Universitario estadounidense languidece en una cárcel de Irán

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Washington, D. C., 20 de septiembre de 2018.- Hace dos veranos su amor por la historia y los idiomas llevaron a Teherán al estudiante de posgrado de la Universidad de Princeton Xiyue Wang, para estudiar persa y hacer investigaciones en los Archivos Nacionales de Irán. Wang tenia autorización del gobierno iraní y estaba admitido en un instituto de idiomas en Teherán

Pero en agosto de 2016 las autoridades arrestaron a Wang, lo acusaron de espionaje y lo enviaron a la prisión de Evin, en Teherán. La Corte Revolucionaria lo sentenció a diez años en un juicio cerrado.

Wang, de 37 años, ciudadano naturalizado estadounidense nacido en China, es “completamente inocente”, dijo el secretario de Estado, Mike Pompeo. La embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, ha exigido a Irán que libere al aspirante a académico.

En las Naciones Unidas el grupo de trabajo sobre detenciones arbitrarias investigó el caso y determinó “que el arresto y la detención del Sr. Wang no tenía base legal”, que su arresto fue “arbitrario” y su juicio injusto. El grupo exigió su inmediata liberación.

Wang es uno de los varios estadounidenses encarcelados arbitrariamente en Irán. Pompeo dijo en declaraciones que hizo a principios de este año que “Irán sigue teniendo a estadounidenses como rehenes: Baquer Namazi, Siamak Namazi, Xiyue Wang y Bob Levinson, que está desaparecido por más de 11 años”. Estados Unidos ha pedido a Irán la liberación inmediata de todos esos estadounidenses de manera que puedan reintegrarse a sus familias.

Mientras tanto, en un apartamento de estudiantes de posgrado en Princeton, la desconsolada esposa de Wang, Hua Qu, espera el retorno de su esposo al hogar para estar junto a ella y su pequeño hijo de cinco años.

Ni ella ni la universidad han dicho nada públicamente sobre la situación de Wang durante su primer año de encarcelamiento, con la esperanza de que los esfuerzos diplomáticos pudieran lograr su liberación. Pero desde mayo de 2017 Qu, de 36 años, abogada en Pekín antes de trasladarse a Princeton hace cuatro años, ha hecho todo lo que está en su mano para lograr la libertad de Wang.

Ha hablado en vigilias realizadas frente al Departamento de Historia en el campus universitario de Princeton y también ha formado grupos en Facebook y en otras redes sociales. Habla con su esposo por teléfono, está preocupada por su salud y trata de no perder la esperanza.

“Estoy realmente deprimida. Esto ya va para el tercer año”, dijo Qu, cuyo hijo comenzó a ir a la escuela la semana pasada.

Wang es estudiante de idiomas y de la historia de Eurasia de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y “de ninguna manera de la política en Irán”. El campo de su esposo son los estudios sobre Rusia.

Los estudiantes de doctorado deben hablar dos idiomas extranjeros, dijo Qu, y Wang quería que el persa fuera uno de ellos.

A Wang le sorprendió que el Instituto Dehkhoda Lexicon, en Teherán, aceptara su solicitud, dijo ella. Su asesor de disertación, un profesor ruso de historia, lo alentó a ir, y el Departamento de Historia y el Centro de Princeton para Estudios sobre Irán y el Golfo Pérsico financiaron sus estudios e investigaciones.

El grupo de trabajo de la ONU dijo que Irán, en la respuesta oficial a su solicitud, no ofreció una explicación sobre “cómo el acceso a los archivos históricos relacionado a un período de gobierno de hace más de cien años pueda considerarse como un intento para derrocar al gobierno iraní”.

El panel determinó que la razón de hecho para su detención “es que es un ciudadano estadounidense”.

Por ahora, Qu espera y se preocupa, esperando el día en que su hijo pueda ver a su padre nuevamente, cuando Wang pueda reiniciar su trabajo académico y cuando ella pueda seguir adelante con sus propios sueños profesionales en Estados Unidos.

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