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Durante miles de años, los temas religiosos han inspirado algunas de las obras de arte más famosas del mundo. Tres importantes museos de Estados Unidos están destacando esta relación, con muestras de arte de tres religiones diferentes.

Dos exposiciones: “Encontrar a Buda: Arte y práctica en Asia” (en la galería Arthur M. Sackler del Instituto Smithsoniano en Washington) y “Glorioso esplendor: Tesoros de arte cristiano antiguo (en el Museo de Arte de Toledo, en Toledo, Ohio), junto con una nueva galería que alberga la Colección Keir de Arte Islámico (en el Museo de Arte de Dallas), revelan cómo la creatividad ha sido moldeada por imperativos religiosos.

“Encuentro con Buda” recrea el interior de un templo budista tibetano, con esculturas, pergaminos y lámparas parpadeantes. Los visitantes aprenden acerca de los significados y usos rituales de objetos preciosos del mundo budista y pueden ver una película sobre el monumento sagrado de la estupa Ruwanwelisaya en Sri Lanka, que muestra los ritos diarios de monjes, monjas y practicantes durante el festival de la luna llena de diciembre.

En Dallas, más de cien obras de arte islámico de la colección Keir (que abarca unos 2,000 objetos producidos en Oriente Medio, Asia y Europa a lo largo de trece siglos) están ahora en exhibición permanente. Una pieza destacable es la vasija de cristal de roca Fatimid, altamente ornamentada, adquirida en una subasta por 4.3 millones de dólares en 2008. También se pueden ver cerámicas raras, textiles de seda y manuscritos decorados.

“Glorioso esplendor” en el Museo de Arte de Toledo abarca el período comprendido entre los años 200 y 700 d. C., cuando el Imperio Romano pasó de ser una sociedad pagana a una cristiana. Los artistas romanos de la antigüedad tardía diseñaron joyas y objetos de lujo para ricos clientes cristianos, y las técnicas de estos artistas, desarrolladas durante la época pagana y todavía en uso hoy en día, enfatizan la continuidad artística en medio de un cambio tumultuoso.

“Glorioso esplendor” muestra objetos con iconografía explícitamente cristiana, como cruces de oro y una placa de plata que contiene la primera imagen conocida de la comunión de los apóstoles (data de 547 a 550 d. C.). Los brazaletes y aretes de la exposición, repletos de piedras preciosas, encargados y utilizados por los primeros cristianos, señalaban el creciente poder de la iglesia y sus seguidores.

El poder también es evidente en los bustos de ónice del emperador Séptimo Severo y su esposa, la emperatriz Julia Domna, aliada del papa Víctor I que muestra la exposición.

Estas exposiciones permiten observar los primeros días y las prácticas perdurables de tres religiones principales; cada una con una historia tan rica y variada como el panorama religioso de Estados Unidos, donde estas religiones (y muchas otras) florecen.

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