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Washington, D. C., 29 de octubre de 2018.- Los soldados de Estados Unidos y Filipinas combatieron juntos para liberar el Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. Desde 1951 tienen un tratado de defensa mutua. Los países han colaborado durante un cuarto de siglo en la guerra global contra el terrorismo.

Sin embargo, la estrecha relación entre Estados Unidos y Filipinas no solamente se basa en asuntos militares. Ambos comparten valores democráticos, economías de libre mercado y un idioma (el inglés es idioma oficial junto al filipino en ese país). La amistad entre Estados Unidos y Filipinas se basa en sacrificios compartidos y en valores compartidos”, dijo Sung Kim, embajador de Estados Unidos en Filipinas.

Los lazos entre ambos pueblos son muchos. Casi cuatro millones de estadounidenses tienen ascendencia filipina. Cada año, unos 650,000 estadounidenses visitan la isla por vacaciones o negocios. Y otros 220,000 ciudadanos de Estados Unidos, incluyendo a muchos veteranos filipinos en el servicio militar de Estados Unidos, residen allí.

Filipinas estuvo entre los primeros países a los cuales el presidente John F. Kennedy envió voluntarios del Cuerpo de Paz en 1961. El programa de intercambio académico Fulbright con Filipinas es uno de los programas de Fulbright de Estados Unidos nunca interrumpidos.

Muchas veces, los dos aliados han permanecido juntos en momentos de dificultad. La policía filipina ayudó a las autoridades estadounidenses a hallar al causante del atentado con bomba contra el Centro Mundial del Comercio en 1993. La información de inteligencia de Estados Unidos ayudó a los militares filipinos a liberar la ciudad sureña de Marawi que cayó en manos de militantes islámicos en 2017.

Su historia compartida se remonta a 1898 cuando Estados Unidos puso fin a tres siglos y medio de un duro mandato colonial por España. Estados Unidos ayudó a establecer la educación pública universal y mejoró las carreteras, los saneamientos y la atención médica en Filipinas. Décadas más tarde los hospitales de Estados Unidos comenzaron a fijarse en Filipinas para reducir la grave escasez de enfermeras/os.

“Hay mucha historia común”, afirma José Manuel Romualdez, el embajador filipino en Estados Unidos.

En una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Pew de opinión pública mundial, cinco de cada seis filipinos mostraron un criterio favorable a Estados Unidos. Ningún otro país da una respuesta tan positiva. Más de tres cuartas parte de los filipinos expresan su confianza en el presidente Trump, la más alta que en cualquier otra parte.

Evelyn Rodríguez, socióloga de la Universidad de San Francisco, cuyos padres emigraron desde Filipinas, es crítica del control estadounidense de Filipinas en la primera mitad del siglo XX, incluso con el progreso social que ello permitió. Sin embargo, dice que “hay un constante orgullo por esta prolongada relación especial”.

Los 3.9 millones de estadounidenses de origen filipino conforman el tercer grupo étnico de Asia más grande en Estados Unidos. La transición de los recién llegados a vivir en Estados Unidos se facilita “porque conocen muy bien no sólo en el idioma inglés, sino también la cultura de Estados Unidos”, afirma Rodríguez.

El embajador Romualdez afirma que la relación entre ambos países ha madurado y que nunca antes ha sido mejor. En el pasado, los filipinos “consideraban a Estados Unidos como al hermano mayor”, dice. Actualmente, “se trata más de una amistad y una alianza desde hace mucho tiempo. Cuando hacemos algo, lo consultamos uno con el otro”.

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