Para Azucena Adell Gras

 

Nos faltaron algunas esculturas por circundar, la mesura de un tercer acto, algunos bocetos que no llegaron a pinturas y un mural sin gioser; sin prisa separábamos las silabas de todas las palabras para dejar entre renglones el texto íntegro; omitíamos el compás en la obra para llenar el espíritu y la mente con un ritmo siempre cambiante.

¿Cuántas veces ―café exprés de por medio― discordamos aquella canción que te significara tanto? ¿Cuántas veces gozamos de la lluvia bienhechora y de un Terry abandonado en la gaveta que a manera de autocastigo convenenciero repusiera varias veces?

Algunas veces levantamos la vista hacia la cúpula para gozar de la inmensidad original o trepamos por las columnas de un campanario que clamara por la presencia de los evadidos.

Me alejé de tu vista con la esperanza de un inmediato regreso y el tiempo inasible trastocó la espera ilusoria.

A la distancia recorrimos los caminos de la tierra de tus ancestros, vimos origen y destino de una geografía destrozada y escuchamos la lengua prohibida de tus ancestros, leímos la poesía de aquellas tierras doloridas y añadimos a su padecimiento las tristezas de estas heredades convividas.

Recuerdos, una suma infinita de minucias sensibles rodean un pasado compartido. Obras, muchos discursos emocionaron tus días y colmaron mis lagunas para contraer el ayer en un presente fugaz.

Mi perplejidad no tiene salvación. Va un “caballito de tequila” por ti y para ti, venga una cerveza fría para no musitar una despedida inmerecida.

Nos faltó un poco de futuro, sólo un poco.

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