¿Por qué requerimos universidades públicas autónomas?

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Ciudad de México, 28 de febrero de 2020.- En el último siglo, las universidades en todo el mundo están librando una batalla por la autonomía, especialmente aquellas que son públicas y de habla hispana. El reclamo de autonomía, como diría Leopoldo Zea (pensador mexicano), no lo es para enfrentarse al Estado, sino para posibilitar su futuro, en el que la universidad deje de ser instrumento de intereses ajenos a ella.

“La historia de nuestras universidades públicas es un recuento de la defensa de su derecho de existir y de gobernarse a sí mismas; de ser autónomas”, enfatizó el ex rector de la Unam, José Sarukhán, en su artículo “Algunos pensamientos sobre la autonomía y la libertad”, publicado en el último número de la revista Forum, del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, A.C.

En su opinión, las universidades públicas en América Latina son uno de los principales factores de movilidad social de los pueblos, pues hoy, 2 de cada 3 alumnos que ingresan a la Unam —por ejemplo— son la primera generación en su familia que tiene acceso a la educación media superior o superior. En segundo lugar, son inductoras del desarrollo nacional. Por estas dos razones las instituciones de educación superior deben ser autónomas, argumentó Sarukhán.

La autonomía abre un espacio de libertad para el pensamiento crítico, autocrítico y creativo, de libertad académica que forma personas libres y universales, capaces de pensar, juzgar, decidir, planear y actuar por sí mismas bajo el esquema de autogobierno individual y colectivo. También, les impone la necesidad de evaluar si el servicio que esas instituciones autónomas están ofreciendo a la sociedad que las sostiene se está cumpliendo debidamente, destacó.

“En un mundo en el cual es cada vez más evidente que el poder de las naciones reside en su capacidad para generar conocimiento e innovaciones tecnológicas, es claro que las instituciones de educación superior públicas latinoamericanas juegan un papel estratégico, porque es ahí, en donde se realiza la mayor parte de la investigación sobre los entornos social y natural de nuestros países; es decir, funciones íntimamente relacionadas con el progreso económico y el desarrollo social con justicia y equidad”, opinó José Sarukhán, titular de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).

La autonomía de la educación superior pública, entendida como: compromiso, respeto y responsabilidad, debe seguir siendo esencial para que pueda desempeñar su misión educativa, social e institucional, acorde con el proyecto de Nación, concluyó Sarukhán.

Reforma de Córdoba, parteaguas para toda América Latina
En el contexto latinoamericano, los movimientos y la demanda por la autonomía universitaria iniciaron en Córdoba, Argentina; ésta fue la primera confrontación entre unas universidades enquistadas en esquemas obsoletos y una sociedad que comenzaba a experimentar cambios en su composición social, explicaron José Franco y Alfredo Camhaji, excordinador general y coordinador de proyectos estratégicos del Foro Consultivo, respectivamente, en el artículo “Reflexiones en torno a la autonomía universitaria y su importancia para la sociedad”, publicado en el número 57 de la revista Forum.

El Movimiento de Córdoba iniciado en 1918 por los estudiantes argentinos de las clases medias urbanas replanteó la relación entre: la universidad, la sociedad y el Estado. Y propuso al menos 9 puntos clave: separación de universidad-Estado mediante un régimen de autonomía, autogobernanza, pluralidad y tolerancia, libertad de cátedra, gratuidad de la enseñanza, extensión universitaria, creación de nuevas escuelas, cultura universitaria, unidad latinoamericana contra las dictaduras y el imperialismo.

Este movimiento fue la inspiración para que la Unam obtuviera su autonomía en 1929 y lograra con ello libertad pedagógica, crítica, de expresión y de gobierno.

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