Resiliencia de los pueblos indígenas: respaldar las soluciones de las propias comunidades

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Louise Cord* Dianna M. Pizarro**

Cuando se produjo la Covid-19, los pueblos indígenas temieron por la vida de sus ancianos y la supervivencia de sus culturas. Pese a los confinamientos, al parecer aumentaron las invasiones territoriales, lo que contribuyó a la consiguiente propagación del virus en sus comunidades remotas. Muchas de las personas no tenían agua, saneamiento y vivían muy lejos de las clínicas de salud más cercanas. Los líderes indígenas pidieron ayuda para movilizar alimentos, agua, jabón, equipos de protección personal (EPP), termómetros y pruebas de detección del virus.

Sorpresivamente, algunos de los relatos más desesperados provinieron de las comunidades indígenas que, antes de la pandemia, en muchos casos habían tenido mejores resultados económicos, debido a sus vínculos con el turismo, los mercados externos y el empleo urbano informal. Los esfuerzos de socorro también fueron difíciles. Con frecuencia, en la puesta en marcha de los programas de respuesta de emergencia se excluía indirectamente a los pueblos indígenas debido a los requisitos de elegibilidad, como las cuentas de electricidad, y los mecanismos para entregar asistencia, como los supermercados urbanos.

En medio de esta crisis, los pueblos indígenas se volcaron hacia sus comunidades para encontrar maneras de ser resilientes ante la pandemia. A medida que las historias de sus comunidades sobre la Covid-19 comenzaron a ser titulares noticiosos en el mundo, también surgieron relatos de las brigadas de salud encabezadas por miembros de los pueblos indígenas. Estas brigadas, junto con los sanadores tradicionales, se convirtieron en una de las principales y, en muchos casos, en la única fuente de alivio para muchas comunidades indígenas.

Como dice una cita: «Más que la vulnerabilidad, los pueblos indígenas hemos demostrado resiliencia a lo largo de siglos de pandemias, y esta no será la última vez». Este mensaje se convertiría en realidad al ver las imágenes de mujeres indígenas de la Amazonia usando mascarillas de hoja de banana y la movilización de líderes indígenas para recolectar y entregar alimentos frescos a sus hermanos y hermanas más vulnerables.

Entonces, ¿qué hizo que algunos pueblos indígenas fuesen resilientes y otros no? ¿Por qué algunos pueblos indígenas, que estaban mejor antes de la pandemia, se vieron más afectados, mientras que otros pudieron autoorganizarse, evitar infectarse, mantener la seguridad alimentaria y ayudar a otras comunidades?

En la actualidad, el mundo se encuentra en un momento de inflexión en el que las cuestiones de la reconstrucción de sociedades más inclusivas y sostenibles son muy preponderantes. Además de la pandemia, los pueblos indígenas y otros grupos vulnerables enfrentan impactos devastadores provocados por el cambio climático.

Para comprender qué ha impulsado la resiliencia de los pueblos indígenas durante la pandemia y eventos climáticos extremos recientes, el Banco Mundial ha aprovechado su diálogo permanente con líderes indígenas, y llevó a cabo un estudio piloto en América Central, en el que se realizaron encuestas a 15 comunidades indígenas en seis países. Los resultados finales de la encuesta serán publicados en los próximos meses, pero entre las respuestas surgieron tres factores críticos: capital natural, capital cultural y capital social.

Capital natural
Durante la pandemia, los pueblos indígenas que tenían derechos seguros y acceso a las tierras y los recursos naturales fueron los que pudieron producir alimentos, recolectar plantas y hierbas con fines medicinales y aislarse para evitar el contagio. Las encuestas realizadas en América Central revelaron que el 66% de los encuestados consideraba que el acceso a la biodiversidad era el recurso más importante para la supervivencia de su comunidad durante la pandemia, muy por encima de los ingresos o los subsidios de los Gobiernos o la cooperación internacional.

Capital cultural
Los conocimientos y la medicina tradicionales y las economías no monetarias han sido fundamentales para los pueblos indígenas, al permitirles aprovechar su capital natural para la supervivencia. La medicina tradicional ha sido el recurso de salud primario y, en muchos casos, el único para los pueblos indígenas durante la pandemia. Las encuestas realizadas en América Central revelaron que la cantidad de sanadores tradicionales supera en gran medida a la de los especialistas en medicina occidental que trabajan dentro de las comunidades indígenas. En las comunidades encuestadas, el 97% de los entrevistados respondió que utilizaba remedios tradicionales para tratar sus necesidades de salud durante la pandemia, y el 80% dijo que las parteras eran la fuente primaria de atención de las embarazadas.

Las economías tradicionales indígenas eran vitales para la seguridad alimentaria. Estas economías dependen de una organización colectiva para la producción y atención de los más vulnerables a través del intercambio de alimentos, semillas y remedios entre las familias y las comunidades. De las 15 comunidades encuestadas, siete tenían economías tradicionales sumamente activas, con el 70% o más de sus alimentos obtenidos mediante la autoproducción o el comercio entre comunidades. De estas últimas, cinco informaron que no habían sufrido escasez de alimentos ni hambre en el último año.

Por el contrario, las tres comunidades que declararon haber experimentado una gran escasez de alimentos y hambre dependían mucho más de la compra de alimentos de fuentes externas. Por ejemplo, una comunidad Emberá en Chagre (cerca de la Ciudad de Panamá), que se dedicaba por completo al turismo y tenía una tasa de pobreza relativamente baja (23%) antes de la pandemia, se encontró sin alimentos ni ingresos cuando empezó la pandemia. Su supervivencia dependió en gran parte de la solidaridad de otros grupos, entre ellos comunidades Emberás mucho más pobres (entre el 48% y el 70%), que vivían dentro de sus territorios ancestrales y que enviaron alimentos durante más de tres meses.

Capital social
La cohesión social y la solidaridad son la base de las culturas indígenas en todo el mundo. Las comunidades con sólidas estructuras de gobierno tradicionales pudieron cerrar las fronteras comunitarias, organizar asistencia para los más vulnerables dentro de sus comunidades, distribuir semillas ampliamente, activar economías tradicionales para la producción de alimentos y coordinar iniciativas con las autoridades gubernamentales. Las encuestas realizadas en América Central revelaron que, en 12 de 15 comunidades, las mujeres manejaban el ingreso familiar y encabezaban esfuerzos para entregar a los más vulnerables ahorros familiares limitados y recursos de los bancos comunitarios.

En el último año, el Banco Mundial ha propuesto diferentes marcos en que la institución se compromete con principios relativos a la inclusión y la sostenibilidad, por ejemplo, el documento sobre la respuesta y la recuperación ante la Covid-19 y la reconstrucción mediante un modelo de desarrollo verde, resiliente e inclusivo (Grid) (PDF) y el Plan de Acción sobre el Cambio Climático 2021-25. Estos marcos dan lugar a una plataforma que el Banco puede utilizar para apoyar la resiliencia de los pueblos indígenas. La experiencia observada a nivel mundial y las enseñanzas extraídas de los diálogos actuales del Banco con los pueblos indígenas indican que apoyar su resiliencia requerirá enfoques con más matices que reconozcan, protejan y potencien el propio capital de estas comunidades, que está altamente interrelacionado con el acceso seguro a las tierras y los recursos naturales y los conocimientos, medicinas y economías tradicionales.

* Louise Cord, Directora mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Desarrollo Social del Banco Mundial
** Dianna M. Pizarro, Senior social Development Specialist, World Bank

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