“Una libra de carbón (0.4536 kg.), cuando se consumía eficazmente, rendía más energía que la que gasta un ser humano en un día de trabajo.”En 1815 había menos de 20’000 000 de personas nacidas en Europa o de sangre predominantemente europea al otro lado de los mares. Hacia 1914, el total se había multiplicado diez veces hasta superar cerca de los 200’000 000.”

“Antes de que terminara (la década de 1870), los hombres de ciencia y los ingenieros habían comenzado a desafiar al reinado del Rey Carbón, al demostrar las posibilidades económicas de otras dos fuentes de energía. En 1881, la producción de petróleo pasaba ya de 3’000 000 de toneladas anualmente, y la industria había nacido. (La otra fue la energía eléctrica).”

Pragmatismo: “Los dogmas del pragmatismo, según los elaboraron Charles S. Pierce (que introdujo el término hacia 1875) y William James, proponía que la verdad es ‘sólo lo oportuno en nuestra manera de pensar’, y que la voluntad y el interés, más que las exigencias de la lógica, determinan las racionalizaciones y creencias del hombre.”

Las anteriores citas tomadas de La Europa del siglo XIX (1815-1914). Geoffrey Bruun. Fondo de Cultura Económica.

Para el año del 2010 el consumo de energía a nivel mundial quedó asentada en un 80.6% a partir de combustibles fósiles, un 2.7% obtenida de la energía nuclear y correspondió al 16.7% en el rubro de fuentes renovables. De éste último (renovables): la energía adquirida por la biomasa térmica marcaba un 11.44%, agua caliente solar 0.17%, geotérmica 0.12%, hidroeléctrica 3.34%, bioethanol 0.50%, biodiesel 0.17%, biomasa (para la generación de electricidad) 0.28%, eólica 0.51%, geotérmica (en generación eléctrica) 0.07%, solar fotovoltaica 0.06%, termosolar 0.002%, marina 0.001%. Global Status Report, 2012. (Wikipedia.org. Fuente de energía, consultado el 17 de abril del 2016.)

La misma fuente establece para el año del 2014 el Consumo de energía por fuente Total en Mtep (millones de toneladas equivalentes de petróleo anotadas entre corchetes e itálicas) o TWh (Teravatio hora-mil millones de kilovatios hora) en porcentajes: petróleo 32.57% [4211], gas natural 23.72% [3066], carbón 30.03% [3882], nuclear 4.44% [2737], hidroeléctrica 6.80% [3885], eólica 1.24% [706], solar 0.33% [186], biocombustibles/biocarburantes 0.55% [71], para el rubro de otras 0.34% [196].

Olvidamos y confundimos con frecuencia la diferenciación en la obtención de energía en favor de los satisfactores en la vida moderna. Viene bien asentar. Entendemos en términos general por Energía No Renovable (aquella que una vez utilizada tarda mucho tiempo en regenerarse o cuya regeneración exige el uso de algún elemento químico) la obtenida a partir de: carbón, petróleo, gas natural y uranio. Con el nombre de Energía Renovable: hidráulica, eólica, solar, geotérmica, marítima, ondas (movimiento ondulatorio de las masas de agua), biomasa (aprovechamiento energético del bosque o de sus residuos, de los residuos de la agricultura, de la industria alimentaria o el resultado de las plantas de tratamiento de aguas residuales o industriales).

Toda decisión personal en el consumo de energía para favorecer la comodidad de los seres humanos en la vida moderna y preservación de ellas origina un inmenso movimiento de factores y elementos tecnológicos para su consecución. Las fuentes de obtención son diversas de acuerdo a la situación geográfica y económica en cada punto de la demanda, la capacidad económica y factores de política económica no siempre hermanadas a las necesidades por satisfacer.

La obtención de energía para el desarrollo de la industria aporta un excedente derivado en beneficio para el consumo humano y deja en la historia de la humanidad un liniero de dolor, de explotación y agresiones escudadas en una terminología que nada tiene que ver con la finalidad de su producción. El dominio del hombre poderoso, de una nación altamente tecnificada en su momento sobre aquellos otros espacios débiles o debilitados artificialmente en donde los recursos son originarios, proveen, independientemente de la fragmentación de una sociedad, una cauda de discursos que amparan una sola finalidad: la “explotación desmedida” como si hubiera algún tipo de explotación mesurada.

El término industrialización contempla dos acepciones: 1º.- Hacer que algo sea objeto de industria o elaboración, y, 2ª.- Dar predominio a las industrias  en la economía de un país. del.rae.es

Así expuesto resulta de una simpleza que dificulta la comprensión del fenómeno histórico cuyo origen queda, de manera compactada en el encadenamiento de hechos originados por la Revolución Francesa en las economías europeas. El bloqueo económico a la mercadería inglesa —predominantemente en telas— obligó a la adecuación de los sistemas productivos para satisfacer “bajo mano” la demanda en paños y telas en el continente. La mejora en la industria textil exigió más y óptimos combustibles, éstos mejores sistemas de transportación y vías para ello, las adecuaciones de las carreteras, trazas férreas y marítimas a su vez propiciaron una mayor demanda en combustibles obtenidas en donde fuera y a la manera en que fuera, con el afán escudado en el término desarrollo insertas en mascaradas ideológicas que nada tienen que ver con la economía. y fija ésto una correlación no alcanzada entre los factores que a más de uno exige mejoras en los otros factores de la economía, así en continuo impulso cuya medida y finalidad desarraigó en la satisfacción de las necesidades para generar el interés de algunas pocas casas comerciales agrupadas y apoyadas por las legislaciones de los países.

Hermanar un espacio vital sano con los intereses económicos apetecidos por los capitales y la volatilidad de las acciones en las Bolsas enfrenta la urgencia del primero con los niveles de ingresos en las cuentas de las corporaciones: los Recursos Naturales Renovables —instalaciones sumamente onerosas en su inicio— frente a la obtención de la energía por los Recursos No Renovables —instalaciones ya construidas y modificables sólo en cuanto a modernización—. En la apuesta, la satisfacción de las necesidades humanas prioritarias, los desmesurados intereses corporativos para satisfacer a sus accionistas con su sorda lucha por atraer y los capitales.

Entender que esto es una blasfemia para los especialistas en asuntos de las altas finanzas internacionales y locales no aclara ninguna de las razones patrioteras y nacionalistas que llevan a los seres a defender un ideal que escuda la mezquindad humana.

pulgares

  • Para ejemplificar, para algunos investigadores el crack —esa onomatopéyica palabra de la lengua inglesa=rompimiento— de aquel 24 de octubre de 1929, «el jueves negro», fue más un asunto de información distorsionada que económico, postura un tanto primaria dados los antecedentes que fijan el mes de diciembre de 1928 cuando la industria acerera de Renania-Westfalia suspende sus pagos y arrastra las economías de la Gran Bretaña, los Estados Unidos de Norteamérica y un poco después la de Francia. Los motivos argumentados para tal crisis más o menos superada hasta la década de los ochenta (cincuenta años después) son: acumulación de inventarios, desequilibrada distribución de los ingresos/rentas (sin especificar cuál sería una distribución adecuada), la carga social provocada por la pérdida de la mano de obra durante el conflicto bélico de 1914 a 1918 (con una cifra de muertos entre militares y civiles que va de los 10 millones a los 31 millones de vidas, más los heridos, mutilados e inutilizados); las reparaciones de guerra impuestas a la derrotada Alemania; la fragmentación de los mercados internacionales (con alta posibilidad de motivar la Segunda Guerra Mundial —sólo continuación de la Primera Gran Guerra— (1939 a 1945 con una cifra de muertos van de los 60 millones a los 73 millones de personas entre militares y civiles y su correspondiente resultado en lesionados, lisiados e irreparables daños físicos y los siempre molestos desplazados cuya única finalidad es sobrevivir) con el surgimiento de los nacionalismos y destrucción de los Imperios Austro-Húngaro y Turco, cuando EEUU, la Gran Bretaña y Francia, soportaron su economía en un bloque económico por medio de sus colonias; sobreproducción, sujeción de los precios de monopolios, desorden monetario internacional —a partir del cambio del patrón oro por monedas nacionales: dólar, libra esterlina (Génova 1922)—, desigual recuperación económica de los países poderosos y de los emergentes derivado del consumo masificado; competencia de préstamos exteriores por las bolsas de Wall Street, Londres y París; estancamiento de los sectores prioritarios de la industria: el ferrocarril, la siderúrgica, el algodón, el carbón…—; las medidas proteccionistas estadunidenses y europeas; bloqueos económicos que imposibilitaron la venta de productos cuya consecuencia fue la carencia de dólares para el pago de la deuda externa, el desajuste crediticio entre materias primas e industrializadas y un largo etcétera abrumador para un total lego en asuntos del flujo y reflujo de la economías internacionales, matizados o exaltados mediante argumentos de «ideologías patrias» o motivaciones extraterrenas.
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