Alfa Omega: Vibrantes afirmaciones de un reportero

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Jorge Herrera Valenzuela
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Ciudad de México, 22 de abril de 2023.- Reporteros, redactores, articulistas, analistas, comentaristas, epigramistas, caricaturistas y fotógrafos, formamos una Gran Familia.

Desparecieron los linotipistas, los cajistas, los formadores, como consecuencia de la era cibernética. Obvio no ocurrirá eso con los diarios impresos ni las revistas ante el moderno diarismo digital.

Esa Gran Familia está distribuida por todos los rincones de la maravillosa República Mexicana. Los reporteros-redactores fueron el alma de las Redacciones en los periódicos, en la mayoría de la radio y la televisión. Los celulares y las computadoras los reemplazaron, inclusive, a los reporteros gráficos.

Las noticias informativas no tienen barreras geográficas, tampoco horario. Un acontecimiento impactante, en cualquier parte del mundo, es conocido instantáneamente a miles de kilómetros del lugar de los hechos. Las redes sociales están abiertas las 24 horas para todos.

A las jovencitas y a los mocetones que hace 50 años me privilegiaron, escuchando mis pláticas-clases, en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, les preguntaba por qué se habían inscrito. Las respuestas fueron desde “el mientras me caso” hasta la de “poner un letrero de prensa en el parabrisas del coche” o aquella de “para que me inviten a los cocteles”. Claro, el tono de broma lo admití siempre. Hoy algunos ejercen brillantemente la profesión, muchos ya se jubilaron.

Otro comentario que les hacía estaba relacionado con dos personajes de moda en los años 70: Clark Kent y El Avispón Verde. Se trataba de “dos periodistas” de historieta impresa y de películas. Capaces de ser héroes en la caza de noticias. Les comentaba: “Eso es ficción. Los periodistas, los reporteros, los fotógrafos, somos seres humanos, de carne y hueso. Jamás realizamos hazañas”. Ni las chicas ni los muchachos se desanimaban.

El lector está presente
Hace unos días sobre mi mesa de trabajo me encontré con un cerro de cuartillas, hojas tamaño carta. En la primera leí, con asombro: La vida es como es y sin vuelta atrás, sé que muy pronto dejaré este mundo terrenal: Carlos Ferreyra Carrasco. Por Edmundo Cázarez C. Primera de tres partes.

Carlos, perteneciente a La Vieja Guardia del Periodismo Mexicano, aceptó, por primera vez en sus 85 años de edad y de origen michoacano, ser entrevistado por un colega. “Machetazo a Caballo de Espadas”. Edmundo Cázarez Cárdenas, veterano entrevistador periodístico, es el autor de la extraordinaria plática con un hombre que tuvo como regla única: la honestidad a prueba de fuego.

Hace tiempo, a instancias de Humberto López Hernández, nos reunimos a comer en el restaurant Covadonga (Orizaba y Puebla, Colonia Roma) él, el colega oaxaqueño Joel Hernández Santiago y Carlos. Cuatro extraordinarios amigos, presumo con gusto.

Nunca imagine que Carlos, a quien “por haber trabajado en (la Agencia) Prensa Latina, me acusaron de ser espía del gobierno castrista, haciéndome la vida imposible”, interrumpiera su carrera en las condiciones en que se encuentra.

Edmundo, amigo íntegro, realiza entrevistas que plasma con singular colorido, con gran sentido humano, no descuida detalle alguno. Sus entrevistas las concierta en el domicilio o el despacho de la persona elegida.

En un caso la entrevistada le dijo “te vas hasta la cocina” y, en otra, su entrevistada le pidió que se desvistiera, “para que me hagas la entrevista aquí, acostadito junto a mí”. La primera frase es de Elenita Poniatowska y la segunda de… ¡“La Tigresa”!

Desde las primeras líneas de su encuentro con Carlos Ferreyra Carrasco, sentimos que el cuerpo se enchina. Ahí el entrevistador nos presenta un cuadro muy impresionante. Describe lo siguiente: “Rodeado de todo el amor y el cariño que le prodigan sus tres hijos y seis nietos, no obstante, presentar un notorio estado de salud completamente disminuido, afectando lamentablemente sus facultades ópticas y auditivas, perdiendo por completo la vista y el oído”. Además, doña Magdalena, su esposa, está delicada de salud.

Es tan amena la redacción. que la comparo con una plática. El lector “se sienta” junto a ellos para escuchar el dialogo, casi casi hasta toma café o el refresco.

Echeverría, el mejorcito
Ferreyra en una etapa de su desempeño periodístico estuvo cerca de varios presidentes de México, sin estrechar amistad con ellos. Cada quien en su misión.

Me llamó la atención cuando leí la afirmación de Carlos: “Una apreciación, muy personal, es que todos los presidentes han sido unos miserables, pero creo yo, insisto, es una apreciación personal en ese sentido, el mejorcito de todos, pero el más difamado también, se llamó Luis Echeverría”.

Nunca hubo trato personal con el presidente que murió después de cumplir 100 años de vida. “Lo observé desde Prensa Latina y como corresponsal extranjero. El trato que recibimos en la sala de prensa, de la residencia oficial de Los Pinos, por parte de Mauro Jiménez Lazcano, su vocero, siempre fue muy amable y respetuoso y no como sucede ahora, que diariamente atacan y denostan a los periodistas desde Palacio Nacional”.

Jiménez Lazcano fue mi compañero en la Redacción de La Prensa, igual que Fausto Zapata Loredo. Al quedar como subsecretario de prensa en la Presidencia de México, Mauro, manifestó Carlos a Edmundo: “Mauro logra la mejor relación que haya existido entre la Presidencia de la República y la prensa. Mauro es un tipo amable, atento, siempre al pendiente de las necesidades del reportero.

Para nuestro querido Ferreyra “Luis Echeverría pretendió llegar a ser secretario general de la ONU. Lo tenía merecido porque estableció excelentes relaciones con todo el mundo” y Carlos fue contundente: “Toda esa campaña de desprestigio en su contra fue producto de un ‘complot cafetero’, orquestado por un grupo de corresponsales extranjeros”.

Al interrogar Edmundo a su colega, respecto a esa afirmación, Carlos le comentó que era cierto, porqué él, Carlos, estaba en la reunión en el restaurant La Calesa (en la Calle de Londres) donde se reunían los corresponsales extranjeros, quienes urdieron “la candidatura” de Echeverría y transmitieron un supuesto cable internacional a Los Pinos, dando a entender que se trataba “de un consenso internacional”. Lo hicieron “porque ese día no había nota importante”.

Otro testigo, no presencial en la reunión cafetera, fue Eduardo Kuri, quien también trabajó en La Prensa; era secretario particular de Zapata Loredo e hizo entrega del mismo a su jefe.

A raíz del asesinato del empresario regiomontano Eugenio Garza Sada el crimen se atribuyó al presidente Echeverría. Carlos precisó en la entrevista “Uno de los familiares de Garza Sada convocó a todos los empresarios del país, que estaba al alba, para destruir a Echeverría por el asesinato de don Eugenio, cuando, en realidad, fueron Rosario Ibarra y su hijo”.

Inclusive, se montó una oficina en la Montaña Chipinque, para desde ahí armar la campaña de desprestigio contra el presidente Echeverría. Esa montaña está enclavada en el municipio de Garza García, en Monterrey, Nuevo León.

Presidente del Siglo XX
De la extensa entrevista de Edmundo a Carlos, extraje una mínima parte. No por ser la más importante, sino por la referencia que un honesto reportero mexicano hace en torno a los cuatro presidentes que cerraron el Siglo XX y que fueron postulados por el Partido Revolucionario Institucional, hoy casi desaparecido del panorama político y en manos del peor y desvergonzado “dirigente”.

He aquí lo que Carlos Ferreyra Carrasco comentó.
“Con José López Portillo recorrí medio mundo. Un presidente inteligente, culto, pero demasiado frívolo”. Antes dijo que JLP mantuvo el alto nivel internacional de México, impuesto por su antecesor y amigo desde jóvenes.

“Miguel de la Madrid ha sido el presidente más gris que haya tenido México. Un hombre absolutamente oscuro”, es el concepto expresado por Carlos.

A la pregunta de, ¿cómo fue el trato de Carlos Salinas de Gortari con la prensa?
Carlos Ferreyra respondió: “No, con él, no tuve ningún trato, pero ahí, sí vi cómo el señor Salinas repletaba, pero repletaba de billetes a Pablo Hiriart, también uno de sus consentidos era Fidel Samaniego (que en paz descanse). Insisto a Pablo Hiriart lo hizo millonario”.

¿Qué hacías en la presidencia de Zedillo?, interrogó Edmundo.
“Estuve asignado a la oficina de la señora Nilda Patricia Velasco durante ocho meses y terminé peleándome con ella. Por cierto, era un auténtica bruja y presa del alcoholismo. Además, su secretario particular era su hermano, aunque también era un borrachín, éste, sí era buena persona, pero en un viaje presidencial a Colima, se mató en un accidente automovilístico, iba en competo estado de ebriedad”.

Desde aquí un saludo para mi amigo y colega Paco Rodríguez, director de Índice Político, donde se publicó la entrevista de Edmundo, en tres partes y quedó material para otras dos entregas.

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