblo, política, social y económicamente. El Ejecutivo representado por el mexicano electo mediante el voto ciudadano, como titular, es el Primer Mandatario. Corresponde al presidente de la Cámara de Diputados encabezar el Poder Legislativo y quien presida la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Poder Judicial Federal.

Los diputados y los senadores, con las excepciones naturales, en este sexenio están obligados, por disposición presidencial, a no quitarle ni una coma a las iniciativas que presente el Ejecutivo. No ha tenido éxito al 100% la orden, pero los supuestos representantes populares del partido oficial, cumplen. Lo mismo ocurre en el Senado, donde el líder mantiene una postura no oficialista y algunos de sus correligionarios lo critican.

Hubo intento de imponer una presidenta en la Suprema Corte, pero la ministra candidata fue acusada de plagiar una tesis para presentar examen y obtener título de Licenciada en Derecho. Resultó electa otra ministra, a la que el presidente de la República se ha referido, simplemente, como “la Señora Piña”. Se le dificultó llamarla ministra o presidenta de la Suprema Corte de Justicia.

El tabasqueño dijo que no crearía problemas contra la Corte ni abría una guerra. Pero, como siempre, arremetió con calificativos ofensivos a ministras y ministros. Insiste en que el Poder Judicial Federal está lleno de corruptos. A magistrados y jueces que dan fallos que no le parecen al presiente de México, inmediatamente, ordena que los investiguen.

Quiere apoderarse de una parte del Poder Judicial. Desea que la actual presidenta de la Suprema Corte, la ministra Norma Lucía Piña Hernández no presida el Consejo de la Justicia Federal. Él quiere tener el control y dijo que promoverá reformas para ello.

Quiere que no haya injusticias y se olvida que él ordenó en octubre de 2019 liberar al capo Ovidio Guzmán López y a presión del gobierno de Estados Unidos tuvo que ponerlo en prisión, pero no tramita la extradición solicitada. Defiende a don Joaquín Guzmán Loera y a la familia, sin tocar a los demás capos del narcotráfico.

¿Caminamos a la dictadura?
Entre todas las formas de gobierno, cuál cree Usted, estimado visitante de esta página digital, que pudiera llegar a tener México. Efímeramente, tuvimos dos efímeros gobiernos monárquicos, en el Siglo XIX. En los finales de esa centuria y en los primeros once años del Siglo XX, los mexicanos estuvieron bajo el gobierno dictatorial y aristocrático de Porfirio Díaz. Más adelante, tocó soportar una corta etapa a la oligarquía.

Los años en que el poder estuvo controlado por un solo partido, no ha sido debidamente analizado y sí satanizado. PNR, PRM y, finalmente, PRI, de 1929 a 1999 fueron una variante en la política, en la administración y en la economía. Cierto hubo malos gobernantes. Floreció la corrupción. Se hicieron millonarios cada seis años, como llegó a decir el tamaulipeco Emilio Portes Gil.

No fueron gobiernos de un solo hombre. Desde 1939 se organizó la oposición política a través del Partido Acción Nacional. Se dio el voto federal a la mujer. Se eligieron gobernadoras, senadoras, diputadas, presidentas municipales. Se redujo la edad ciudadana, a los 18 años para mujeres y hombres. Construyeron carreteras, autopistas, escuelas, hospitales. Se promovió la industrialización. Se impulsó el turismo. Surgieron la Ciudad Universitaria y las instalaciones del Instituto Politécnico Nacional no sólo fueron modernizaron, sino ampliadas.

De diciembre de 2018 a febrero de 2023 es falso que se consulte al pueblo. No es cierto que haya consenso con empresarios, industriales, comerciantes. Recién está el decreto presidencial para sacar la carga aérea del Aeropuerto de la Ciudad de México. ¿Se escuchó a la gente de esa gigantesca e internacional industria? No. ¿Por qué? Porque el presidente de México es el que manda y nada de que la ley es la ley.

Será que caminamos hacia un gobierno dictatorial. La palabra del que vive en Palacio Nacional, desde donde ataca sin meditar y mucho sin pensar, se cumple y punto.

Eso es lo que están viviendo los nicaragüenses, los cubanos y los venezolanos.

Los más de 120 millones de mexicanos, No queremos el gobierno de un solo hombre. Rotundo no, a la dictadura.

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